En el año 1707 la flota inglesa del almirante Clowdisley chocó con las islas Sorlingas por un defectuoso cálculo de su posición. El cálculo de la latitud no era un problema para la época. Con solo usar un astrolabio o sextante se podía saber la distancia exacta en que uno se encontraba del Ecuador. Sin embargo con la longitud el tema era delicado. Los marinos usaban una cuerda con nudos, los cuales representaban la cantidad de millas recorridas. Calculando el tiempo que llevaba alcanzar un nudo se estimaba la posición longitudinal. Claro que el método no era el problema, sino la inexactitud de los relojes. Imagínense encontrarse de pronto con una isla en medio del océano cuando en realidad debería estar en otro lado. O, mejor dicho, los que deberíamos estar en otro lado somos nosotros. Una mala lectura de coordenadas cambia totalmente el sentido de la realidad.
Gerardo, marino soñador a quien navegar le causa náuseas, aplica la misma lógica a los signos de puntuación. Convencido está que una coma inexistente o mal ubicada puede cambiar radicalmente el sentido de una oración y de la historia. Siempre relata el ejemplo apócrifo de la mujer que ante el verdugo pedía el perdón para su hombre a punto de ser ejecutado, con un cartel que ordenaba NO TENGA CLEMENCIA, en lugar del suplicante NO, TENGA CLEMENCIA. Por eso cuando recibió el mensaje de Valeria, *NO, BASTA, comenzó irremediablemente con una serie de elucubraciones mentales que no le daban paz. ¿Qué quiso decir? Si bien Gerardo había cometido un error bastante importante, al fin y al cabo le estaba pidiendo perdón. El NO, BASTA le parecía algo exagerado. ¿*NO, BASTA qué? Acaso es un basta de pedir perdón, basta de errores, basta de insistir, basta de llamados o un basta de todo. Un, basta no te quiero más.
También sabía Gerardo que Valeria nunca le presta atención al uso de los signos de puntuación, o mejor dicho, contaba con eso. Tal vez, realmente era un NO BASTA. Un NO BASTA constructivo. NO BASTA el amor que me das, el perdón que pedís, las caricias compartidas, los beso, las noches. En definitiva un NO BASTA pra que Gerardo se esfuerce más. No es poca cosa, de ser éste el sentido todavía tenía chance. Por otro lado, también puede ser que le falte un signo de pregunta y le sobre una coma. Podría ser, ¿NO BASTA? Y ahí sí cambiaría todo. L a sonrisa se le dibujó en la cara. ¿Cómo no va a basta?Si le dió las mejores noches de los últimos diez años, los besos más dulces, los sueños más placenteros, la pasión, la alegría, los motivos.
Con la energía renovada Gerardo volvió a leer el mensaje para descubrir otro motivo de angustia. El asterisco. Comienza con un *. Indudablemente, el asterisco es un punto de atención, algo destacado. Marcaba la importancia del asunto y el tono del mensaje. Valeria quería que preste atención. Más allá de cuál fuera el significado, Gerardo debía entender. Esto ya era demasiado. Tomó el teléfono y envió el siguiente mensaje: «te pido me pases nuevas coordenadas. Tengo miedo de encontrarme con una isla en medio del océano. Sabes de las náuseas que me causa el agua.»
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