En una vieja aldea en donde las personas habían sufrido una gran perdida de cosechas de trigo por la sequia, había un pequeño gorrión que todas las mañanas a una familia de dos pequeños les llevaba granos de arroz en el pico, los cuales eran juntados por la madre de estos pequeños para ser sembrados en unas pequeñas masetas que tenía en el patio trasero de la casa.
-Yo no se para que siembras esas semillas-
Le decía el marido de la joven mujer.
-No tiene caso que los siembres- Replicaba.
Aun así, ella continuaba sembrando esos pequeños granos de arroz que el gorrión todas las mañanas le traía de lejanas tierras.
Después de varios meses trayéndole granos de arroz, el marido de la mujer decidió seguir el vuelo del gorrión para ver de donde traía las semillas, mientras su esposa continuaba sembrando los granos que aquel gorrión le había traído, sin hacer ninguna pregunta de su procedencia.
Así el marido cruzo grandes lagos y grandes tierras perdiéndose en un bosque inmenso al otro lado de la aldea, entonces descubrió que en uno de esos caminos se había accidentado una carreta que estaba abandonada y que en su interior se encontraban costales de arroz y algunos de estos se habían roto y eran de los que el gorrión llevaba las semillas de arroz a la familia.
El hombre intento arreglar la rueda de la carreta que estaba rota, pero sin mucha herramienta no podía hacer nada para poder arreglar la rueda, por lo que decidió juntar uno de los sacos y cargarlo de regreso a su casa.
Cunado llego a la primera montaña el bulto de arroz se volvió pesadísimo tanto que tuvo que sacar de el la cuarta parta de la carga, para que el peso del costal no le impidiera continuar por su camino. Y así pudo subir por la montaña.
Tiempo después, llego a una pendiente con caminos muy escarpados y estrechos, lo que obligo al hombre a dejar otra cuarta parte del costal para poder pasar por esa estrecha vereda.
El segundo día de viaje, el hombre se topo con otra dificultad y que era una laguna muy profunda que no tenía puente para cruzar, lo que orillo al hombre a dejar la otra cuarta parte de arroz para poder levantar el costal y poder pasar sin que este se mojara.
A la entrada del pueblo se encontró a una mujer que era su hermana y la cual estaba llorando desconsolada porque no tenía que darle de comer a sus 4 hijos. El hombre que ya solo llevaba un poco de arroz para su esposa y sus dos hijos se compadeció de su hermana en desgracia y le termino dando el poco arroz que llevaba.
Al llegara su casa, el hombre se dio cuenta que la mujer había juntado un costal de arroz del mismo tamaño que el hombre le llevaba y el cual fue dejando por el camino. Al preguntarle el hombre sorprendido que ¿Cómo le había hecho para juntar aquel costal? La mujer, solo lo miro y con una gran sonrrisa le dijo:
Porque la esperanza muere al ultimo….El gorrión nunca se rindió y durante todos los días que el hombre duro de viaje nunca dejo de llevarle todo el arroz que podía cargar en el pico.
«A veces las pequeñas e insignificantes acciones de alguien pueden mover hasta la montaña más fiera.»
Autora: Angeluz Absgael
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