Esperando la Ballena Franca Naranja

Esperando la Ballena Franca Naranja

Marce

12/04/2020

Mi nombre es Carlos Herminio Salamanca. Soy sub-oficial del Eejército de Salvación de Pingüinos del Instituto Poseidón de Puerto Madryn y soy fanático de la ballena Franca Naranja. Es cierto que este tipo de ballenas no ha llegado aún a las costas de la Patagonia. Mis fuentes, espías cubanos haciendo pasantías en Noruega, me mantienen informado acerca de las rutas de tan peculiar especie. Hasta ahora lo único que recibo vía fax son sonidos supersónicos grabados en formato AVI. Al parecer las ballenas Francas Naranjas se mueven siempre hacia el sur, sin poder retomar su ruta original. Wilson Gutierrez me comunicó en el día de hoy que las ballenas nadan desde los archipiélagos nórdicos, cerca de la ciudad de Oslem, Estado de Rasssmelajj, Suecia y podrían llegar a la Argentina para el mes de Junio de 2023.

Me encanta mi trabajo. No me interesan para nada los pingüinos. Trabajo en el Instituto Poseidón hace exactamente un año y pienso seguir trabajando hasta que se vislumbren las ballenas en Puerto Madryn. Me fascina trabajar sólo seis horas por día y que mi trabajo sea considerado insalubre. Esto me trae un sueldo más que interesante y sobre todo me da tiempo para investigar respecto a las ballenas Francas Naranjas.  Recuerdo mi primer día como si fuese hoy. Mi esposa Catalina me había acompañado hasta la puerta del Instituto junto a mi hija Sofía, quien lloró y pataleó como nunca lo había hecho tras despedirme desde el Chevy. Yo también me emocioné. Para mi era un día muy importante: Primero porque se trataba de mi primer trabajo y segundo porque ese día festejaba mi cumpleaños. Catalina me hizo una torta riquísima con el 41 encima de las velas que disfruté junto con mis nuevos compañeros de trabajo. Aquella tarde conocí a Daniel Archundria, santafesino, grandote y serio con un bigote que era capaz de moverse con el ventilador de la oficina. Vestía siempre gafas color magenta que no combinaban en absoluto con su traje verde agua y corbata colorada. Daniel era un tipo serio. Nunca dijo nada interesante. Hablaba siempre de política, del clima y de negocios en la bolsa. A él tampoco le gustaban los pingüinos. Me di cuenta el día que me comí el pastel de papa que había en un tupper color turquesa ubicado debajo de las frutas en la heladera del comedor. Al parecer, Elsa, la esposa de Daniel, era chef ejecutiva en el hotel Hilton, y su especialidad, era el pastel de papa sin pasas de uva. Tengo que confesar que sólo quería probar un pequeño trozo, pero me lo terminé comiendo todo.  La cara de Daniel al ver que su tupper estaba vacío fue una de los mejores recuerdos en este del año. Terminé comiendo mi plato de pastel de papas en cuclillas escondido debajo de la escalera de daba a la torre siete del Instituto para evitar ser hallado. Pude agregarle un poco de queso rallado que la Profesora Isadora había olvidado en la alacena del laboratorio, eso le dio maás contundencia y sabor. Tras colocar suavemente el tupper de nuevo en la heladera, noté unas letras escritas en la parte superior del plástico turquesa. Eran exactamente siete letras, la misma cantidad de caracteres necesarios para ingresar a la intranet del Instituto Poseidón. Daniel Archundria guardaba su clave en el tupper donde Elsa le preparaba la comida. Al otro día, luego de ver como Daniel buscaba desconsolado al estilo Sherlock Holmes a la rata que había comido su almuerzo, entré silenciosamente a su computadora mientras se encontraba haciendo análisis de sangre a los pingüinos recién llegados. Descubrí que Daniel tenía un negocio con su primo Augusto a través de contratos firmados con una refinería canadiense.  Al parecer vendía de contrabando el crudo que concentraba el Instituto luego de salvar a los pingüinos de la contaminación marina. Al otro día presenté las pruebas al Oficial Gomez y tras cuatro días, intervino el juzgado n° 178 de la Provincia y pronto fue juzgado y condenado a siete años de prisión. Gracias a ese hecho es que me siento hoy en su lugar, en su computadora. Aprendí que es muy valioso saber guardar las contraseñas personales. Ahora tengo el control de la Sala Centeno del Instituto. Manejo la información marina que nos envía la Base Marambio todas las mañanas y gracias a eso es que pude acceder a información privilegiada sobre las ballenas Francas Naranjas. Eusebio, a quien conocí mediante mensajes cifrados que provenían del Centro Nuclear Marino de Puerto Montt, es el científico más importante que dio Cuba en materia Marina. Sus conocimientos exhaustivos en algas y plancton llevó a compartirme su teoría acerca de la existencia de las Ballenas Francas Naranjas. Tras largas noches compartiendo radio en frecuencia moderada es que me convencí de su efectiva existencia y fue así que me propuse dedicar mi vida para poder estar preparado y recibirlas en el año 2023.

Estoy seguro de que ese hecho sucederá pronto y cuando ello ocurra invitaré a Eusebio a que presencie semejante acontecimiento. También decidí que ese día voy a solicitarle un plato especial para mi vianda del medio día; voy a pedirle a Catalina que me prepare un pastel de papa, porque después de todo, fue gracias a ese pastel que hoy estoy feliz.

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