El cerrajero gritó traición

El cerrajero gritó traición

Julio Sandoval

06/05/2017

Dos de mayo del año de Nuestro Señor de 1808.

Amanece en la Villa de Madrid otro día aciago de ocupación francesa, envalentonados y orgullosos se pasean por Madrid desde que los reyes fueran retenidos en Fontainebleau. Las tropas campan a sus anchas por la capital, mientras que los soldados españoles no pueden llevar cerrojos en sus armas por miedo a la insurrección.

Las mujeres van a sus quehaceres diarios, unas al río a lavar o a los talleres, mientras que otras esperan en las puertas de las mancebías algún cliente nacional o extranjero. Los hombres, manolos y chisperos, acuden al trabajo o beben Valdepeñas y manducan queso en las tabernas lanzando gritos contra las tropas francesas de Murat. A razón de esto se cantan coplillas, como esa que dice “Virgen de Atocha dame un trabuco, para matar franceses y mamelucos”. Esta es la vida de la Villa más importante del país.

Esta mañana, como otra cualquiera, paseaba por la plaza de la ociosidad o Puerta del Sol camino al Palacio y algo en el ambiente me hizo pensar que ocurriría algo grave. Llegándome a las proximidades del mismo vi que un tumulto se arremolinaba junto a las puertas ya que, según comentaba un majo, los gabachos iban a sacar al último integrante de la familia real, el infante Francisco de Paula. En ese momento, otro majo que andaba cerca gritó: “Que nos lo llevan” y todos comenzamos a gritar. El tumulto popular comenzó a sacar las de Albacete y a lanzarse contra las tropas

Desde la plaza del Palacio, la disputa se extendió por las zonas cercanas: Puerta del Sol, Puerta de Toledo y, según cuentan, el pueblo se dirigió al Cuartel de Monteleón, del barrio de Maravillas, donde se encontraban las tropas de artillería, mandadas por Daoíz y Velarde, para reclamar las armas que en el resto de los cuarteles no dieron a su pueblo por obedecer al malnacido de Pepe Botella, hermano del Buenoenparte. Las clases populares de la Villa, hombres y mujeres, lucharon con ahínco contra las tropas e incluso resistieron algunas cargas de caballería de los llamados Mamelucos, la caballería más experta de las tropas francesas.

El general Murat finalmente puso fin al alzamiento popular y actuó con contundencia. Durante toda la noche de éste día se escucharon las salvas de los ajusticiamientos que procedían de la montaña de Príncipe Pío. El día más sangriento de ocupación, que Dios condene a los malnacidos franceses. Lo pagarán caro.

Rodrigo López de Ayala y Varona Vera y Díaz de Tapia.

Natural de Jerez de los Caballeros, 1 de mayo de 1743.

Mayordomo de Semana de S.M. Caballero por Decreto de 1 de julio de 1804.

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