El hombre se despertó como todas las mañanas, un salto rápido de la cama. Se contempló de soslayo en el espejo pensando ¡Mira que eres feo muchacho! Besó a su esposa y a su hija y les dijo ¡ Papá se va al trabajo!

En la cafetería en frente de su casa pidió un café largo y cargado. La camarera del piercing en el mentón estaba, como siempre, malhumorada ¡Mala baba tiene la chica de la barra! Pensó enterrando su nariz en la taza.

Caminó hasta su destino con desgana y un desasosiego en las entrañas. Esperó Su turno. La cola era muy larga. Un niño berreaba y su madre le soltó una bofetada. Otra mujer comentaba los disparates de una señora muy mediática. El joven que estaba detrás tecleaba furioso en su móvil.

Llegó su turno. La funcionaria le miró apenada y le pareció que también avergonzada «hoy no hay nada, quizá mañana».

Volvió con parsimonia a casa, se acodó sobre la baranda mirando el mar durante un buen rato ¡Que cosas por la cabeza se me pasan! Pensó y volvió a la cafetería de la camarera con mala baba. Cuando llegó la hora volvió a casa. Abrió la puerta y gritó exultante ¡Chicas, papá volvió del trabajo!

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