Si mis lagrimas fueran palabras ya tendría material para escribirte mil cartas.
Si mis suspiros fueran canciones, mil álbumes tendrían tu nombre.
Si tus caricias fueran gotas de lluvia, yo sería un desierto: seco y agrietado. Pues te has ido, sin mirar atrás y tus caricias ya no están.
Y entonces aprendí a vivir sin ti; porque si tus besos fueran oxigeno, estos pulmones ya no tendrían nada.
Ahora encontré un buen amigo, lo veo cada día, es una buena persona y realmente me hace feliz.
Cada mañana antes de salir, me paro frente al espejo y lo observo.
Está allí y soy yo.
B. Carolina Bolívar.
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