Eran tres pequeños de piel como el ébano; uno de ellos inventó un arpón, que hería sin remedio.
Aunque de todos obtuvo su atención, uno de ellos presentó otra opción, con sus manos sobre la madera hizo música, que a todos emocionó.
Una vez más, la alegría se impone a la muerte, se gana una pequeña batalla.
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