Otras víctimas

Otras víctimas

Rosana Díaz

04/04/2020

Pensé que tenía que contárselo a mi novia, que le iba a dar mucha pena. Habíamos hablado de él muchas veces, del chico que pasea a los perros del barrio, tan simpático siempre. Habíamos especulado muchas veces sobre él, tan raro siempre, sobre qué le pasaría. Era algo sutil, los movimientos una fracción de segundo más lentos de lo normal. Lo encantado que estaba de pasear perros ajenos durante siete días a la semana, desde el alba al anochecer, por un salario ínfimo. La vehemencia con la que lo decía y el cabeceo ligero, una cierta torpeza en la dicción. Algún tipo de retraso, dictaminó ella una vez, con tristeza.

Pero no era eso. Le vi ayer por la ventana de la cocina, tambaleándose, con una lata gigante de cerveza en la mano, vomitando sobre los parterres de acanto. Era la primera vez que lo veía sin ningún perro, cuando normalmente lo rodeaban varios, a los que manejaba con maestría y cariño, y de los que hablaba con afecto y orgullo, como de hijos propios. Pero ahora se había quedado sin amigos, sin dinero probablemente también. Uno de tantos cambios de estos tiempos aciagos, ni siquiera un cambio importante, apenas una nota a pie de página. La destrucción total de una persona.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS