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Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, pero el ambiente era frío.
Levanté la mirada hacia el cielo. Las grisáceas nubes tapaban el brillante sol dejando la calle en un tono oscuro, suspiré. Comencé a caminar sin rumbo, solía hacerlo cuando necesitaba estar sola, pensar en mis cosas, meditar…. Saqué mi reproductor de música del bolsillo y me coloqué los auriculares dejando que la música resonara en mis oídos, caminaba muy despacio, admirando el paisaje mientras filas de casas pasaban por mis ojos, la mayoría idénticas las unas de las otras.
Ya había estado caminando durante el tiempo suficiente como para olvidarme porque estaba en la calle a esas horas, distraída con la música me dispuse a cruzar la carretera para continuar en otra dirección sin apenas mirar el tráfico. El frenazo de aquella moto sonó tan fuerte que se escuchó por encima de la música, me aparté por el susto y el conductor de la moto no siguió su camino, apagó el vehículo y me miró.
-Lo-lo siento, estaba distraída.
El motorista bajó del vehículo, tengo que admitir que aquel acto hizo que me asustara, ya me había disculpado, ¿Qué más quería?
Se quitó el casco que cubría su rostro, aquellos ojos esmeralda y esa sonrisa de medio lado me hicieron reconocerlo al instante, aquel chico de esta mañana; Nate, mi yo interior se sorprendió, había pasado de desconocer su existencia a cruzármelo de nuevo, no podía negar que volver a cruzármelo había sido una sorpresa bastante agradable, ya casi me había olvidado de nuestro primer encuentro, no recordaba como con solo mirarme hacia erizar cada vello de mi cuerpo.
Llevaba una ceñida chaqueta de cuero, y unos vaqueros que realzaban la musculatura de sus piernas, llevaba el pelo peinado hacia abajo por el casco.
-¿Estas bien? –Me preguntó preocupado.
-¿Me estas siguiendo? –Pregunté seriamente.
Sonrió, cogió la moto y nos colocamos en la acera para no interferir en el tráfico.
-Sería muy torpe de mi parte dejarme ver si te estuviera siguiendo-Clavó su mirada en mí- Lleva cuidado la próxima vez, Siena –mi nombre sonó como una suave melodía en su boca–
Había algo que me gustaba y asustaba de Nate, pero la combinación de ambas características provocaba en mí una atracción incontrolable.
-Tuviste que marcharte muy rápido esta mañana y temí no volver a coincidir contigo –Flirteó con una seguridad envidiable, echando el pecho hacia delante y metiendo las manos en los bolsillos traseros del pantalón.
-Tenía que irme rápido.
-Entiendo –Sonrió- ¿Qué haces esta noche? –Me preguntó sin vacilar.
Su persistente y ‘sutil’ flirteo me hizo reír- Voy al Hendel’s Club con unos amigos – ¿Por qué le había dicho dónde iba a estar? ¿No había aprendido nada de lo ocurrido anoche? –
-Vaya… ten cuidado, esa zona se pone un poco peligrosa.
No pude evitar poner los ojos en blanco imaginando a mi padre pronunciando las mismas palabras, Nate me vio y arrugó la frente sin entender mi reacción, un estruendoso trueno nos distrajo haciendo que los dos alzáramos la vista al cielo.
-Parece que va a caer una buena –Anotó.
Frote mis brazos con las manos, con el enfado, se me había olvidado llevar alguna chaqueta, Nate me observó y no vaciló en quitarse la chupa y colocarla encima de mis hombros.
-Gracias –Sonreí- Debería marcharme antes de que empiece a llover.
-Puedo llevarte –Me ofreció el casco.
Empezó a chispear, lo pensé pocos segundos, cogí el casco aceptando su propuesta, montó en la moto y yo detrás, agarré con fuerza su torso para no caerme –genial, ahora me subía a vehículos con extraños, mi padre estaría orgulloso- me dije a mí misma. Aquella moto corría a gran velocidad en muy poco tiempo por tanto en un par de minutos llegamos a mi casa, ya había comenzado a llover fuerte, bajé a prisa de la moto, le devolví el casco y la chaqueta.
-Gracias por traerme –Grité por encima de la lluvia, ofreciéndole su chaqueta.
-Quédatela, me la darás mañana cuando comamos juntos–sutil, muy sutil-
Arrancó la moto y se marchó antes de que pudiera decir algo al respecto.
Corrí a toda prisa hacia casa, ya me había mojado demasiado.
Abrí la puerta y entré en casa, aquel ambiente cálido se filtró por cada poro de mi piel, en ese momento yo era un cubito que iba derritiéndose conforme las ondas de calor iban atravesando mi cuerpo. Me quité las botas y las coloqué en una esquina del suelo, no había nadie en el salón pero la televisión estaba encendida, estaban retransmitiendo un partido de fútbol, mi padre estaba en casa, me senté en el sofá y esperé a que bajara.
-¿Dónde estabas? –Escuché una potente voz a mi espalda.
Me giré.
-He ido a dar una vuelta, necesitaba despejarme.
Caminó y se sentó a mi lado.
Suspiró- Lo siento.
-No tienes que sentir nada papá, no he debido hablarte así.
-Eres una mujer de carácter, pero te doy la razón, sé que soy un controlador, Siena, pero es que me preocupo por ti, necesito saber dónde estás a cada hora y saber que estás bien.
-Lo sé, pero se está convirtiendo en obsesivo, quiero que intentes relajarte, y no te preocupes, sé que si algún día te necesito te lo diré, te quiero papá.
-Te quiero, cariño.
Nos fundimos en un cálido abrazo, había deseado desde que me marché en abrazarlo y arreglar las cosas, le di un fuerte beso en la mejilla.
Eran casi las doce de la noche y me encontraba en mi habitación preparándome para salir, la lluvia había cesado y eso me alivió, estaba terminando de peinarme cuando escuché el claxon de un coche, me asomé por la ventana y vi a Harry, me eché un último vistazo en el espejo, llevaba unos ajustados pitillos vaqueros combinados con una camiseta color ciruela que dejaba entre ver lo que parecía ser un canalillo y mi pelo caía en ondas sobre mis hombros, sonreí a mi reflejo.
Salí de la habitación y bajé apresurada las escaleras, mi padre estaba sentado en el sofá, me despedí rápidamente y salí de la casa, corrí hacia el coche usando el bolso como paraguas, entré apresurada al vehículo y cerré la puerta.
-Qué mala suerte que llueva esta noche –Harry sonrió.
Lo cierto es que en el pasado este chico me volvió loca, era innegable su latente atractivo, tenía unos finos labios que dejaban ver con facilidad una preciosa sonrisa perlada, las arruguitas que se le formaban alrededor de la boca cuando sonreía le hacía parecer mayor de lo que era, llevaba su pelo color miel despeinado hacia atrás, sus ojos azules endulzaban su rostro y su escultural cuerpo haría que cualquier chica se derritiera ante él, pero todo eso cambió, y ahora solo era capaz de verlo como un amigo.
Harry arrancó el coche y nos encaminamos hacia el club.
Brandon, en contraste, no estaba pasando una de sus mejores noches, estaba hasta arriba de papeleo.
Se encontraba de espaldas a la ventana, sentado en su enorme escritorio de metal mientras ojeaba algunos informes y rellenaba formularios, hasta que Michael; compañero y gran amigo, se presentó en su despacho, aquel hombre tenía un porte que imponía respeto, peinaba su pelo hacia atrás, era joven, pero su aspecto le hacía parecer mayor, tenía unos cálidos ojos marrones y una clara piel. Antes de entrar dio varios toques en la puerta, mi hermano desde el cristal, hizo un gesto a su amigo para que entrara, este hizo caso, entró y avanzó en silencio hasta su escritorio, mi hermano le hizo un gesto para que se sentara, este lo hizo y se sentó enfrente de mi hermano, colocó una gruesa carpeta lila en el escritorio, mi hermano lo miró extrañado.
-¿Qué es esto? –Preguntó mi hermano.
-El informe forense de las muertes de los agentes Roberts y Clancy
Brando lo miró esperanzado- ¿Han encontrado algo?
-Nada, el autor se tomó muchas molestias en no ser descubierto, o tuvo suerte o es el asesinato mejor preparado que he visto –Se detuvo y observó a su superior- Lo siento.
-¿Cómo es posible que no haya dejado ningún rastro?
Michael se encogió de hombros.
Brandon se llevó las manos a la boca y suspiró nervioso, intentando crear algún tipo de explicación en su cabeza, pero no daba con nada.
-¿A qué crees que nos podemos estar enfrentando?
-Sea quien sea, actuó sin ser visto u oído, sigiloso, astuto, y sobre todo, pienso que los tenía fichados, no ha sido un asesinato aleatorio.
-Hay que estar día y noche vigilando la zona, preguntando a todo el mundo si vió algo extraño.
-Ahora mismo se lo haré saber al equipo, no descansaremos hasta llegar al fondo de esto.
Brandon se levantó y colocó una mano sobre su hombro, asintió en aprobación y Michael abandonó el despacho cerrando minuciosamente la puerta. El Oficial Miller, se quedó en completo silencio, apenas se escuchaba su respiración, giró su silla hasta tener perspectiva de la ventana de aquella noche, aunque la luz del despacho estuviese apagada, tenía más que suficiente con el enorme haz de luz de la luna llena.
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