UN ADIOS
Entre caminos distantes.
Donde la briza de aquel día,
se hace más abrumadora
con el pasar del tiempo.
Bajan las voces del campo
y yo esperando que vuelvas,
porque el adiós no fue adiós,
solo fue tu última palabra
que mis tímpanos escucharon de voz.
Ni como decirte quédate,
no pude detener
algo que se aproximaba,
por más que te hubiese querido detener,
nunca le di tregua al sentimiento.
Las palabras de un adiós
secan los ríos,
como se secan mis labios
por haberte perdido.
Un adiós anunciado,
las pequeñas tertulias
que debaten sobre el amor,
ya han comenzado a desaparecer
por sentimientos renunciados.
No le culpo a la vida,
ni pongo abogado
a la defensoría de mi estupidez,
peor aún, no pronuncio tus palabras
que se me han vuelto efímeras.
Ya todo ha terminado y el juez de mi amor
agoto el tiempo que hizo soñar
en los elíseos de un amor débil y agobiado.
Pasaran las culpas acopladas
en las laderas y aquel soñador
solo el adiós plasmado le queda.
Jueces que querrán dictar sentencia
a los golpes tatuados en mi alma,
como si fueran las deliciosas palabras
que me dejaban siempre en calma.
Que adiós más grande, como el amar,
con infinidades de distancias, alimentado
por diferentes aguas que le da la vida
por sus bondades.
Tu adiós fue y será la perversidad,
la guerra de gladiadores, el que lastima,
hiere como espada elegante,
brillante pero siempre cortante.
Con el filo de un dios.
Ya no bailan los pastizales,
y los gorriones ya no cantan
como antes, por el solo hecho
de escuchar un verdadero adiós.
Los bardos han dejado de recitar sus versos
y yo ya no tengo letras para darte
ni sentimientos para expresarte.
Pero tu adiós me llevo al umbral de amores perdidos
y ahora solo queda los recuerdos
que se van a los cementerios de los olvidos.
Autor: Johnny Chinchay
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