He abusado una vez más. La luna es testigo de cómo una vez más he perdido, estoy tan hundido que ya no se que hacer, estoy sin fuerza. Me he dado cuenta que es inútil pelear, no tiene sentido que me siga esforzando, en este hoyo de lodo no hay más que profundidad y perdición. A medida que me hundo sentí haber llegado al fondo, justo cuando lo tocaba desaparecía el barro del pozo, mi piel y mi vestimenta estaban limpias otra vez. Que es este lugar? Parece una estación de tren, pero limpia. Que hago aquí? Que es aquí? Cómo llegue aqui? Tenía algo de miedo, y a la vez calma. Camine unos cuantos metros y me di cuenta que esta estación era inmensa. Justo empecé a sentirme cómodo con mi soledad, apareció un pequeño zorro, me pregunto de forma muy gentil, cómo estaba. Le conteste que me encontraba desconcertado, algo confundido y que tenía una sensación que no conocía. Era como si algo quisiera salir desde mi interior, y sentía un nudo en la garganta, en otra realidad pensaría que será llanto de tristeza, pero esta vez no me sentía triste, sentía como en ese sentimiento iba toda mi esencia, ya que mientras más salía yo me sentía más vacío.
El pequeño zorro me explicó, había muerto unos segundos antes, y eso que salía de mi era mi alma, se quería despegar de mi. En ese momento entré en pánico, pero al poco tiempo el zorro me hizo calmarme. Yo no recordaba mucho, y le pregunté al zorro si sabía cómo había sido mi muerte. Me dijo que nunca había tenido conciencia de mis actos, me platicó que camine sobre una cuerda floja y que sin ningún cuidado me lance. Entonces me preocupe y le pregunté si había sido un suicidio. Me respondió que lo había intentado y que nunca lo había concretado. En ese momento empecé a sentir una especie de desprecio hacia el yo que vivía. No me había suicidado, solo que camine hasta mi muerte y por necedad no quise dejar de avanzar.
Pasaron varios días, el zorro y yo hablábamos poco, pero él era muy amable, sin mencionar que pareciese de sabio ermitaño, que me respondía todo lo que le preguntaba. Después de pensarlo mucho y reflexionar, le pregunté al zorro, que estaba haciendo ahí. Me dijo que eso no lo sabía, me contó que en ese lugar llegaban las almas las cuales habían sido destruidas por completo, pero, que por alguna razón, no sabía porque el primer día mi alma intentará salir con tanta fuerza y no conseguirlo. Le pregunté entonces si estaba realmente muerto, si lleva ya varios días muerto. A lo que contesto, “Que imaginas?” Me sorprendí que me cuestionara de algo porque el solo me respondía. Le dije que me sentía como un vivo en el mundo de los muertos, a lo cual él se rió, me aclaro que ahí no era el mundo de los muertos, que ahí era una estación donde las almas se desprendían de los cuerpos y tomaban su rumbo. Fue entonces cuando comprendí que no estaba el todo muerto, mi alma estaba quebrada, pero yo seguía con vida.
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