El cielo gris llora en la ruidosa Lima, los autos recorren la larga autopista y un sollozo se escucha en el largo del pasillo de un triste hospital, Es Sophia quien a su corta edad ha descubierto el dolor. Era el 8 de abril del 2017 cuando le dieron la triste noticia de que un cáncer iba a apagar su vida, ahora siendo 15 de febrero del 2018 sabe que morirá en tan solo unas semanas, las lágrimas recorren sus mejillas y se desembocan en sus labios, pero un dulce sonido escucha sus oídos:
-El tiempo corto que tienes debes disfrutarlo, mira las cosas bellas que hay en nuestro país, así como las rosas más hermosas están muriendo junto contigo, pero aun no pierden su brillo.
Sophia al escuchar eso limpió sus lágrimas y vio a la persona de la cual provenía la voz, era su madre quien trataba de darle fuerza para soportar este dolor, debido al apoyo que le dio su fuerte y dulce madre, la joven adolescente decidió hacer algo que no pudo hacer en mucho tiempo viviendo en Perú.
Desde que ella era niña se crio en Canadá y junto con el país ella se iba congelando , perdió su cultura y su idioma natal; vivió vacía a pesar de tener una madre amorosa , su mamá ya había conversado con ella sobre el regresar a Perú pero Sophia se negaba porque decía que este país no tenía nada para ella, sin embargo debido a la muerte de su abuela se vio obligada a regresar, sus pensamientos desordenados daban vuelta en su cabeza , ella no quería esta tierra, no se sentía propia de este lugar incluso cuando el cáncer llegó a su vida odió más este país.
El día que escuchó decir que quedaban solo semanas para que su vida se apague y debido a las palabras dichas por su madre, decidió hacer algo del cual nunca se tomó el tiempo de averiguar sobre su país, la cultura, las variedades lingüísticas y las manifestaciones culturales de este acogedor Perú.
Cajamarca se escuchó un grito desde la habitación de Sophia, Linda, su madre corrió preocupada, pero al llegar vio una expresión de entusiasmo en su hija, expresión que hace mucho no había visto , Sophia se acercó y le dijo que quería hacer una última cosa antes de morir y era participar en los Carnavales de Cajamarca , su madre asintió con felicidad ya que tenía el dinero suficiente para costear el viaje debido a que había estado ahorrando para la universidad de Sophia a la cual ya no podría asistir.
El cielo azul y el cálido aire reciben a Sophia, ella no espera mucho y corre por el verde pasto, la madre se conmueve a ver el rostro tan alegre de su hija, aquel que nunca pudo verlo con una gran sonrisa y que ahora lo tiene, pero sabe que no durará por mucho.
La música se oye, las calles ahora coloridas acogen a cientos de personas completamente pintadas, bailando y cantando donde la música y la alegría son el tenor de las festividades, Sophia mira a su alrededor y no ve diferencias sociales, raciales y mucho menos barreras en el lenguaje, ve a personas conectadas por el amor y la satisfacción de vivir en este lindo país , Cajamarquinos muestran con orgullo sus majestuosos disfraces, otros entonan las coplas del carnaval, los visitantes prueban con emoción la clásica chicha de jora, y los más jóvenes de la población cajamarquina bailan con mucha honra “el cilulo” baile tradicional de este bello carnaval.
En la noche los juegos forman parte de la diversión, el agua, la pintura y el polvo se lanzan de un lado a otro y Sophia se ve empapada de coloridas pinturas que tiñen hasta el rincón más oscuro de su mente.
Ya son 3 días en Cajamarca y Sophia reluce de felicidad, la tarde comienza a llegar y el hambre ruge desde el estómago de las personas, La señora Petronila hace su entrada triunfal seguida de sus colegas cocineras cargando ollas de comida, dentro de ellas se encuentra destacando el cuy, comida típica de Cajamarca,
-un cañazo por la larga vida de nuestra cultura- gritó José el dueño de casa
Todos levantan sus vasos y brindan, a la par se escucha un agradable tono jaranero de Cajamarca.
Las estrellas alumbran el verde pasto donde Sophia y su madre se encuentran sentadas, Sophia toma la palabra y sabe que este sería la última vez que su madre escucharía su voz, así que se preocupa por hablar mucho para que su madre siempre recuerde el tono de esta, Sophia debido a lo que paso pensó mucho y reconsidero la idea de que Perú no tenía nada para ella, este país le devolvió la sonrisa que solo tuvo cuando era niña , le devolvió la satisfacción de ser parte de una cultura , y sobre todo le demostró que para que un país sea prospero necesitaba a gente que disfrute y quiera a su país sin suprimir a las culturas que hacen de un lugar algo maravilloso.
-Te amo no lo olvides – dijo Sophia a su madre
-Te amo no lo olvides, Perú- Gritó Sophia al viento el cual arrastró el eco de su voz a los lugares más alejados del país.
Lastimosamente estas palabras se llevaron consigo el último soplo de vida de esta joven adolescente, quien encontró una luz en el descubrimiento de su cultura.
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