Fue en un verano cuando por fin zarpé, al encuentro de su amor aquel día me aventuré.

Era el horizonte rojizo y cálido, me hizo prisionero de mis ansias; de querer abrazar desde la proa todo aquello que envolvias en tu holgado vestido.

llegaba la oscuridad en mar abierto, el oleaje en calma hacía de mis sueños un futuro apacible. Rompían las olas y al despertar todo era incierto; a pesar de las millas recorridas, aun eras intangible al tacto de mis besos.

Después de incontables puestas de sol, vi en el horizonte el lugar donde te escondías, tierras a las que huiste vestida de overol. Sangre judía en tiempos de exterminio, soldados; rifles y alcohol.

Arribé sin puerto existente, indagando por fin di con tu nombre; es un pueblo con escasez de gente. Cuantas veces pregunté, sólo extrañas expresiones en los lugareños ese día encontré.

Envuelto en confusión un peculiar individuo conocí. Sombrero, cabello descuidado y olor a tabaco fue lo que a primera vista distinguí; sabía muy bien el motivo por el cual yo estaba ahí.

Como dos camaradas de tiempos remotos una sugerencia él me dio, que planeara mi retorno; pues, aquella mujer un día en busca de mi cariño también emigró. Encontrándome incrédulo, a pesar de ello algo en mi pecho dolió; la tristeza a mi corazón completamente embargó.

Aquel viejo buque en el que ella zarpó, tripulado por un terco y longevo señor; decidido siempre a navegar sin previa revisión del navío. Tuvo el error dejar el poder de la mar en el olvido. Esa tarde el aumento de marea escogió preservar su respeto y honor.

Entre ola y ola, siendo débil la madera del navío; los gritos de temor y llanto se perdieron en medio del material despedazado. Aquel suceso quedó guardado en la pagina del olvido; mi corazón se sumió en las sombras, de todo lo que un día fue iluminado. Fueron mis sentimientos maltratados como la vida útil de dos viejas alfombras.

Bajo la ceguera de la depresión causada, decidí ir en busca de su recuerdo, la manera era hallando una entrada; todo lo anhelado antes con sensatez debía encontrarlo, estaba decidido en buscarla sin un previo acuerdo .

El horizonte de nuevo es rojizo, ya no es tan cálido; dejé atrás aquello que me hacia sentir vivo, abandoné todo por un magnifico ser que hoy yace en el fondo de lo que con un poco de suerte pudo haber sido mi amor.

Mi mirar se perdió en las ondas del mar, me dirigí hacia él con ansias pisando por la tabla a babor , sin miedo alguno seguí mi caminar; llegó el momento y sentí como el último paso a mi alma le hizo favor.

Fui el naufrago, que sin perder mi navío terminé en un lugar que no existió; una brújula exacta que no pudo evitar que del destino fuera un extraviado mas. Al final no importa, fue por lo que mi corazón siempre insistió.

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