21/03/20
Que buen momento el de la mañana con su luz cálida y un poco mística pareciendo que el día despierta a nuestro compás.Desayuné leyendo Thoreau – el sabor del café me calienta el cuerpo y me despierta las pupilas – el sol entraba brillante por la ventana y Bali se subió al sofá como un gato para ser bendecida por esa ardiente maravilla divina y yo también deje acariciar mi piel por su energía.
Hoy me preparé bien para salir de casa, necesitaba comprar comida para mí y para Bali. Mascarillas y guantes, y con mucho cuidado a la calle.Sigo viendo demasiada gente, muchas personas tapadas y otras como si la cosa no fuera con ellas (muchas también carecen de medios de protección debido a la desatención y prevención del estado de España)
las personas mantienen una distancia entre sí que impacta a la retina y a la memoria de nuestra cultura.
Compré todo lo que necesitaba –o casi – y volví para casa.
La gente está asustada, yo misma ayer lidie y tome parte en una batalla mental entre mis miedos y mi parte racional, aunque siempre se ve afectado lo emocional y acabe con dolor de barriga por los nervios. Hoy estoy mejor, más controlada mentalmente. Pero nos han mentido con el Covid19 y realmente no va por año del DNI. Sino que afecta a cualquier persona y a más te expongas a él, más te mata, no perdona. Y con la sanidad saturada y sin medios sanitarios, sin espacio, sin camas, sin personal. La situación está desbordada. Por lo visto los síntomas tardan en aparecerte 15 días ¿estaré ya contagiada? Prefiero no pensarlo para no permitir que el miedo me mate en mil representaciones mentales, porque no me gustaría morir sola. Y menos por algo que desde el minuto uno predije. ¿Ningún mandamás pudo ver el verdadero calibre de la situación? Disculpen que no me lo crea. Todos lo hemos visto pero para nosotros ya vale más un trabajo y la economía que la propia vida. Y así nos va.
Ha hecho sol durante todo el día, que lástima no tener balcón o terraza para poder cargarme de vitamina D. Transcurre la tarde con una lluvia fina, como un llanto silencioso que nadie puede contener. Esa lluvia que renueva y hace que todo huela a tierra mojada, pero ya no la podemos oler.Cada vez que saco a la bali por la montañita miles de lagartijas se cruzan, son rápidas, demasiado. Y si tus reflejos no son muy rápidos lo único que alcanzas a ver es su fina cola desaparecer tras el matorral. Son de color verde botella con unas líneas más oscuras, quizás negras.
Los mirlos han tomado las calles.
Su canto es un gorjeo no repetitivo, aflautado, melodioso y muy grave. Este canto lo dirige desde lo alto de los árboles, los tejados de las casas o cualquier otro posadero que domine los alrededores. Serán una de las melodías de este confinamiento.
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