Dolor
Carrera parejera, viento frío y seco, parecia que estuviera viviendo en un lugar distinto al que conocía. Mientras sigo mi camino como todos los días, algo no encajaba en esta dimensión.
Veo pasar a las personas y las dejo atrás, las mismas que cada noche me acompañan en las veladas. Sigo un ritmo acelerado esperando llegar antes de que anochezca, aunque mi cuerpo me pide que frene un poco, se que si lo hago podría llegar tarde a mi reunión.
Después de unos minutos al fin estoy en casa, apenas y puedo moverme, pero lo tengo que hacerlo rápido. Después de una ducha comienzo a buscar que ponerme, tiene que ser algo elegante, o informal, empiezo a dudar. Tomo lo mas decente que veo y me dispongo a ponerme en marcha.
20:20 marca el reloj, camino con ritmo semilento hacia el lugar pactado, esto me permite observar todos los detalles que pasan a mi alrededor. Pude distinguir como una persona está esperando sentado en el parque, pobre pienso, cuanto tiempo llevara ahí. impuntualidad, pienso.
Las luces de la ciudad empiezan a despertar de su sueño profundo y cuando menos pienso estoy bajo ellas, iluminando todo al horizonte. Cielo despejado mostrando las constelaciones, pudiendo distinguir unas cuantas, junto a ellas se asoma la luna en cuarto menguante, tan brillante como su inmensidad.
Al llegar pude observar a los comensales esperando por sus pedidos, saludo a unos discretamente, al final distingo mi mesa.
20:55, justo a tiempo pienso. Se acerca una persona vestida elegante hacia mi y me otorga el menú, le observo y le pido unos minutos más antes de ordenar,
– Espero a alguien. Le digo mientras esbozo una sonrisa.
– Alguien especial imagino. Comenta el joven.
– Lo es. Digo sin más. Observo mi celular mientras él se aleja. No veo ningún mensaje por lo que pienso que en unos minutos llegará. Los minutos pasan lentamente, tanto que pareciese que las manecillas del reloj les costara moverse. El cansancio me juega una mala pasada, cuando observo mi reloj noto como si mi respiración empieza a perder el ritmo habitual.
21:30, ningún mensaje en mi celular, empiezo a pensar que le pudo pasar algo. Lentamente marco los números de su teléfono y empiezo a escuchar el sonido de espera, sin embargo no hay respuesta.
Me quedo helado, siento más frío de lo usual, la sangre no recorre mi cuerpo, mi corazón no se mueve, estoy inmóvil mientras el tiempo pasa. El mesero se acerca y empieza a tocar mi hombro esperando alguna respuesta.
Al fin, salgo de mi letargo al cual estaba sumido, lo miro a los ojos y siento como él puede observar mi estado de ánimo.
– Señor, va a ordenar algo?. Me pregunta.
– Yo, esperare un poco más. Digo con voz entrecortada.
– Está bien señor. Contesta y empieza a alejarse de nuevo. Cuando vuelvo a observar mi reloj, puedo sentir que el lugar se encuentra prácticamente vacío.
22:15 y aun sin alguna señal. Decepcionado y triste me levanto de mi asiento con mucho cuidado, de repente todo me empieza a dar vuelta, trato de sostenerme con la mesa y termino besando el suelo. En uno segundos siento como 2 personas me ayudan a volver en mí, sin embargo, todo es en vano. Mis ojos empiezan a ver cada vez más borroso, mis oídos empiezan a escuchar un silbido cada vez más intenso, y termino en un sueño profundo del cual quisiera no poder despertar.
OPINIONES Y COMENTARIOS