En días de sol rendido estoy al Calvario
al que me hundo en calor sudoroso y precario,
en días de sol resucito alumbrado en la mañana
de anodinos despertares donde aporto las ganas
hechas nubes de añoranzas precipitadas en gotas
de una lluvia que cae acumulada en mis canas.
En días de sol como éste pájaros planean el cielo
y desde él me aconsejan: «mira, no hace falta el suelo»;
en días de sol la penumbra que mortifica mi alma
me certifica, concisa, que tras la tormenta hay calma.
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