Opiniones de un científico

Opiniones de un científico

Nicolás Pardo

17/03/2020

Capítulo 1

Era un miércoles por la mañana. Hacía frío. El cielo estaba nublado. Las calles estaban desoladas, nadie salía. Horacio, acostado en su cama, durmiendo, cuando de repente, sonó el teléfono, y estirando su mano, levanta la bocina y responde…

-¿Diga?
-Hola papá
-Hola hijo, ¿cómo estás?
-Bien papá. Qué pena interrumpirte, pero necesito que me hagas un favor.
-¿cuál sería?
-El problema es que como sabes, Marta y yo trabajamos, y no podemos cuidarlos; entonces te llamaba para preguntarte si…
-Tráelos a la hora que quieras, hijo, estaré encantado de recibirlos.
-Gracias papá, no sabes cuánto me ayudas con esto.
-De repente, del otro lado del teléfono, cuelgan. Horacio se pregunta qué hizo mal para que sus hijos sólo lo llamen para favores-.
Viendo que sus nietos podrían llegar en cualquier momento, decide levantarse rápidamente de la cama. La tiende lento. Le da un orden cósmico, exacto, perfecto.
Para bañarse y cambiarse, el mismo procedimiento. De ropa lleva puesto un antiguo vestido, que le había pertenecido a su abuelo.
Bajando las escaleras, al llegar a la cocina, se da cuenta de que todo está limpio, ordenado, todo tiene su lugar.
Va hasta la estufa, la prende con un fósforo, y pone encima del fuego, una olla pequeña con agua y panela. Transcurridos cinco minutos, y observando durante este tiempo el comportamiento del fuego, le baja la llama, le agrega café, espera a que éste suelte su esencia y lo sirve en un vaso de pocas dimensiones, el cual es colocado encima de un plato que encaja perfectamente con su base. Apaga la caldera.
Sosteniendo la loza por debajo, se dirige hacia su tocadiscos, deja el café sobre la mesa, mientras busca, dentro de su repertorio -que se encuentra encima del reproductor-, algo para recibir a su familia.
Sus discos de vinilo van desde música clásica hasta bachata y merengue. Se detiene en la sección más placentera para él, los boleros. Entre ellos se encuentran álbumes de Los panchos, Los visconti, El trío Martino, Pimpinela, Julio Jaramillo, Alci Acosta y demás. Se encuentra indeciso. Luego de pensarlo, escoge el más apto para los niños. Aunque le parece que expresan el amor de una forma muy idealista, sus canciones, son aptas para esa edad.
Saca la carpeta de su gaveta, retira el cartón y pone el disco sobre la plataforma. Activa la máquina. Lleva la aguja hacia la superficie y reproduce la música, dejando el cobertor cerca al café.
Viendo que el aparato funcionaba con normalidad, coge su taza, y se dirige a la silla de mecer que se encuentra cerca de allí. Cuando se sienta, empieza la primera canción.

Tanto tiempo disfrutamos de este amor, nuestras almas se acercaron tanto así, que yo guardo tu sabor, pero tú llevas también, sabor a mí. Si negaras mi presencia en tu vivir, bastaría con abrazarte y conversar, tanta vida yo te di, que por fuerza tienes ya, sabor a mí.

Con cada letra que escuchaba, recordaba a María Clara, su esposa. Recordaba su sonrisa, sus ojos, su boca, que estaban para él, siempre que las circunstancias lo requirieran. Mientras esas hermosas imágenes le pasaban por la cabeza, la canción se acabó. Comenzó la segunda.

Tus besos se llegaron a recrear, aquí en mi boca, llenando de ilusión y de pasión, mi vida loca. Las horas más felices de mi amor, fueron contigo, por eso es que mi alma siempre extraña el dulce alivio. Te puedo yo jurar ante un altar, mi amor sincero. A todo el mundo le puedes contar que sí te quiero. Mis labios me enseñaron a sentir lo que es ternura, y no me cansaré de bendecir tanta dulzura.

Mientras ésto, llegaron a su mente aquellos recuerdos de todo lo vivido entre los dos. Cuando la conoció, la primera vez que le habló, cuando tuvieron que hacer su primer proyecto juntos, cuando la besó por primera vez, cuando le pidió matrimonio y otro par de cosas. Sin embargo, a pesar de las encantadores memorias, su llanto interrumpió el suave y melódico silencio de la casa, acompañado, contradictoriamente, por la música de fondo. Mientras detallaba cada suceso, sonó el timbre, eran sus nietos.
Limpiando las lágrimas de sus ojos, se levantó de la silla, volvió a dejar su pocillo sobre la mesa y caminó hacia la puerta, la cual estaba a unos 10 metros de donde él estaba sentado. Cuando llegó al portón, antes de abrirlo, se miró al espejo que estaba perpendicular a la entrada, separada marco con marco, por unos 20 centímetros, verificando que no hubiera rastros de la sustancia. Cuando abrió la puerta, lo primero que vio, fue a sus nietos, y detrás de ellos, a sus padres.
-Abuelo-dicen los pequeños con voz de exclamación y alegría al verlo después de tanto tiempo.
-Natalia, Esteban, Marta, Hijo, qué gusto verlos, es un placer tenerlos en mi casa.
-Gracias, Papá.
-¿No pasan a tomar algo?- dice él, señalando sus manos hacia el interior de la casa-.
-No, Papá, vamos de afán. Aquí te dejo los niños. Por favor, te lo suplico papá, no les des de tomar nada.
-Cómo se te ocurre, no sería capaz -termina la oración con una risa nerviosa y dudosa, que hace enfadar a Andres-.
-Conociéndote, sé que eres capaz de darles medio estante ‘solo por la pruebita’-diciendo ésto último en tono sarcástico-.
-Amor, ya deja en paz a tu papá, vamos. Recuerda que tenemos reunión en media hora-dice Marta tratando de evitar una pelea entre ellos dos-.
-Está bien- dice él, refunfuñando.
Andres se despide de sus hijos y de su Papá. Les da un beso a cada uno en la frente, y a su Padre le estira la mano. Concluyendo ésto, los niños entran a la casa y se sientan en la sala ambos al frente del tocadiscos que todavía estaba sonando. Los niños, ahora más conscientes, curiosean el aparato. Lo miran, se preguntan entre ellos cómo funcionará. Cada uno lanza su hipótesis. Mientras tanto, su abuelo-después de haber cerrado la puerta- los observa recostado desde un muro cercano a la entrada que va a dar a la sala. Él ríe, recordando sus épocas de infancia en las que era igual.
-Cierto que funciona así, Abuelo.
-¿Cómo Nena?.
-los Bits que tiene el disco son transmitidos por la aguja hasta un transformador que digitalmente los convierte en sonido, y éste es expulsado por el parlante.
-No, la palanca sube y baja a medida que lo negro va girando y actúa como un telégrafo, y los Bits producidos por movimientos generan sonido expresado a través de la bocina. ¿Cierto, Abuelo?
-Él ríe-. Ambos tienen razón y ninguno a la vez.
-¿Cómo así?- dijo la Niña extrañada por la respuesta.
-Sí. Lo que pasa es que el brazo que dice tu hermano, tiene en su parte final, una especie de transformador. Éste a su vez está compuesto por un bobinado, y en la punta contraria, una aguja.
-¿Y eso es lo que produce el sonido?-pregunta Esteban.
-Sí y no. Qué pasa. El disco tiene unos desniveles y unas curvas que son circuladas por una pequeña aguja que está unida a una aguja más grande y larga, que tiene como fin, un imán, el cual posee, naturalmente, un campo magnético, que, cuando se mueve, genera una corriente eléctrica debido a que se desplaza en referencia a un bobinado de cobre que hay en algo llamado cartucho, y que luego, esos electrones, son expresados mediante música.
-¿Osea que no hay ni Bits ni nada?- pregunta la pequeña asombrada de ver esa «nueva tecnología».
-No, solo hay corrientes eléctricas, magnéticas y electromagnéticas, que junto con procesos naturales, producen la música que ahora escuchan. ¿Acaso en su escuela nunca les habían mencionado ésto?.
-No. Comenzando con que no vamos a la escuela.-Respondió la Niña encogiéndose de hombros.
-¿Por qué?,¿su padre no se los permite?-preguntó Franco extrañado.
-No, él dice que somos muy pequeños para asistir.-responde el Niño.
-¿Cuántos años tienen ustedes?.
-3- responde la hermana mayor.
-Imposible-exclama el abuelo con sorpresa-a esa edad yo ya estaba multiplicando en la cabeza; y también su papá, Él estaba iniciando el colegio. Eso es mentira. Ustedes no son pequeños para ir a un colegio; ni para eso, ni para nada. Ustedes son parte de una familia de científicos prestigiosos, importantes pero nobles, ¿lo sabían?; tal es así, que en el mundo entero, solo nos conocen los gobiernos y las universidades estatales.
-¿por qué?-pregunta el Niño.
-¿Su papá no se los ha explicado?
-No-responde el Niño con cierto toque de enojo.
-Bien, entonces les contaré cómo surgió ésta gran familia científica. Pero para ello, traigan cojines del dormitorio de arriba y pónganlos frente a la mecedora.
Los apurados niños subieron las escaleras a gran velocidad. Entraron a la primera pieza que había en el corredor. Fueron cada uno a las camas que se encontraban allí, y cogieron una almohada. Luego, descendieron hasta el primer piso rodando por el barandal de madera que estaba paralelo a las escaleras. Cuando terminaron de bajar, su abuelo ya se había desplazado desde el marco contrario al espejo hasta el asiento. Tomó su café entre las manos, y sentándose, observa a sus nietos jugar entre ellos, riéndose y peleando por quién llegaba primero. Cuando por fin terminan su larga travesía, ambos se sientan encima de las almohadas al frente de su abuelo.

-Está bien, les contaré la gran historia de la familia.

Capítulo 2- parte 1

-Como bien saben, yo soy un científico, sin embargo, no siempre fue así. Cuando era niño, era igual que ustedes. Mi actitud, para algunas personas era increíble y para otras molesto. A mí me gustaba cuestionar todo lo que veía. Me preguntaba acerca del por qué de las cosas. Mis padres no eran científicos, así que mis respuestas eran limitadas, y muchas veces, eran de fantasía. Afortunadamente, desde el jardín, aprendí a leer, por lo que cada vez que podía utilizar un computador o algo que tuviera acceso a Internet, no buscaba juegos como muchos a esa edad; yo leía acerca del sol, la luna, el planeta, el universo y todas esas cosas. Además, yo no salía a jugar con otros niños, yo solo me sentaba a leer y ahí, podían pasar horas y yo ni cuenta me daba.
Cuando mi familia se dio cuenta que no era normal mi comportamiento, me hicieron un estudio psicológico para mirar si tenía retraso o algo así. Cuando me lo hicieron, todo salió bien. Empero, el médico les recomendó hacerme un examen de coeficiente intelectual. Los resultado eran excepcionales. Había obtenido un resultado de 124 puntos. Para mi edad, era increíble. Desde ese momento, mis padres me metieron a una escuela que era muy rara y poco conocida, la cual pertenecía a una compañía llamada A.C.C.C. Ésta fue recomendada por el médico que nos entregó los resultados del último examen. Los más extraño es que no había que pagar.
-¿O sea que la escuela era pública?- pregunta la niña intrigada.
-No, lo que pasa es que la misma compañía la respaldaba.
-¿o sea que no era muy buena?
-Al contrario, era la mejor del país. Solo que el problema era que era muy exclusiva. Era solo para niños superdotados.
-Deberíamos decirle a Mami que nos inscriba allá- le dijo Natalia a su hermano, interrumpiendo al abuelo-.
-Claro que sí, ambos pasarían sobrados allá.
-Qué bien, les vamos a decir cuando lleguen- exclamó el chico emocionado al ver su oportunidad para poder entrar al fin a una escuela-.
-Me parece bien esa idea- dijo Horacio apoyando al pequeño-.
-¿Y si era divertido, abuelo?- Ella cuestiona-.
-Fue la primera y una de mis mejores épocas.- responde el mayor con orgullo-.
-¿Por qué, abuelo?- preguntó sorprendida-.
-Porque desde ese momento le cogí más amor que el que ahora le tengo a la ciencia; además, conocí a los amigos que tengo hoy en día; y porque es mi Alma máter.
-¿Qué es eso, abuelo?- preguntole Esteban.
-Significa que ese fue mi colegio, donde completé mi primaria y mi bachillerato, y también fue mi universidad.
-¿Eso es posible?
-Claro que es posible. A nosotros nos enseñaban temas de universidad desde que estábamos en cuarto de bachillerato.
-Wow, eso sí que es impresionante-comentó la niña- Pero, ¿Recuerdas algo de cuando estabas allá?
-Yo podría aseverar que un 70%.
-¿hacías travesuras?- pregunta él, no pudiendo contener la emoción-.
-Claro. Como todos, creo- responde el abuelo, riendo un poco-.
-¿Y alguna vez te escapaste del colegio?
-Pues digamos que no fue oficial. El evadir clases para irse a lugares sociales, era normal, aunque, obviamente, para la Asociación no era permitido, pero los profesores lo aceptaban.
-Recuerdas cómo fue.
-Sí
-Cuéntanoslo, abuelo, por favor- dicen ambos en coro-.
-Pero con dos condiciones.
-¿Cuáles?
-La primera es que no le digan a su padre que yo les conté esto, y segundo, que NUNCA lo hagan. ¿Claro?
-Sí, señor.- respondieron al mismo tiempo llevando su mano derecha hacia su frente, como un par de militare—.
-Está bien. Aquí va.
*******
Lunes por la mañana.
-Entonces Franco, ¿nos vamos a tomar una cerveza?-pregunta D’angelo antes de que comenzaran las clases-.
-Uyyy no, hoy es lunes. ¿No es muy temprano?, mire que apenas estamos iniciando semana- responde Horacio.
-Ayyy hágale, no sea flojo, mire que hoy no tenemos muchas cosas que hacer.
-Pues sí, yo sé, pero igual, nos quedan cuatro días para terminar la semana.
-¿Y qué tiene?
-Pues que qué vamos a hacer el viernes, por ejemplo.
-Pues lo mismo.
-Usted sabe que eso solo se puede hacer una vez por semana.
-Según quién.
-Nosotros mismos fijamos esas reglas, viejo.
-Pues sí, pero mire que ya el resto aceptó, solo falta usted. No sea aburrido.
-Está bien, pero solo una, porque recuerde que mañana tenemos exposición de núcleos.
-Sí, camine- enuncia Juan Luis.
Horacio, Juan Luis, Carlos y otros dos compañeros salen del salón 11-02.
-¿Y vamos a ir solos? -pregunta Horacio.
-Obvio no, nos van a acompañar unas del 11-01-complementa Carlos-. Ahhh, pero eso sí, cada uno se convence a la que se quiera llevar.
Cuando todos llegan al respectivo salón, buscan a las mujeres que desean invitar.
-Claudia, milagro en verte- le dice Horacio.
-Lo mismo digo, compañero- le responde ella tocándole el hombro con una sonrisa- ¿y eso? ¿Qué te trae por acá?.
-Quería saber si querrías acompañarme a una reunión que vamos a tener yo no sé en donde, con Luis y ellos- responde Él de manera intranquila.
-Ella ríe-
-¿Por qué te ríes?, no es juego.
-Por la manera en que lo dices, es muy chistoso. Estás hablando con una amiga, relájate -dice Ella de una manera muy dulce- y sí, acepto.
-Tienes razón, el problema es que estoy muy nervioso. No sabes cuánto se me dificulta hacer esto. Recuerda que soy tímido hasta para hablarle a mi mamá.
-Ella ríe-. Sí, pero si llegas así a la universidad, te vas a fregar, ¿lo habías tenido en cuenta antes?
-Sí, tranquila, ya lo había considerado.
-¿Sabes?, tú y yo deberíamos practicar eso. Creo que te puede ayudar mucho en tu futuro.
-Tal vez sí. Pero, aunque aprecio tu oferta, creo que prefiero quedarme así. He decidido entregar mi vida a la ciencia y dejar los deseos humanos a un lado.
-Ese tipo de cosas, son las que JAMÁS debes decir frente a una chica, ni muerto, ¿lo sabías?.
-Sí, lo sé. Reconozco que soy un fiasco con las mujeres, gracias por recordármelo- dice él agachando la cabeza y riendo como si se estuviera lamentando por ello-.
-Pero para eso existen los amigos, para ayudarse. Juntos lograremos quitarte ese miedo absurdo que tienes para hablarle a las mujeres.
-Él ríe- Ahora Tú de qué te ríes-pregunta Ella-.
-De que vine a invitarte a salir y terminé con un regaño y un trabajo extra.
-Ríen ambos-.
-Allá los tórtolos, ¿será que ya nos podemos ir?. Faltan cinco minutos para que comiencen las clases y nosotros seguimos acá, como si nada. Recuerden que el Superior sale dentro de dos minutos de su oficina, y donde nos vea, nos mata; así que MOVÁMONOS- les interrumpe Luis, reprochándoles su demora-.
-Se quedan ambos cayados, apenados por cómo el resto del salón los miraba-.
Después de aquella humillación, los diez, salen del salón y se desplazan hacia la salida. Pero, faltando dos pasillos para llegar a la puerta, se detienen repentinamente al ver al Director conversando con un profesor a la mitad del pasillo.
-¿Ahora qué hacemos?- pregunta una de las mujeres que iba en el grupo.
-No sé. Pensemos dónde hay una ventana para salir a la zona Verde y ahí escaparnos por el «bosque» hasta la salida- dice Carlos.
-Por el laboratorio de Química de noveno- responde Alberto, señalando el lugar.
-Bien pensado- le replican.
Todos se dirigen hacia la entrada. Uno de ellos pasa su carnet para que se desactivara el sistema que la mantenía cerrada. Cuando entran, se encuentran a un maestro que está sobre su escritorio revisando un texto. Al haber sido descubiertos, se quedan quietos, puesto que pensaban que el profesor los iba a delatar. Sin embargo, Él solo movió su cabeza hacia el interior del salón, haciendo un gesto de «pasen» con su cuerpo. Viendo que tenían autorización, rápidamente ingresaron todos para evitar ser descubiertos. Sin mencionar una sola palabra, se desplazaron a través del recinto, llegando hasta la ventana. Salieron saltando, ya que estaba abierta.
-Lo logramos- festeja Horacio, siendo el último en caer-.
-Corramos hasta el «bosque».
-Ellos obedecen-.
Se desplazan ágilmente por la cancha, como si fueran tarde a una clase, para no levantar sospecha alguna. Llegando al «bosque» reducen su velocidad, y rodeando el pastizal, llegan a la salida del colegio.
-Por fin, casi que no. -Todos asienten-. Bueno, a dónde ahora- le pregunta Carlos a Juan.
-¿Al lugar de siempre?.
-Sí- responden todos.
Se dirigen a la parada del bus. Lo esperan. Cuando llega, se suben, y quince minutos más tarde, bajan al frente a un negocio pequeño y viejo. Suben cuatro esquinas. Se dirigen al oriente, durante media cuadra. A la mitad de la calle, una puerta, resguardada por un hombre de mediana estatura que les pide su documento. Ellos lo muestran, y siguen. Bajan las escaleras. Al terminarlas, ven que el bar está vacío. Horacio, se acerca a la barra y pide una botella de Aguardiente, y regresa a donde sus compañeros ya están sentados.
-Casi que no lo logramos. Ahora, yo me pregunto, ¿será que el profesor nos delata?- cuestiona Horacio, preocupado.
-No creo. Él es todo buena gente. Una vez nos dejó salirnos de clase para hacer lo mismo y al día de hoy, no hemos recibido memorando por ello.- dice Camila, invita de D’angelo.
-¿Y hace cuánto fue eso?- le cuestiona-.
-Casi un año.
-¿y los dejó salir así nomás?
-Sí, solo nos preguntó que para dónde íbamos, le respondimos, y ya.
-Bueno, ojalá así sea esta vez.
En ese momento, llega el camarero, con la botella. Ésta tenía una concentración de veintinueve mililitros de alcohol por cada cien mililitros que tenía. Acto seguido, lo sirven en el número de copas que trae el mesero a su mesa (10). Al servirlas:
-Bueno, propongo un Brindis por la ciencia, por el colegio, por la educación, por las matemáticas, y por todo lo bello que tiene la vida- dice Horacio, levantando la copa y chocándola suavemente con la de sus compañeros, comenzando con Claudia y finalizando con Alberto.
-Salud- responden todos en coro y bebiéndola hasta el fondo.
Horacio se levanta de su silla, va hasta la barra y pide «Lejos de Ti» de Raúl Garcés. Se devuelve a donde estaba. Terminando la canción anterior, desde la central, apagan las luces del lugar y dejan encendidos un par de focos tenues, con los que apenas, se lograban distinguir las caras entre ellos. Percatandose de lo sucedido, los hombres se miran entre sí, y deciden levantarse y, mientras unos les estiran la mano a sus compañeras, otros se sirven otra copa y la beben hasta el fondo, después de brindar entre ellos tres. Acto seguido, Carlos, Alberto y Horacio repiten lo mismo que sus otros compañeros:
-Vuoi ballare con me, dolce signora? (¿desea usted bailar conmigo, dulce dama?)-dice Horacio en Italiano-.
-Certo, grande gentiluomo (por supuesto, gran caballero)- le responde ella sonriendo-.
Franco, extiende su mano y Claudia le corresponde, llevando la suya hacia la de él, y cuando la agarra, se levanta. Ambos, caminan hacia el costado contrario de donde entraron. Cuando llegan, se encienden las luces de la pista. Todo se ve iluminado de una manera muy idealista.
Antes de que pusieran la canción, todos se preparan para bailar. Él emplea la posición básica. Ella le sigue. Horacio, lleva su mano derecha a la parte baja de la espalda, encima de la cintura, y con su izquierda, le coge su mano derecha y la lleva a la altura de sus hombros. Comienza a sonar el Bandoneón. Transcurrido siete segundos, en el segundo contragolpe de la partitura, ellos comienzan a bailar.

Inician lento. Siguen el dulce del ritmo de la canción.

Hoy que la lluvia entristeciendo está la noche, y las nubes en derroche tristemente veo pasar, viene a mi mente la que lejos de mi lado, el cruel destino ha posado solo por verme llorar. A veces pienso que tal vez mi desventura, la causa de esta amargura que no puedo soportar, quiero estar al lado de ella, para decirle que es bella, para decirle que nunca podré dejarla de amar.

-Aquel melódico compás, ese que había escuchado tantas veces, anhelando bailarlo con alguien, con una mujer que le llamara la atención. Claudia, sí, Ella. Desde que la conoció en quinto grado, siempre buscó conquistarla, llamar su atención. Sin embargo nunca había podido, no hasta que en cuarto de bachillerato, la conoció-.

Capítulo 2- parte 2

-Bueno, tienes algo que te salva- dice Claudia-.
-¿Qué es?.
-Saber bailar. Aunque no lo creas, es un factor muy importante si quieres estar con una chica.
-¿En serio? -pregunta Horacio con tono sarcástico-.
-Realmente es más importante de lo piensas.
-Y aquí, es donde yo cuestiono el por qué.
-Porque recuerda que los bailes se hicieron para que los hombres impresionaran a las mujeres. Esto, con el fin de «sentir» su cuerpo de una manera socialmente aceptable.
-Ajá, ¿y solo por eso es tan importante?.
-Es más indispensable de lo que te podrías imaginar. Sin embargo, por ello ya no te tienes que preocupar, al parecer lo tienes dominado.
-Eso crees tú. Acá donde me ves, estoy haciendo mi mayor esfuerzo para seguirte los pasos.
-No sé. Pero bajo las condiciones que sea, ya está hecho el 50% del trabajo.
-Bueno, algo menos.
Así continuaron bailando y tomando toda la tarde, la noche y el día siguiente hasta las tres de la mañana. Cuando de repente…
-MI**DA, a que no me van a creer qué horas son- pregunta Juan Luis después de mirar su reloj-.
-La mi**da, son las tres de la mañana- dice Carlos alterado repitiendo el mismo gesto-.
-¿Y ahora?
-Pues vámonos, no nos queda de otra. Ni modo de no ir a clases hoy.
-Buen punto.
Pasan todos sus credenciales ante la caja.
Salieron, y montándose en una ruta del colegio, que pasaba por allí cada media hora. Llegaron al lugar de donde se habían escapado el día anterior.
Bajándose todos de la ruta, atravesaron la entrada, el bosque, y llegaron a los dormitorios. Todas las parejas se fueron a sus respectivas habitaciones sin antes despedirse.
-La pasé excelente esta noche, Horacio.
-Lo mismo digo, Madame.
-Ojalá siempre fuera así. ¿Sabes que no sería mala idea volver a salir todos otra vez?.
-Sí, realmente no es mala idea -esperando un par de segundos- ¿Qué vas a hacer el viernes?
-Nada en especial, creo. Salir con las chicas, ¿por?.
-Curiosidad. Bueno, nos veremos más tarde.
-Ella ríe- No habrá remedio, tocará ir.
-La educación por encima de todo -dice él alzando los hombros-.
-Ella suspira-.
Él se despide de ella con un beso en la mejilla.
-Adiós- dice muerto de la pena.
-Ella ríe- Adiós.
Por ella llegó Camila. Se despiden Camila y Horacio. Ellas dos se van caminando, y Franco se dirige hacia donde está Juan Luis. Y yendo a las habitaciones:
-Qué noche, ¿no?- pregunta Horacio.
-Total. Una de las mejores -responde él-. Pero, ¿sabe una cosa?, me parece que hubo gente la disfrutó más que otros.
-¿Por qué?
-Porque por ejemplo, personas como usted, tuvieron MUCHAS oportunidades; claro está que no sé si fueron aprovechadas, lo que sí sé, es que eso difícilmente se va a repetir.
-Pues al parecer sí.
-¿Y eso?
-Pues pienso invitarla, pero esta vez un viernes, COMO LA GENTE NORMAL.
-No se queje. La pasó mejor que cuando vamos los viernes solos como anormales, a tomar y tomar. Dígame si acaso a usted no le parece mejor este plan que solo ir a beber cerveza escuchando música que nos hace recordar cosas malas. Por lo menos agradezca que mañana no va a despertar con una duda existencial, sino con una gran sonrisa porque la va a volver a ver. ¿Acaso no le parece mejor?.
-Ciertamente, compañero, pero…
-Hasta ahí- dice de repente D’angelo alzando un poco la voz para evitar que el otro siguiera con su discurso-. Viejo, acabamos de volver de una fiesta donde por fin bailó con la mujer que siempre le había gustado, en vez de ver a otros hacerlo, como de costumbre; así que, por favor, le pido que no comience con su filosofía pesimista, se lo ruego.
-Está bien, perdón, pero es que todo esto es nuevo para mí, y me parece muy extraño, además, de cierta manera, me causa una especie de temblor en todo el cuerpo.
-No lo creo, Viejo, usted se enamoró!!!.
-¿Yo?, por favor qué locuras le pasan por la cabeza, viejo.
-Viejo, acéptelo, se enamoró.
-Sobretodo yo. Como si tuviera tiempo para eso.
-Horacio se enamoró- gritó esto varias veces Luis-.
-Qué no, y baje la voz que ya todo el mundo está durmiendo.
Y mientras seguían en la discusión de si Horacio se había enamorado o no, llegaron al pasillo en donde se encontraban sus habitaciones. Abrieron la puerta suavemente. Fueron hasta el fondo del lugar, se despidieron, dieron vuelta, y cada uno entró a su pieza.
Estos pasillos consistían de 10 habitaciones ubicadas unas al frente de las otras, con las entradas en paralelo.
Llegando la hora de despertarse, Horacio, efectivamente, se levanta con una sonrisa, recordando todo lo ocurrido la noche anterior. Cuando se termina de arreglar, sale de su habitación y se encuentra con Juan.
-¿Y?.
-«Y» qué.
-Si amaneció recordándola o no.
-Pues sí, pero ni una sola palabra a nadie de esto, ¿entendido?.
-Como ordene, señor; sería una locura que todo el mundo se enterase que el gran Horacio Franco, se enamoró de una colega, ¿no lo cree?.
-Muérase.
-Él ríe- Sería una completa locura, ¿verdad?.
-Viejo, hablando en serio, no me haga eso; no sea así.
-Tranquilo su secreto está en buenas manos.
-Confío en usted.
-Él ríe- Qué sí, no se preocupe por eso. Claro que, pensándolo bien, no veo cuál es el problema de que el mundo se entere de que Horacio Franco se haya enamorado.
-Viejo, póngase a pensar, ¿usted qué cree que la gente pensaría si se enterara de que el director del grupo AB-XVIII se enamoró?.
-Pues sinceramente no creo que haya algún problema, somos humanos, es normal.
-Pues muy normal y todo, pero no; las personas podrían confundirse, desenfocarse, y después la culpa es mía. Y, sinceramente, no tengo la menor intención de que me revoquen de mi puesto por una simplicidad.
-Aunque no creo que lo vayan a tomar así, ni que ocurra eso, está bien, se lo respeto.
En ese mismo instante llega Claudia.
-Hola muchachos, ¿qué tal?.
-Horacio y Juan Luis se miran al mismo tiempo-.
-Bien-responden ambos simultáneamente- ¿cómo te terminó de ir?- se adelantó Franco.
-Bien, gracias.
-Bueno, viejito, yo lo dejo, hablamos en Laboratorio- dijo Luis despidiéndose de ambos-.
-Dele.
-Adiós, Juan- responde Claudia-.
******
-Y así fue básicamente mi primera escapada del colegio- dice Horacio terminando su relato-.
-WOW, QUÉ EMOCIONANTE- grita Esteban como si hubiera escuchado la historia de su vida-.
-Y aunque muy interesante, ¿el grupo AB-XVIII?- pregunta la pequeña-.
-Horacio ríe-. Sí, el director del grupo AB-XVIII. La compañía se dividía en varios grupos, A, AB y B. A eran grupos de trabajo; AB, eran grupos de estudio escolar-universitario; y B, eran de estudio primario o elemental. Y pues siendo uno de los mejores de la clase, fui escalando por los veinte grupos de AB hasta que me asignaron director del AB-XVIII.
-¿Y cómo era eso de que dormían uno al frente del otro?
-Lo que pasa es que dentro del colegio había dos conjuntos de dormitorios para aquellos estudiantes de la institución. Ambos eran de quince pisos. Estos eran compartidos con los estudiantes de la A.C.F.
El de los hombres tenía tres pasillos por piso y diez habitaciones por línea. En el primer y segundo piso, dormían los sesenta estudiantes de ciencias de noveno*. En el tercer piso, treinta de filosofía de noveno. En el cuarto, diez de filosofía de noveno y veinte de ciencias de décimo**. En el quinto eran treinta de ciencias de décimo. En el sexto, diez de ciencias de décimo y veinte de filosofía de décimo. En el séptimo, veinte de filosofía de décimo y diez de ciencias de once***. En el octavo, treinta de ciencias de once. En el noveno, veinte de ciencias de once y diez de filosofía de once. En el décimo, treinta de filosofía de once. En el décimo primero, treinta invitados. En el décimo segundo, veinte invitados y diez de filosofía de prácticas universitarias. En el décimo tercero, treinta de filosofía de prácticas universitarias. Y en los dos últimos pisos, sesenta de ciencias de prácticas universitarias.
El de las mujeres tenía dos pasillos por piso. En el primero dormían veinte de ciencias de noveno. En el segundo, diez de ciencias de noveno y diez de filosofía de noveno. En el tercero, veinte de filosofía de noveno. En el cuarto, veinte de ciencias de décimo. En el quinto, diez de ciencias de décimo y diez de filosofía de décimo. En el sexto diez de filosofía de décimo. En el séptimo, veinte de ciencias de once. En el octavo, diez de ciencias de once y diez de filosofía de once. En el noveno, veinte de filosofía de once. En los tres siguientes, las sesenta invitadas de la A.C.C.C. En el décimo tercero, veinte de filosofía de prácticas universitaria. En el décimo cuarto, diez de prácticas universitarias de filosofía y diez de prácticas universitarias de ciencias. Y en el último, veinte de prácticas universitarias de ciencias.
Cada pasillo tenía una puerta de vidrio en la entrada que siempre permanecía sin seguro y con un tablero que daba información importante del día en todo el medio del rectángulo. Los directores dormían en la última habitación para que cuando pasara una emergencia, ellos salieran con el botiquín verificando que no se quedara nadie dentro de su línea asignada. Al frente, generalmente, estaba la persona más allegada a él, esto para que frente a cualquier eventualidad, ambos pudieran auxiliar a alguien.
-¿ Y tú por qué quedaste en frente de Juan Luís?
-Porque uno podía escoger en qué piso, pasillo y al frente de quién, y pues ambos decidimos ese lugar.
-¿Y todos podían escoger?
-Sí, el problema es que era por orden de llegada, entonces entre más temprano llegaras a la repartición, tenías más libertad de escoger. Recuerden que el que llega primero, gana más.
-¿Y siempre dormiste ahí?
-No, eso solo fue cuando estuve en el colegio y una parte de las prácticas. Ya después fue en otro lugar.
-¿Había más lugares?
-Sí, los dos del colegio. El de las prácticas era depende en dónde las hacías. Y las del trabajo que eran pagadas por la A.C.C.C.
-¿Y tú dónde hiciste tus prácticas?
-Yo trabajé en el colegio. Mi división recibía énfasis en educación y pedagogía, por lo que yo le daba clase a los jóvenes que estaban en quinto de bachillerato. Yo enseñaba una materia que se llamaba «Investigación cuántica». También dictaba la materia de requisito: «Mecánica cuántica», ahí se veía toda la física no Newtoniana.
-¿Investigación cuántica?- preguntó el niño, sorprendido de escuchar ese nuevo término-.
-Era una clase donde se estudiaba el comportamiento de las partículas y se les enseñaba cómo podían hacer teorías con lo ya aprendido.
-Suena complicado- dice el menor quejándose-.
-Cuando lo escuchas, suena horrible, pero cuando empiezas a ver la teoría y la aplicas a la vida, te parece la cosa más maravillosa del mundo.
-Lo dudo, ¿sabes, abuelo?.
-Él ríe- No eres la primera persona que lo refiere. Aún recuerdo que la primera vez que llegué al salón. Todos mis estudiantes tenían cara de asustados, como si los fuera a matar, pero cuando terminaron el semestre, era en la materia que mejor les había ido.
-Eso sí es raro.
-Las vueltas de la vida, decía mi abuelo.
-Todos ríen-.
-Abuelo, podrías, por favor, explicarnos qué es eso de Física Cuántica. Es que ese término se lo he escuchado a mis papás varias veces, pero cuando hago la misma pregunta, ninguno me responde, la evaden ambos.
-Él se sorprende de la anotación-.
-Sí, ellos nunca responden nuestras preguntas de ciencias, y en cambio, nos enredan y nos terminan diciendo cosas fantásticas, que, aunque muy divertidas, nosotros sabemos que no son verdad, pero no conocemos la contestación correcta a nuestra incógnita- dice Esteban, reforzando lo que había dicho anteriormente su hermana-.
-Niños, no sean tan duros con ellos; hacen lo mejor que pueden- dice Horacio reprochándoles, en parte, la forma de juzgar a sus padres-.
-Ambos bajan la cabeza- Lo sentimos.
-Está bien, les voy a explicar qué es eso.

*Cuarto de bachillerato.

**Quinto de bachillerato.

***Sexto de bachillerato.

Capítulo 3-parte 1

-Resulta niños, que en la física hay dos etapas, una clásica y otra moderna. La primera está definida como la física que estudia los movimientos de los cuerpos a gran escala, y se rige, en su mayoría, por las leyes de Newton. En su contraste, la moderna, estudia el comportamiento de los objetos microscópicos (nivel atómico), algunos cuerpos no descritos anteriormente que se encuentran en el espacio, el comportamiento de las ondas y otra cosas.
Básicamente, la física contemporánea se basa mucho en algunas concepciones filosóficas que, junto con las matemáticas, le dan a entender a la humanidad el comportamiento del universo en todas sus escalas: desde las más grandes, contemplando estrellas y objetos masivos y súper masivos; así mismo las mínimas escalas, el comportamiento de los átomos, de las ondas, de las partículas, y las leyes con las que se rigen.
Durante mucho tiempo se creyó que los átomos se comportaban igual que los objetos macroscópicos, sin embargo, cuando realizó el experimento de disparar un rayo de luz a través de un par de rendijas, se dieron cuenta que los fotones (átomos de luz), se comportaban como ondas, de esto que se estudió algo llamado: dualidad onda-partícula, la cual describía mediante formulaciones matemáticas, cómo se comportaban los átomos tal de vibraciones y viceversa.
También se describió que cuando se colocaba un «observador cuántico», las partículas dejaban de ser ondas y se comportaban como corpúsculos. De esto se derivaron las ideas de «superposición e indeterminación cuántica», cada una describiendo el comportamiento del haz de luz. Así mismo, se desarrollaron ideas de entrelazamiento cuántico.
-¿Y cuál es la definición de cada uno de esos términos, abuelo?- pregunta el niño estresado por no entender una sola palabra de que había dicho Horacio-.
-Bueno, la dualidad onda-corpúsculo, es una propiedad que tienen los objetos a pequeña escala de variar entre átomo y vibración dispersada (onda). Básicamente, eso solo lo pueden hacer las partículas y no los objetos grandes.
-¿Por qué?- pregunta la niña-.
-Porque hay una ecuación donde se establece que lambda, es la relación inversa entre la constante de Planck y la energía cinética del objeto en cuestión (masa*velocidad*factor de Lorentz), lo que indica que, siendo su velocidad cercana a la de la luz, su longitud de onda es pequeña, y al reemplazarla en la ecuación de Schödinger, la función de onda queda en indeterminación, por lo que no sabe si actúa como onda o partícula.
-Ambos niños se miran entre sí, confundidos por la terminología-.
-La superposición es un fenómeno muy extraño donde la partícula puede estar en dos lugares distintos simultáneamente.
-¿Y eso se relaciona con la indeterminación? -pregunta la pequeña-.
-No, ese es otro aspecto. Resulta que un físico llamado Heisemberg planteó una ecuación donde, según Él, no se puede saber la posición ni la velocidad de un cuerpo al mismo tiempo, siendo ambas independientes y descritas matemáticamente como una desigualdad.
-Y tú que decías que no era difícil. Siempre que hay una desigualdad todo se vuelve una locura- le reprocha Esteban-.
-Horacio, ríe-. ¿Alguien alguna vez te habían dicho que hablas igual que tu padre?
-Sí, ya lo había escuchado.
-No le prestes atención, abuelo. Continúa- dice Natalia empujando suavemente a su hermano-.
-Está bien. Continuando con el tema, el entrelazamiento cuántico es, para mí, el comportamiento más hermoso de la naturaleza. Éste establece que si una partícula interactúa con otra cierto tiempo, no importa cuán separadas estén después, a ambas les va a pasar lo mismo. Y, saben, con eso ya se han realizado experimentos sobre teletransportación. Por cierto, ésta fue desarrollada por Dirac -dice Franco señalando un cuadro del científico que tenía en la sala-.
-¿Y era todo eso lo que había que aprenderse?- pregunta el niño angustiado-.
-No, eso solo es la punta del iceberg. De ese tema aún falta mucho más.
-¿Y del espacio es lo mismo?
-Ese es peor.
-No más- súplica Esteban-.
-Sigue abuelo, por favor- denuncia su hermana mayor reclamando su derecho de autoridad-.
-Dejen de pelear niños, por favor. El espacio se los voy a resumir un poco más.
En nuestro universo en expansión, existen muchas galaxias, planetas y anomalías espaciales como agujeros negros, de gusano; estrellas de neutrones; incluso, hay planetas que tienen características similares en los que se podría desarrollar vida más adelante.
-¿Dijiste «universo en expansión»?.
-Sí, en EX-PAN-SIÓN. Resulta que después de que el Campo de Higgs se calentara por la fricción de las partículas allí presentes, el Bosón de Higgs superó su estado cuántico y creó, a partir de lo que se encontraba en su entorno, la materia que hoy conocemos, generando una contracción y luego una expansión del universo que se sigue manteniendo hasta hoy.
-¿Y cómo se crearon las estrellas, planetas y esas cosas?.
-Inicialmente, en el campo de Higgs había electrones, neutrones y protones. Después de que esas partículas comenzaran a tener masa, se agruparon en lo que conocemos hoy día como átomo. El primero de su clase fue el de Hidrógeno. Después del gran enfriamiento del universo, los átomos de hidrógeno se cumularon entre sí creando materia cada vez más grande. Luego lo mismo pasó con el helio y así se fueron creando moléculas, compuestos, más adelante materia pequeña que se fue agrupando creando masas que se unían con otras, formando de esta manera el espacio que vemos hoy en día.
-Eso debió tardar millones de años- dice Natalia asombrada-.
-Se esperaría que así fuera. Sin embargo eso duró poco más de una fracción de segundo.
-Pero de ser eso cierto, ¿el planeta no tendría acaso la misma edad el universo?-pregunta el niño intentando comprender la pequeña contradicción-.
-No. Ciertamente, muchos de los planetas son masas que se desprendieron debido a un choque entre un asteroide y un cuerpo más grande, y quedaron atrapados en la fuerza gravitacional de una estrella que entre comillas es masiva.
-¿Sabes?, ya no me dieron ganas de entrar a la escuela, no quiero ver las matemáticas de eso- dice Esteban completamente perdido-.
-Vamos, no es tan difícil. Es solo cuestión de prestarle atención. No seas llorón -le reprocha su hermana-.
-Niños, por favor, no peleen. Seguramente aquí el pequeño Esteban desea ser un artista abstracto de esos que ganan dinero botándole pintura a marcos, y diciendo en conferencias que eso representa el flujo de energía del mundo y de su alma – dice Horacio en tono burlesco-.
-¿Y cuál sería el problema?. ¿Acaso eso no es arte? -pregunta el niño intentando defenderse-.
-Recuerdo mucho un texto de filosofía que una vez había leído que se llamaba «Estética y hermenéutica» de Gadamer, quien establecía la relación entre el arte y el observador. Él decía que la hermenéutica revelaba la distancia entre alma y alma; y el arte era una forma de autoconocimiento del espíritu (referencia tomada de Hegel). Ahora, él planteaba que entre la obra y el observador existe una simultaneidad, una relación que los une, por decirlo de alguna manera. Que cada persona interpreta la imagen a su gusto y que nunca tendría nada que ver con la idea original del autor. Todas tienen su interpretación actual; con todas se puede hacer el ejercicio de compararlo con el momento y siempre van a tener una relación. Sin embargo, eso no pasa con el «expresionismo abstracto». Esta «forma de arte», solo consiste en tirar pintura sobre un lienzo. Si se analiza correctamente, muchas de las técnicas que utilizan son fenómenos físicos y matemáticos como por ejemplo crear espirales de Fermat con desplazamiento a través del plano bidimensional con varios colores; así como balancear sobre el marco un tarro con varios grados de distribución; también, por ejemplo, inercia, momento e impulso al quedar plasmado el color sobre la tela cuando es arrojada por el pincel. Y así se podrían sacar varias deducciones naturales con sus técnicas. Ciertamente, si se compara con lo que dice Gadamer, primero, no tiene equivalencia con la actualidad, bajo ningún razonamiento; segundo, se pierde la conciencia del alma puesto que no la representa, y tampoco une espíritus, por lo que se llega a la conclusión de que no es ARTE.

-Pero si tú mismo dijiste que sus autores decían que representaban la esencia y la energía del alma, ¿cómo vas a decir que no tiene relación el ánima?.

-Mira, ellos lo dicen porque eso capta la atención tanto de los críticos como del público en general, haciéndoles creer así todas las mentiras que dicen. Tienes que tener en cuenta que hoy la gente se guía por lo que dicen los demás, la autonomía no existe, todos son tan moldeables, ninguno quiere pensar por sí mismo, les da pereza; entonces otros que sí piensan, ven en eso una oportunidad y la aprovechan para conseguir dinero y fama.

-Ambos niños quedan en silencio. Reflexionan las palabras de su abuelo. A pesar de su edad, comprenden todo-.

-Interrumpiendo el silencio- Por eso niños, antes de hacer todo lo que se propongan, tienen que ser críticos, tienen que pensar por sí mismos, utilizar la razón, deben cuestionar todo lo que les dice, nunca dar algo por sentado, no hay verdad absoluta, todo es mentira porque siempre habrá algo que lo contradiga o alguna excepción a la regla. Para que comprendan ésto con mayor autoridad, les voy a regalar unas copias de un texto de Kant que se llama «¿Qué es la ilustración? (1784)». Las voy a traer.

-Horacio se para de su silla. Atraviesa toda la sala. Pasa al frente de la puerta. Cruza otra habitación en diagonal. Se para ante una gran puerta de madera que abre suavemente. Al encender la luz después de haber entrado, se dirige a la biblioteca que queda en paralela a la entrada. En la cuarta fila busca una una carpeta que dice Immanuel K.. En ella saca dos copias de color amarillo con algo escrito en sus páginas-.

-Sale rápidamente del lugar sin antes apagar la luz. Mete su cabeza casi que dentro de las hojas para no ver su alrededor. Llega a su asiento. Les entrega los documentos y se sienta- Mis abuelos me regalaban plata; yo les doy conocimiento gratis, es más valioso. Aunque el mundo les jure que tienen que ser exitosos, primero tienen que ser educados. La educación es la clave para el futuro. Jamás se dejen convencer de nadie respecto a nada.

En fin, con respecto a lo del universo, después de esa expansión, los planetas, soles, estrellas y otras cosas, se fueron creando a medida que iba avanzando el tiempo. Hay, por ejemplo, estrellas que soy muy grandes, y que cuando mueren crean agujeros negros. Algunas teorías dicen que si esas anomalías espaciales son muy grandes, se conectan con otros universos. También existen objetos que acortan el espacio tiempo llamados Agujeros de gusano. Así mismo, existen varios tipos de estrellas como las de neutrones. Y aunque esto sea de mucha controversia, existen postulaciones filosóficas y físicas que dicen que hay vida fuera de este planeta, pero no tal como la conocemos.

Para que lo entiendan de una manera sencilla -dice Horacio después de un tiempo de pensar cómo les podía transmitir la idea sin que se perdieran mucho- les voy a explicar eso de que no estamos solos en nuestro universo. Según la filosofía, el tiempo es una ilusión. Si nada lo percibiera, no existiría. Y según la relación que tiene con el espacio, si uno no existe el otro tampoco (por eso se le llama tejido Espacio-Tiempo). Entonces, si no existieramos, nada existiría. Ahora, nosotros comenzamos a desarrollarnos mucho tiempo después de la condensación de nuestro planeta, entonces, eso significa que hay algo que existió antes de la expansión y que tuvo que haberla presenciado para que pudiera concretarse.

-Pero siguiendo el principio de origen, algo o alguien tuvo que haber creado eso que permitió el Big Bang ¿no? -dice la niña aplicando lo que le había dicho su abuelo antes-.

-Realmente así es, por eso es que detrás de esa idea, hay otra concepción filosófica que es resumida, entre otras, en un poema de jorge Luis Borges llamado «Ajedrez».

-¿Y qué es lo que se supone que creó todo? -siguió preguntando la niña-.

-Realmente, es desconocido. Nadie sabe ni siquiera cómo es, de dónde, si sabe que nos creó o no, tampoco hemos logrado descifrar su nombre, su arquetipo, nadie ha vuelto a hacer lo que él*.

Cuando crezcan, les daré más detalles acerca de todos esos temas. Aparte de que ya se me olvidaron muchos conceptos, me toca retomarlos -dice Horacio agachando la cabeza como si sintiera pena por ello-.

*Referencia tomada de El Golem, Jorge Luis Borges (1958).

capítulo 3-parte 2

-Y eso era lo poco que tocaba aprenderse solo para poder colocar mi materia en el plan de estudios semestrales -recalca Horacio-.

-¿No más eso?. Es lo más complejo que he escuchado. Es un mundo incomprensible. Mundo de perdición mental. Uno en el que se degenera la cordura.

-Oye, calmate. Sé que te puede parecer un poco confuso y complicado, pero tampoco es para tanto. Cuando lo veas, te darás cuenta de lo hermoso que es comprender el mundo cuántico.

-No sé cómo lo soportas. Necesitaría un manicomio después de concebir todas esas ideas.

-¿Sabes? -Horacio se toma un tiempo- yo quizás me haya enamorado tanto del tema no solo por mi profesión, sino porque el tema me recuerda mucho a tu abuela. No sé si su papá se los habrá contado alguna vez, pero yo la conocí en un proyecto que poco o mucho tenía que ver con todo ese mundo. Por eso creo que me emociono tanto al hablar de él.

-Pero ¿cómo puedes olvidar algo que amas tanto?- pregunta la pequeña sintiendo rabia por no sé qué, como si algo dicho Horacio le hubiera enfadado y ahora se está desquitando por ello-.

-No sé. La edad. Tengo poco más de setenta años, no pueden esperar a que tenga memoria de todo. Además, cuando tú no hablas con nadie acerca de las cosas, se comienzan a olvidar ciertos aspectos. Como estos, por ejemplo.

-¿Y de qué se trataba el proyecto? -pregunta Natalia calmandose un poco-.

-Teníamos que crear una máquina que nosotros llamábamos Maximizador de fotones. No era más que crear láseres para un telescopio con el que se iban a hacer importantes descubrimientos astronómicos: todo lo relacionado con lo de la materia oscura, agujeros negros, exoplanetas y otras cosas.

-¿Y eso cómo era? -pregunta la niña-.

-Nosotros creábamos el esquema, diseñamos el borrador, y entre todos lo hacíamos; luego era enviado al lugar donde se iba a hacer el telescopio.

-¿Todos?, ¿quiénes todos?.

-Todos los grupos A de la compañía. Unos eran de eléctrica, otros de mecánica, de química, de óptica, y había uno que recogía a las personas que eran especialistas en todo y que, generalmente, eran los que lideraban los proyectos.

-¿Y tú a cuál pertenecías?

-Yo para ese momento era el director del A-I.

-¿y ese era el de los líderes?, supongo.

-Ciertamente. Pero igual, no había distinción de nada entre un grupo y otro. Lo único que cambiaba era que a nosotros nos tocaba estar en reuniones y dar conferencias, mientras que a los otros solo les tocaba trabajar.

-¿Por qué? -pregunta el niño-.

-Porque cada grupo tenía su propio director, que era como el que coordinaba todo a nivel interno, y ellos eran los que pertenecían al A-I. Los que no eran coordinadores, solo recibían órdenes y trabajaban.

-¿Y cómo fue el proyecto? -pregunta Natalia entusiasmada por saber cómo se hacía la máquina-.

******

-Horacio, Juan Luis y Carlos se encuentran bebiendo cerveza en la cafetería del último piso del edificio, discutiendo los problemas de la economía actual-.

-No porque se supone que el gobierno defiende los derechos de sus ciudadanos, entonces debería darles un tipo de subsidio empresarial para que los negocios no cierren por falta de venta y producción- dice Carlos refutando la idea de Juan Luis-.

-Pues sí, pero el gobierno debería preocuparse más por el bienestar físico de las personas, por eso pienso que debió dar esa plata al sector de la salud- refunfuña D’angelo-.

-Nadie lo niega, pero, póngase a pensar: ¿de qué sirve tener salud si no puede trabajar, si pierde su empleo a causa de que otros están enfermos y con pánico?.

-Bueno, en eso sí tiene razón.

-Lo que yo sí digo, es que las medidas que tomó el gobierno de obligar a todos a quedarse en sus residencias lo único que genera es pánico. No es necesario. Tampoco hay que tomar medidas tan exageradas -dice Horacio, sacando otro punto de discusión-.

-Yo en eso sí lo contradigo: es necesario enviar a la gente a sus casas para que no sigan contagiando al resto de la población -opina Juan Luis-.

-Por favor, acá todos sabemos que eso no se contagia por estar en un solo lugar todos juntos, eso es por un relacionamiento más directo y cercano.

-Pues sí, pero igual es preferible evitar, ¿no?.

-No. Yo lo que creo es que ellos tomaron esas medidas para evitar su propio contagio, no para evitar el nuestro.

-No sé, tampoco considero que sean tan hipócritas, ¿o sí?.

-No sé, yo pienso igual que Horacio -apunta Carlos-.

-A TODOS LOS DIRECTORES DEL GRUPO A-I, POR FAVOR ACERCARSE A LA SALA DE REUNIONES DEL PISO CUARTO CON SU EQUIPO DE TRABAJO, GRACIAS-.

-Ahora, ¿qué habrá pasado?- pregunta Horacio-.

-Ni idea- responde Luis-.

-Bueno, tocará ir -dice Franco levantándose de la silla mientras tomaba el último sorbo que quedaba en su botella-.

-Será- dice Juan realizando el mismo gesto-.

-Ya nos vemos.

-Háganle, yo los espero acá.

-Jual Luis y Horacio toman las escaleras y bajan seis pisos. Cuando llegan a la planta indicada, salen de la torre y se dirigen rápidamente a la sala de reuniones-.

-Buenas tardes- enuncian ambos al mismo tiempo a los ya presentes-.

-Buenas tardes- responden los otros-.

-Los que todavía permanecían de pie, buscan su silla y toman asiento-.

-¿Alguno sabe por qué estamos aquí?- pregunta Horacio-.

-Ni idea- afirma Fabio, director del grupo A-IV-.

-Qué bien- exclama Horacio-.

-Mientras que Franco y D’angelo conversan de algún tema sin particular, en la entrada, saluda la directora del grupo A-III, Sofía, junto con su nuevo equipo, María Clara. Horacio al levantar su cabeza, y ver quién había llegado, no pudo hablar, no pudo saludar. Había algo en su garganta que no le dejaba mediar palabra. Nunca antes echo, Franco se levanta de su silla inconscientemente, cautivado por una extraña fuerza que dominaba todo su cuerpo-.

-En la sala resuena un silencio incomodo, al tiempo que todos los científicos voltean hacia Horacio. Viendo lo ocurrido, juan Luis aprieta el brazo de Franco, y halandolo, lo obliga a sentarse bruscamente-.

-¿Y a éste qué le pasó?- dice Sofía sentándose al pie de Fabio-.

-No sé. Cuando llegó estaba bien.

-Horacio, despertando del sueño que tenía su mente, comienza a hablar con D’angelo. Sin embargo, sus ojos no pueden quitar la vista de un punto en particular. Al otro lado de la mesa hay algo que, a pesar del tiempo, le sigue perturbando-.

-Buenas tardes -enuncia desde la entrada el director general de la A.C.C.C. para ese momento, Andres Serrano-.

-Buenas tardes- responden todos a la vez-.

-¿Alguno ausente?- pregunta Serrano-.

-No señor, señor-responde Horacio como de costumbre-.

-Muy bien, comencemos. Los he citado aquí de repente sin previo aviso, para informarles que desde una agencia de astronomía, hemos sido seleccionado para elaborar los láseres que va a llevar el telescopio más grande hasta ahora construido. Necesito que entre ustedes coordinen para su creación. Van a ser utilizados como estrellas guías artificiales móviles, así que pueden ir haciéndose una idea de cómo tienen que ser. Nuestro contrato incluye el diseño y la elaboración del equipo. -Serrano coloca la imagen desde su computador- se supone que deben quedar de esta manera para que cumplan correctamente su función. ¿Entendido?. ¿Alguna pregunta?. -El salón permanece en silencio-. Excelente. Toda la información del contrato la tiene el director Horacio Franco. Y felicitaciones, espero que les vaya muy bien en este proyecto.

-Todos en el recinto dejan sus sillas-. Permiso -dice Andres mientras se retira del lugar-.

-Todos toman asiento. Horacio toma el lugar de Andres-. Bueno, haciendo una revisión ligera del archivo que me envió el director Serrano, la patente la vamos a poner a nombre de una empresa de electricidad de las partes altas de continente central. Esto lo tenemos que entregar lo más pronto posible con un máximo tiempo de nueve meses con la respectiva evidencia de los ensayos. Los quiero mañana a todos con su equipo, en el auditorio Apolonio de Perga a primera hora. Lleguen puntuales. ¿Alguna duda? -nadie responde-. Muy bien, perfecto. Fin de la sesión. Señor Fabio, por favor hacer registro en el acta de lo trabajado en estos diez minutos y espero el reporte en mi escritorio antes de que me vaya, gracias.

-Sí señor.

-Bien.Nos vemos mañana.

-Adiós- responden todos en coro-.

-Horacio sale del salón junto con D’angelo quien se puso de pie luego de que Franco se despidiera. Ambos vuelven a tomar las escaleras para subir hasta el último piso. Cuando llegan, se sientan en la mesa donde estaban antes-.

-¿Y?. ¿Qué tal les fue?. ¿Qué pasó?- pregunta Carlos al ver que Horacio había llegado perdido-.

-No sé. Aquí al presente se le fueron las luces antes de comenzar la reunión. Llegó la señorita Sofía y quedó embobado- responde con un tono burlesco Juan Luis.

-Ajá, ya veo. ¿Algo de nuevo en ella?.

-No. Solo que no sé qué le pasó a Horacio. -Reflexionando un rato- No, ya sé qué es lo que ocurre. El equipo de Sofía.

-¿Luisa?

-No. Por alguna razón ya no es Luisa. Es alguien más.

-¿Cambió de equipo?.

-Sí. No sé cuándo, pero sí.

-¡vaya!, y ¿quién es?, ¿ni idea?.

-No. Sinceramente no la había visto antes, en ningún lado.

-¿Entonces?.

-No sé. Sí estaba bonita, no puedo negarlo, los gustos de Franco son muy buenos, hay que admitirlo.

-Respete que primero usted tiene novia…

-No señor, permítame que lo corrija compañero: Claudia no es mi novia. Ella solo es una amiga muy especial y hasta ahí.

-Uyyy sí, como no. Pueda que sea su amiga, sin embargo, amigo mío, recuerde que yo soy un observador social por naturaleza, y creo que tengo la autoridad en el tema para señalarle cómo se le iluminan los ojos cada vez que la ve.

-A ver. Primero: no me iluminan los ojos; y segundo, ya le dije, no me gusta, es solo que somos muy buenos amigos.

-Y usted que era el primero en mofar a Franco cada vez que ella se iba que ¿por qué él no aceptaba que le gustaba?, y ahora usted tampoco lo admite. Están iguales ambos.

-Que no me gusta.

-Si ve, negación absoluta. Como le dijo una vez a Horacio, «acéptelo, se le nota en el cuerpo a kilómetros que le gusta, es cuestión de tener pantalones y admitirlo, no es más».

-Bueno, y si me gustara ¿qué?.

-No nada.

-¿Entonces?.

-No nada. Lo único que quería era que aceptara que sí le gustaba.

-Está bien. CLAUDIA ME GUSTA, PERO AÚN NO SOMOS NOVIOS. ¿Ya feliz?, ¿contento?.

-Ciertamente.

-Entonces creo que tengo derecho a enaltecer la belleza de una mujer, ¿o eso sí no puedo?.

-Bueno, viendolo desde ese punto de vista, sí puede.

-Ahhh que bien. Ahora comprendo por qué es que ya a una no la saludan cuando está ella presente- dice de repente Sofía acercándose a la mesa con María Clara detrás-.

-¿Qué tanto escuchaste?- le pregunta D’angelo-.

-Lo suficiente -responde ella-.

-No me convence- dice Juan Luis levantándose de la silla y dándole un beso en la mejilla a Sofía antes de abrazarla-.

-Ella ríe. También le corresponde. Lo mismo hace Carlos. Y a la mujer detrás de ella le dan la mano. Horacio, tal como llegó, sigue mirando el vacío, distraído, sin percatarse de la llegada de su amiga-.

-¿Éste qué tiene hoy?. Lo noto como extraño. Como si le hubiera pasado algo.

-Ni idea- responden los dos hombres al tiempo-.

-Hey, Dulcineo. Tú, el distraído- replica Sofía con tono alto-.

-¿Qué pasó?- responde Horacio aún confundido-.

-Que despierte. Que ya mire qué horas son. Que si la cerveza ya le está matando el cerebro.

-¿A mí?, imposible.

-Pues eso no es lo que yo veo.

-Efecto tardío del Brandy de la mañana.

-Sí, eso parece. Tan tardío que ya ni saludas.

-Lo siento estoy perdido. No me hallo. ¿Cómo estás?-Dice Horacio levantándose de su asiento dándole también un beso en la mejilla, y besando la mano derecha de la otra mujer-.

-Muy bien. Veo que no has perdido tus modales. Ninguno.

-Pensé que no te gustaban.

-Nunca dije que lo hicieran.

-Buen punto. Pero bueno, sigan, siéntense. ¿Qué se toman?. Un vino, un aguardiente, un Whisky, una cerveza.

-Una cerveza para no dejarlos solos- responde Sofía mientras mira a María Clara esperando su aprobación. Ella asiente-.

-Bien. Ricardo, dos cervezas más, por favor.

Siéntense chicas. no sean timidas- dice Horacio mientras les corre la silla hacia atrás a ambas-.

-Gracias- responden-.

Capítulo 3-parte 3

-A la mesa llegó Ricardo con cinco botellas de cerveza cuando ya todos los presentes se encontraban sentados-.

-Bueno, ¿y cómo les ha ido?- pregunta horacio-.

-Igual que siempre. Con los mismos problemas. Sin embargo, algo novedoso: un nuevo grupo de trabajo, María Clara Lombardi- responde Sofía con entusiasmo-.

-Mucho gusto, Madame. Bienvenida al peor grupo de fiesta de la historia- exclama Horacio-.

-Ella ríe-. Gracias- responde dulcemente-.

-Horacio no podía dejar de ver sus ojos. Tan dulces, tan melódicos, tan armoniosos, que llamaban su distraída atención. No podía apartar su vista. Desde aquel momento en que la vió, quedó atrapado en las celdas de su perfección. Del cosmos hecho carne. De la luna reencarnada. De una diosa caída del cielo. De una estrella que, por cuestiones de la suerte o del universo, fue a parar ahí, en esa mesa, frente a aquel que no podía creer lo que tenía ante sí-.

-Por su alborotada cabeza, rondaban poemas cursis de todos los escritores que había leído. Se encontraba perplejo porque nunca había admirado tan humilde e ilusoria belleza. No creía en Dios, pero lo consideraba como una opción cada vez que el resplandeciente rayo de luz que salía de la cara de la joven, golpeaba lo más profundo de su alma. Aquella parte que ninguna persona le conocía. Esa que siempre había permanecido oculta ante el mundo, pero que hoy, en esta tarde despejada, cuando el sol a esta hora se iba ocultando, era regada por el encanto de esa «perfección natural», como Horacio la llamaba-.

-Aunque la conciencia le reprochaba su pensar, el corazón (que era en todos los casos el menos escuchado) le reprimía, e influenciaba la esencia de aquel animal pensante que sólo obedecía a su razón; sin embargo esta vez no. Esta vez, esta ÚNICA vez, se dejó llevar por los impulsos de su interior. No lo quería admitir, pero, en esta ocasión, realmente se había enamorado. Y no solo de ella, no solo de su tez, no solo de sus ojos, no solo de su sonrisa. No. También era de su alma, de su inteligencia, porque, aunque no la había visto antes, siente como si la conociera de toda la vida, como si en existencias pasadas hubieran estado juntos y se hubiesen prometido buscar y amar en todas las que les quedasen-.

-No parecen tan malos- resalta María Clara-.

-Parecen- se burla Horacio-.

-Todos ríen-.

-Hablando de fiestas, ¿la siguiente es cuándo?- pregunta Sofía-.

-El martes de la otra semana. Creo que es para lo que les acaban de decir.- responde Carlos-.

-¿Pero será de toda la empresa o de sólo los directores?- pregunta Juan-.

-Realmente no sé.

-Porque si es sólo de directores, deberían dejar que se lleve a alguien, ¿no?. Me refiero, a algún grupo de trabajo o algo así- anota Juan mirando a Horacio-.

-Carlos se percata de su intención y le sigue el juego-. Yo creo que ha de ser de solo directores. Y ojalá dejen invitar a alguien que sea de la asociación. Por ejemplo, no sé, Horacio podría invitar a la nueva compañera para presentarla ante todos, pues para las que no la conocen. También para que ella se familiarice con el equipo y todo eso. ¿No lo creen?.

-Yo creo que sería una muy buena idea. Además podrían tomarse algo y conocerse mejor, ¿no?- complementa Sofía-.

-Horacio mira a Sofía de forma plana, con un gesto facial muy certero para evitar que prosigan con la broma-.

-Digo, en forma de trabajo. Como una especie de inducción. ¿Y qué mejor presentación de la que le puede brindar el MISMÍSIMO DIRECTOR del grupo A-I? ¿verdad?- continúa Sofía-.

-Si claro. Incluso, él le puede explicar proceso más allá de los ámbitos laborales. ¿O no?.

-Sinceramente, yo estoy de acuerdo con la idea.

-Ustedes sí, pero yo no. Para eso están las correspondientes secciones de introducción. Y les pido un permiso, recibo una llamada- dice Horacio con cierto tono de enojo mientras se levanta de la silla para atender el celular-.

-Se miran entre los tres cómplices sin mediar palabra, satisfechos por haber logrado su cometido. Aunque Horacio siguiera sin admitirlo, él quería hacerles caso. Deseaba invitarla a salir. Bailar con ella, y de repente, su mente comienza a i-ma-gi-nar-.

-¿Saben?, muy bueno el plan de hoy, sin embargo, han cambiado las cosas- dice Horacio con el mismo tono llegando a la mesa después de finalizar la llamada-.

-¿Pasó algo?- le pregunta Juan-.

-Sí. Mañana tenemos reunión con Andres a primera hora y como que va a tardar bastante. Así que hágame un favor y llame a todos los del grupo para reprogramar la reunión.

-¿Para cuándo la posponemos?.

-Diga que para el lunes de la otra semana a la misma hora. Y por favor cancele todas las reuniones de mañana en la tarde. Carlos, vaya por favor a la oficina del señor Fabio y verifique que ya tenga listo el informe de la reunión de hoy, de ser el caso, llévelo a mi oficina.

-Pero señor, yo no estuve en el encuentro, no creo que me lo entregue- dice Carlos con un tono de preocupación-.

-No importa. Dígale que es una orden. Juan, necesito que me ayude a organizar los informes para mañana. Por favor acompáñeme. Con el dolor del alma, les pido un permiso, señoritas- dice Horacio despidiéndose extendiéndoles la mano-.

-Adiós- responden ambas extrañadas por su comportamiento-.

-A LAS ÓRDENES, SEÑORES- enuncia Horacio con tono alto-.

-SÍ SEÑOR, SEÑOR- responden los dos caballeros poniéndose rápidamente de pie-.

-Horacio se adelanta a las escaleras para llegar a su oficina. Mientras Juan y Carlos se despiden de Sofía y María Clara, y parten detrás de Franco-.

-¿Él es así comúnmente?- pregunta María Clara-.

-No. Él jamás es así. Nunca lo había visto tan alterado. Siempre había sido serio: le importa más el trabajo que las fiestas; suspende cualquier actividad social si de academia se trata. Pero hoy actuó de una manera jamás vista.

-¿Y qué le habrá pasado?.

-Sinceramente, no tengo la menor idea. ¿Y el repentino interés por qué?.

-No. Era sólo por preguntar. Se me hizo extraño. Es raro ver a una persona tan pulcra y educada hacer ese tipo de rabietas.

-Sí. Seguramente es lo más raro del mundo, ¿no?.

-¿Qué insinúas?.

-¿Yo?. Nada. Sólo lo decía reafirmando tu idea- dice Sofía tomando el primer sorbo de su cerveza-.

-María Clara, al contrario, bebe lo que le resta de la suya-.

-Y de casualidad puedo saber ¿por qué la mofa a Horacio?.

-Pronto lo entenderás. ¿Qué te pareció el ambiente?.

-Un poco hostil, creo- responde María Clara tomando una de las cervezas que no habían sido probadas por los ya retirados-.

-Sofía ríe-. No es normal eso tampoco. Nosotros no somos así. Es solo que… Mejor dejo que te des cuenta por ti misma.

-Ya me logro imaginar qué será.

-No es nada malo.

-Permítame que lo dude, señora.

-No exageres. No es para tanto. Y ¿qué te pareció tu nuevo jefe?.

-¿Por qué el repentino interés?- pregunta María Clara tomando partido de lo que le hizo Sofía tiempo antes-.

-¿Por qué te molestas?.

-No estoy molesta. Sólo quiero saber ¿por qué me andas preguntando sobre el tema?. Leíste mi perfil. Sabes que no suelo opinar de nada ni nadie. Así que trata de evitar hacerme preguntas de ese tipo, por favor.

-¿Y eso no es molestia?.

-No,realmente no. El día que tenga ira, me echarán de la organización, así prefiero no estarlo.

-¿Organización?. Eres de la nueva era, supongo.

-Ustedes cómo le dicen.

-Asociación, compañía, pero rara vez organización.

-Qué cambio- enuncia María Clara-.

***

-Bien. Necesito que me busque todas las actas de comités para la prevención enfermedades infecciosas. El director necesita tomar medidas con toda la situación de hoy- dice Horacio mientras abre la puerta de su oficina-. Si no es de nuestro cargo, no importa. Olvide fechas, testigos y efectividad. Lo quiero todo. ¿Entendido?.

-Sí señor. ¿Podemos…

-NO, no puede- responde Horacio cortando la idea de Juan-.

-Luego de un tiempo-. Señor, disculpe que le pregunte, pero ¿puedo saber qué le pasa?.

-Nada. ¿por qué la pregunta?.

-No es por decir que fue por eso, pero desde que vio entrar a Sofía y a María Clara en la sala de juntas, usted ha actuado de forma muy rara, una que nunca ninguno de nosotros habíamos visto.

-Quiere le diga la verdad. Realmente odié todos los segundos que ustedes pasaron mofando de mi función. Eso me tiene molesto. ¿Contento?. Y si es tan amable, me trae una botella de Whisky, por favor.

-Como ordene, señor. -Juan se retira de la oficina y va hasta el almacén de licores de donde saca no solo una sino TRES botellas de Whisky-.

-Mientras eso, Horacio, en soledad, reflexiona de todo lo ocurrido hasta el momento. Piensa en las palabras de Juan Luis acerca de su comportamiento. Obedece la culpa a que durmió mal o algo parecido, pero lo que realmente le pasa es que está reprimiendo con todas sus fuerzas lo que siente por María Clara. Su razón lo engaña para que no escuche al corazón. Evita a toda costa dejarse guiar por los impulsos sentimentales que le provocan la nueva miembro de la asociación-.

-¿Yo acaso no le dije que trajera una?- pregunta Horacio al ver la cantidad de botellas que trajo Luis-.

-Sí señor. Pero yo veo que esto va para largo, entonces decidí traer todas las que calculé que íbamos a utilizar en toda la noche para evitar ir otra vez.

-Horacio inhala profundo-. Está bien, siga.

-D’angelo entra y coloca los recipientes en una mesa que está cerca de un sofá-. Pero primero tomemos un poco y después comenzamos el trabajo.

-Horacio se para se la silla-. Le hago caso porque hace mucho tiempo que no pruebo un manjar como estos. -Ambos ríen-.

-Juan sirve el contenido casi hasta el borde de las copas-. Bueno, y ¿qué le dijo el director?.

-Resulta que mañana tenemos comité de sanidad que para esa cosa que está invadiendo a los países. Y no sé cómo vamos a hacer porque en otros lados están prohibiendo el tránsito de las personas y nosotros iniciando proyecto en simultáneo. Realmente me preocupa lo que el concejo decida acerca de las medidas.

-¿Y si nos cancelan el trabajo?.

-Ojalá no. Pensemos en que eso no va a ocurrir nunca. Por eso necesito que busquemos todas las medidas anteriormente utilizadas que no involucren la cancelación de lo que tenemos que hacer. Tenemos que obligarlos a implementar otro tipo de restricciones, y eso solo lo lograremos con evidencias.

-Pues sí. ¿Y quiénes van a estar?.

-No sé. Andres no me dijo. Pero parece que fuera a estar gente muy importante que es externa a la compañía.

-¿O sea que va en serio?.

-Eso parece. Mientras tanto, tranquilicemonos y disfrutemos este delicioso Whisky. Salud por la salud y la educación.

-Salud. Pero espere, no se lo tome todavía. Lo reto a hacer fondo blanco.

-Viejo, tengo casi todo el vaso lleno. Sería una locura hacerlo.

-Yo también y no me iba a quejar.

-Está bien. Pero que sea la primera y la última de fondo blanco. ¿Va?.

-Severa gallina, pero bueno, la única. ¿Listo?. Uno, dos tres.

-Ambos se toman todo un vaso casi lleno de licor de cincuenta porciento volumen de alcohol-.

-Como fuerte, ¿no?- pregunta Juan Luis con la garganta irritada-.

-Un poco, sí-. responde Horacio a duras penas pudiendo hablar-.

-Le hago la propuesta de tomarnos la segunda de la misma forma y nos ponemos a trabajar. ¿Acepta?.

-Listo. Pero con una condición, se pone un bolerito bien bueno de esos que llegan al alma.

-De una. Pero entonces vaya usted sirviendo el trago.

-Listo.

-Juan se levanta de su asiento. Se dirige al tocadiscos que está al lado del archivo. Busca una carpeta llamada Julio Jaramillo. Saca el disco y lo pone encima de la plataforma del tocadiscos. Lo enciende y se vuelve hacia su asiento-.

Me estoy acostumbrando a no mirarte, me estoy acostumbrando a estar sin ti, ya no te necesito, Tú ya no me haces falta, qué bien se está solito, qué bien se vive así. Me estoy acostumbrando a no mirarte, me estoy acostumbrando a estar sin ti. Qué labios maldecidos, ¿por qué quieren dañarme?, si yo sin ti me muero, mi vida dónde estás. No me toquen ese vals porque me matan, ella me lo cantaba, como ella nadie más.

Capítulo 3-parte 4

-Viejo, escogió la que era. Es perfecta para éstas ocasiones- dice Horacio acercándole el vaso-.

-Sí. Supuse que le iba a gustar esa. Bueno, ¿Listo?. Uno, dos, tres.

-Vuelven a repetir el mismo procedimiento-.

-Viejo, yo por alguna razón ya me estoy mareando. Como que me está dando duro el alcohol.

-No se preocupe, no es el único con vértigo.

-Me alegra saber que no estoy muriendo. -Ambos ríen-.

-Bueno. Apuntemos a la tercera y comenzamos a revisar los archivos. ¿Se le mide?.

-Sinceramente no sé si pueda hacerlo. Me estoy preocupando por estos síntomas. Jamás los había sentido.

-Tranquilo. Eso pasa cuando no almuerza, bebe cerveza y se toma dos vasos casi llenos de Whisky aceleradamente.

-En eso sí tiene razón usted.

-¿Entonces sí se le va a medir?.

-Pues será, por no despreciarle la invitación.

-Se vuelven a llenar los vasos, y son tomados nuevamente a fondo blanco-.

-Bueno señor, ya entrados en calor, quiero que de verdad me diga ¿qué le está pasando? ¿Por qué se incomoda con cualquier anotación que involucre a María Clara o a Sofía?.

-Horacio medio inhibido de su racional uso limitado del lenguaje responde un poco emocionado-. ¿Sabe?, yo siempre soñé con una mujer como María Clara. Así de bonita, de bella, de especial. Pero ahora que la tengo en frente, como que mi razón y mi alma entran en conflicto porque uno dice que el amor es superfluo, que ese se va y que no es necesario en la vida. El otro dice que el querer a alguien es lo más bello de este mundo y hay que aprovecharlo cuando llega, puesto que nunca regresa, que ese solo aparece una vez en la vida, y que las siguientes oportunidades, siempre van a tener el regazo de la primera.

-O sea que le gusta María Clara.

-No me gusta, me encanta. Siento que me enamoré.

-Pero eso dijo usted en once de la señorita Claudia.

-No señor. Permítame que lo corrija. Usted fue el que puso esas palabras en mi boca. Yo nunca dije que me hubiera enamorado de ella, solo dije que me gustaba un poco, nada más.

-Bueno, sí. Pero, ¿es distinto con María Clara?.

-Claro que es distinto con ella. Yo siento como si la conociera de toda la vida. Como si ya hubiéramos compartido antes, en otro lugar, en otra época, bajo otras circunstancias.

-¿Y qué piensa hacer al respecto?.

-Sinceramente, no tengo la más mínima idea. Lo que le digo: mi razón me dice que no le haga caso a los sentimientos, que el amor es innecesario y que al contrario cuando uno se mete en el cuento, hace daño. Pero mi corazón me dice que esa es la esencia del ser humano, sentir y sufrir, y que si decido empezar algo con María Clara, voy a conocer experiencias jamás vividas, y que cuando se vaya, voy a sentir que me falta una parte esencial de mi ser, pero que eso es lo que realmente nos hace humanos: el tener la capacidad de vivir cada acontecimiento.

-¿Y a quién le cree más?.

-Ambos tienen el mismo grado de verdad. Es por eso que estoy indeciso. No sé qué hacer. ¿Usted qué haría, por ejemplo?.

-Bueno señor, yo de usted, le haría caso a mi corazón y me aferraría a los sentimientos, dejando atrás todo prejuicio y posibles consecuencias.

-Pero tampoco es tan fácil como usted lo plantea.

-¿Por qué?.

-Porque somos científicos, y nosotros somos una fuente de razón y no de sentimientos; estamos enseñados casi por naturaleza a dejar de lado aquello distinto a nuestro pensar. Además si el concejo se entera, podrían sacarme de la asociación.

-Eso nunca va a pasar. Eso mismo dijo con Claudia y aquí está, en el puesto más alto que cualquiera de nosotros pudiera alcanzar en la vida. Y respecto al uso exclusivo de la razón, por favor, eso es de la vieja escuela, son otros tiempos. Realmente pareciera que lo hubieran criado nuestros abuelos. «La razón al trabajo y el amor a la cama«.

-No. Usted sabe que esa tampoco la aplico. Lo que pasa es que considero que realmente un científico debería enfocarse en lo que le diga su cabeza no su corazón.

-Pues en eso estamos de acuerdo. Sin embargo tiene que entender que antes de ser científicos, nosotros, TODOS NOSOTROS, fuimos seres humanos. Animales que sentían y algunas veces, actuaban por instinto.

-Le hallo toda la razón a eso. No lo puedo discutir, es verdad. Pero no sé siquiera cómo comenzar una conversación con una mujer.

-Claro que sí. ¿Y entonces cómo hizo con claudia?.

-La diferencia es que ella era mi amiga.

-Y no tiene que ser distinto esta vez. Comiencen como amigos, y si ven que todo va fluyendo, pues avanza a medida que surjan las cosas. Recuerde que usted puede estarlo y ella no. Y pues si ella no quiere tener algo con usted, es mejor que no se ilusione, porque la estrellada va a ser menos dura a que si hace planes creyendo que ella también siente algo por usted y cuando lo aterrice, se va a morir. Créame. Sean amigos por el momento. No presione las cosas y deje que fluyan. Simple, ¿no?.

-Suena fácil decirlo.

-Mire. Usted lo único que tiene que hacer es invitarla a salir, se toman algo, bailan, conversan. Salen otra vez, vuelven y hacen lo mismo. Y si ella quiere tener algo con usted, las señales van a ser más que claras, y ahí es cuando usted se inventa algo y fin del asunto.

-Será. Pero que quede claro que pienso seguir sus recomendaciones porque sé que usted tiene más autoridad en estos temas que yo. Por eso lo voy a hacer.

-Listo.

-¿Y usted qué con Claudia?.

-Realmente no mucho. Intento impresionarla para que se fije en mí, pero es muy difícil. Espero que no haya rencores por lo que estoy haciendo.

-No. Usted sabe que yo dejé de intentar con ella hace mucho tiempo. Antes al contrario, me alegra que alguien como usted la pretenda, en vez de que sea cualquier aparecido con quién sabe qué intenciones.

-Sí, eso es verdad.

-Y así pasaron la noche, bebiendo Whisky, hablando de dolores del alma, y por fin, a las tres de la mañana, deciden sentarse a hacer la labor que se habían encargado hacer-.

***

-Eran las seis de la tarde del viernes. Horacio y Juan estaban en la tienda de la parte de arriba del edificio, después de haber estado once horas en la reunión de salubridad-.

-¿Qué hacen?- pregunta Sofía, quien se acerca por la espalda de Horacio con maría Clara-.

-Hola, ¿Cómo estás?- anota Horacio saludando de beso a Sofía y de mano a María Clara-. Aquí, esperando las decisiones del comité.

-¿Hace cuánto salieron?-.

-Como diez minutos.

-Qué aburrimiento.

-Realmente, sí.

-¿Y tú?, ¿ahora cambiaron papeles?- pregunta Sofía refiriéndose a Juan-.

-No. el problema es que tenemos un poco de resaca. Ayer nos pusimos a tomar Whisky como hasta las tres de la mañana y cuando terminamos de examinar los archivos, ya faltaba media hora para la reunión. Nos tocó bañarnos acá y pues estamos así desde esta mañana.

-¿O sea que tampoco han comido nada?.

-Ni comido ni dormido y con un dolor de cabeza que nos está matando.

-¿Luego cuántas se tomaron?.

-Tres botellas de cincuenta porciento de alcohol.

-Se miran entre ellas dos-.

-Deben estar muertos- dice Sofía tomando asiento-.

-Realmente, así es. ¿Y? ¿cómo les fue?, ¿algo nuevo?.

-No. Por Circuitos no pasa absolutamente nada. Menos mal que dictamos clases, sino, creo que estaríamos enloquecidas sin nada que hacer.

-Suele pasar. Ustedes también deben estar cansadas.

-Dictar clase, a veces estresa un poco.

-Sí, es verdad. Puedo dar mi punto de autoridad en eso. Pero ¿se toman algo?.

-¿Ustedes ya pidieron?.

-No. Realmente estábamos pensando qué ordenar. Yo estaba sugiriendo una botella de Vodka, pero pues no sé qué quieran ustedes.

-A mí me parece bien.

-A mí también- dice María Clara-.

-Bien. Ricardo, me puede hacer el favor de traernos una botella de Vodka y tres copas, porque sinceramente no creo que él pueda hacer mucho en el estado en el que está.

-En seguida, señor.

-Bueno, ¿y van a hacer algo hoy en la noche?.

-Yo me voy a quedar en la casa con mi amor, Alberto, porque de verdad no doy una más- dice Sofía-.

-Yo no tengo nada agendado, tampoco conozco a nadie, así que creo que tampoco voy a hacer mucho- responde la otra mujer-.

-Llega Ricardo. Coloca la botella encima de la mesa junto con los tres vasos-.

-Muy bien, entonces concédeme el espléndido honor de ser el primero que ocupe tu agenda con banales reuniones sociales. ¿Aceptas?.

-Duda por un momento-. Sí. Sí, yo…pues…me da como…pero…olvídalo. Acepto.

-¿Escuché por ahí que alguien invitó a salir a María Clara?- pregunta Juan Luis medio dormido encima de un borde de la mesa-.

-Venga, ¿por qué no se vuelve a dormir?- responde Horacio de manera graciosa-.

-Las presentes mujeres ríen-. Bueno, pero si ustedes se van de fiesta, para qué pedimos el trago. ¿No es mejor que llevemos a D’angelo a su casa, yo me voy a la mía y ustedes a su rumba?.

-Sí, puede ser- responden al mismo tiempo Horacio y María Clara-. Ricardo, ¿puede por favor levantar la botella?, es que nos vamos y pues ya no necesitamos esa bebida.

-Claro señor- dice Ricardo alzando todo lo que había traído anteriormente-.

-Viejito, gracias por todo y se me cae la cara de la vergüenza por haberle echo traer todo y no haberlo utilizado.

-No se preocupe señor, no es ninguna molestia

-Gracias. de verdad, gracias.-Ahora dirigiéndose a Juan-. Bueno, dormilón, arriba, camine para su casa.

-A MÍ DÉJENME AQUÍ EN ESTA CANTINA DE MALA MUERTE. QUIERO AHOGAR MIS PENAS. MIS DEMONIOS ME CONSUMEN. QUIERO AHOGARLOS CON ALCOHOL PARA QUE MUERAN DE CIRROSIS AL IGUAL QUE YO. DÉJENME MORIR AQUÍ. ALBERTO, TRAIGA ESA BOTELLA, ME LA VOYA TOMAR TODA YO SOLO. YO Y MIS DEMONIOS. SÍ SEÑOR, CON MIS DEMONIOS TAMBIÉN. ALGUNO QUE POR FAVOR LLAME A CLAUDIA. NECESITO CONFESARLE MI AMOR. SIENTO QUE VOY A EXPLOTAR SI NO SE LO DIGO.- grita D’angelo, embrio por todo el alcohol que consumió-.

-¿Cómo hizo en la reunión?- pregunta Sofía al ver el estado de su amigo-.

-Le prohibí hablar. Le di mucha agua, hidratante y bebidas energizantes en muy baja medida para que se mantuviera despierto.

-QUE LE DISTE QUÉ: ¿bebidas energizantes?- se altera Sofía-.

-No. A ver. Sí le di bebidas energizantes pero se consumió una botella de quinientos mililitros en las once horas que estuvimos allá. Además lo mantuve hidratado.

-Eso espero. ¿Cómo le diste el energizante?.

-Le daba un vaso con agua cada hora y le echaba un poco de eso. Y entre vaso y vaso, tomaba electrolitos disueltos.

-¿Quién les preparó el suero?.

-Nada más y nada menos que el señor Ricardo, nos hizo el favor.

-Y si se hidrató, ¿por qué está así de borracho?.

-Porque a parte de que habíamos tomado mucho, no me di cuenta que estaba bebiendo aguardiente de su maleta con un tubo transparente. Por eso no lo noté. Vine a notarlo cuando salimos de la reunión que le percibí el olor a anís, lo interrogué y confesó todo. Ya estaba borracho para ese momento.

-Qué desastre. En fin. Tenemos que alzarlo porque no creo que esté en condiciones de caminar por sí solo. Entonces lo llevamos a su casa. Me dejan en la mía y ustedes verán qué hacen. ¿Va?.

-Ambos asienten. Entre Horacio y Sofía, alzan a Juan. Bajan las escaleras, y esperan al bus corporativo en la entrada del edificio. Cuando llega el transporte, con un par de maniobras, suben a Luis, lo sientan y después de un trayecto de media hora, llegan a su casa. Lo bajan del bus-.

-¿Cuál de todos será el apartamento de este hombre?- pregunta Sofía al ver que habían llegado al conjunto de apartamentos de la A.C.C.C.-.

-Déjenme recordar, porque no lo tengo muy claro. Sé que es en la torre diez, pero número del apartamento no lo tengo muy presente. -Transcurre un tiempo-. El apartamento es uno de los últimos de esa torre. Creo que es el cuatro. El apartamento cuatro de la torre diez. Creo que es así.

-Ahí donde no sea eso, Horacio. Yo lo mato…, con el permiso de María Clara, obvio.

-Sí. Estoy casi seguro que es así. Y pues si no, nos tocará probar las llaves a ver en cuál encaja. ¿No?.

-Hombres, todo lo quieren a lo más sencillo y chambon del mundo.

-Oye, no exageres. Si no lo recuerdo no es culpa mía.

-¿Pero no que son amigos?, ¿por qué no te lo sabes?.

-Porque él casi no habla de eso, y porque la última vez que lo escuché fue el día de nuestra graduación. Fue hace mucho tiempo.

-Bastante tiempo, diría yo.

-Pues tampoco, pero si es un lapso considerable para recordar tan puntual cifra.

Capítulo 3-parte 5

-Entran a la torre correspondiente-.

-¡¿Cómo que el ascensor está fuera de servicio?!- pregunta Horacio de manera intranquila al saber que tienen que llevarlo hasta el último piso-.

-Por favor, esto no puede estar ocurriendo. Es imposible- continúa Sofía-.

-Nos tocará subir por las escaleras porque no hay otra opción. Ni modo de dejarlo aquí tirado.

-Pues sí.

-Los tres deciden alzar a D’angelo sujetándolo de los brazos y las piernas. Cuando llegan al último piso, buscan el apartamento número cuatro. Tantean las llaves dentro de su bolsillo e intentan abrir la puerta. Después de forcejear la entrada, cede la cerradura. Entran todos-.

-De la que se salvó Horacio. De verdad que al inicio me dieron ganas de matarlo.

-Ya, tranquila. Estamos adentro. Ahora a buscar camino entre todo este chiquero para llegar a su habitación.

-¿Juan Luis vive solo?- pregunta María Clara-.

-Sí. Se ha tratado de convencer a Claudia, pero creo que ella lo rechaza.

-Creo que cualquiera lo haría si viera todo este desorden- anota Sofía-.

-Estoy de acuerdo con ella. No le haría caso ni porque fuera el director de la compañía viendo todo este desorden.

-No. Pero él no es así. Todo esto es porque hace como tres días que no viene a la casa por más de una hora. No ha tenido tiempo de organizar su espacio- defiende Horacio a su amigo-.

-Ojalá sea eso verdad. ¿»Clau», nos ayudas por favor a correr todo del piso para poder pasar hasta su cuarto?, gracias- pide Sofía-.

-Claro. Permítanme dejarlo en el suelo y ya les colaboro.

-Gracias.

-Sofía logra despejar rápidamente un camino que va directo a la habitación de Juan Luis, el cual ellos siguen ahora teniéndolo en cada punta. Lo suben a la cama y lo cubren con las cobijas que están en el piso-.

-Creo que ya cumplimos con nuestra labor. Aunque, ¿no sería mejor traerle un balde por si quiere vomitar?- opina Sofía-.

-Ya lo traigo- se adelanta María Clara-.

-¿A quién llamas?- pregunta Sofía-.

-A Claudia. Le voy a decir que por favor esté pendiente de él. Yo creo que está tan borracho que no sé si alcance a reaccionar antes de que haga alguna estupidez. Además, recuerda que es sonámbulo y prefiero que alguien le preste atención viendo que podría lanzarse por la ventana o algo parecido.

-¿Si estará dispuesta?.

-Pues para eso la llamo. Para saber si puedo contar con ella o llamo a Carlos o algo.

-Aquí está el balde. ¿Lo dejamos al pie de la cama o encima al lado de él?- dice María Clara llegando de la cocina-.

-Yo creo que es mejor dejarlo en el suelo. Así si se descacha, mancha el piso y no el lugar donde duerme, que sería peor- responde Sofía-.

-Hola Claudia. Mira, es que estamos aquí en la casa de Juan Luis y está muy borracho, y junto con los antecedentes de todas pendejadas que hace dormido, prefiero que alguien lo cuide. Y pues te quería preguntar si podrías quedarte aquí esta noche evitando que se mate o algo peor.

-Sí. Pues iba a salir con unas amigas pero creo que es más importante cuidarlo. Me cambio y voy para allá. ¿Vale?.

-Gracias. sí. No te preocupes, nosotros te esperamos.

-Bien. Claudia aceptó venir. Dijo que llegaba en poco tiempo.

-Al transcurso de cinco minutos, arriba Claudia-.

-¿Este si es el apartamento de Juan Luis?- pregunta la recién llegada al ver el desorden de lugar-.

-Sí. D’angelo no ha tenido tiempo de arreglar la casa. No hagas nada, eso es responsabilidad de él. Lo que sí es que por favor, evita que se mate solo. Muchas gracias. De verdad, te lo agradezco infinitamente.

-No te preocupes, para eso estamos los amigos, para cuidarnos.

-Todos se despiden de Claudia. Salen del apartamento. Bajan a la parada de bus. Llegan hasta la casa de Sofía. Ella se despide y baja del vehículo-.

-¿A dónde vamos ahora?- pregunta María Clara a Horacio-.

-Ya verás. Es un lugar muy bonito. Yo lo frecuentaba cuando estaba en el colegio, más específicamente, en el último grado.

-Ellos llegan hasta la parada correspondiente. Descienden del bus y suben cuatro esquinas. Se dirigen al oriente, durante media cuadra. A la mitad de la calle, una puerta, resguardada por un hombre de gran estatura que les pide las credenciales. Después de mostrarlas, bajan las escaleras. El lugar está al noventa porciento de su capacidad. Horacio, se acerca a la barra y pide que le lleven un par de cervezas a la mesa tres-.

-Sigue y te sientas- le dice Horacio a María Clara llevando hacia atrás la silla y posteriormente acomodándosela-.

-Gracias. El lugar es muy bonito, muy elegante. ¿Cómo lo conociste?.

-Acá veníamos todos a beber los viernes, los sábados a prácticas y los domingos a ver documentales de física en laboratorio de química.

-Ella ríe-. ¿Esa era su rutina?.

-Realmente, sí. Acá veníamos, hablábamos pendejadas, bebíamos un par de botellas y a la mañana siguiente, levántese a dar clases de astronomía y física cuántica con un dolor de cabeza que no pasaba con nada. Esas eran nuestras noches los viernes. Algunas veces cuando teníamos energía, escribíamos en las paredes ecuaciones matemáticas, de física, química; discutíamos sobre temas sociales, políticos, económicos. Un par de veces trajimos a unos filósofos y conversábamos acerca de humanidades y cosas así.

-¿Y nunca bailaban?.

-Sí. Un par de veces vinimos a eso.

-¿Quiénes?.

-Yo recuerdo que salía con Claudia y Juan salía con una compañera llamada Camila Morett. De resto, lo olvidé.

-¿Siempre salían así?.

-No. Realmente la primera vez fue que a Juan le dio el arrebato de salir un lunes y pues decidimos invitarlas. Y la segunda, fue por cuenta propia.

-Qué historia tan emocionante- exclama de manera sarcástica probando la cerveza que les había sido traída un tiempo atrás-.

-Sí. Realmente no es que tenga mucho contenido informativo aprovechable. Pero cuéntame algo de ti. ¿De dónde eres?.

-Yo evidentemente no soy de acá. Yo nací en un departamento conjunto a este. También era alguien prodigio, o eso me decían. Estudié en una sede que la organización tiene en esa parte, pero dijeron que era mucho para ellos, así que me enviaron acá al comenzar mis prácticas universitarias. Trabajé en las áreas menos conocidas de la ciudad como parte del enfoque social experimental que la asociación había comenzado con nosotros. El año pasado terminé de dictar clases, que era el énfasis que me habían propuesto, y pasé la hoja de vida para poder trabajar. De inmediato me contrataron para Circuitos, y al mes me dijeron que era el nuevo grupo de apoyo de la sección A-III de la compañía.

-Qué historia tan inspiradora.

-¿Te estás burlando?.

-Jamás. En especial porque algo tenemos de parecido en nuestros procesos.

-¿Qué tanto?.

-Más de lo que crees.

-A ver, comienza.

-Bueno. Yo nací acá. Siempre he vivido en esta ciudad. Desde que me desarrollé, creyeron que tenía problemas mentales y resulta que, según ellos, era superdotado. Me inscribieron en el colegio de la asociación. Ascendí rápido y comencé a ser director de todos los grupos a los que era asignado. También fui elegido para énfasis de docencia. Mis prácticas mientras estaba en el colegio eran de enseñanza de astronomía y las universitarias, fueron de mecánica e investigación cuántica. Las dicté en el mismo colegio por casi todo ese tiempo. Al finalizarlas, me propusieron ser el equipo de apoyo del director de ese momento y me negué. Les dije que cuando pudiera irme con Juan Luis, me llamaran y fue más o menos a los seis meses que me volvieron a hacer la propuesta pero esta vez de director de la A-I, lo conversé con D’angelo, y nos fuimos ambos. Él de apoyo y yo de director.

-¿Por qué son tan unidos?.

-Resulta que, y ojo porque esto es un secreto, nadie lo sabe, pero él y yo estuvimos a punto de morirnos, y desde ese momento nunca nos hemos separado. Por eso para lo del cargo, si no se iba conmigo, tampoco me iba yo.

-¿Que estuvieron cerca de la muerte?, ¿eso cómo fue?.

-Estábamos ya en las prácticas de la universidad y en una ciudad un poco lejana había un foro de física nuclear a la cual queríamos ir. Pasamos los papeles para ausentarnos por esos días. Nos aprobaron y decidimos irnos en carro. Ibamos con su mamá, ella nos estaba acompañando porque quería conocer ese y otros lugares cercanos.

Era de noche. La carretera era oscura. Estábamos cantando boleros los tres, cuando después de dar un giro, un carro muy grande venía en contravía intentando adelantar a otro más pesado. El primero no alcanzó a detenerse y mis únicas opciones era morir aplastados por las llantas del segundo carro, o irnos al barranco. Decidí inclinarme hacia la derecha y caímos por el risco. Dimos un par de vueltas y nos detuvo un árbol a la mitad del camino. Quedamos de cabeza. Fui el primero en despertar. Mi inconsciencia lo primero que hizo fue salvar a su madre que se encontraba en los asientos de atrás del carro. La saqué como pude y la dejé extendida en la parte de afuera. Cuando intenté sacar a Juan, no pude, se había quedado atrapado en algo y no podía salir. Vi que el caso era perdido y utilicé una linterna para llamar la atención de la gente que pasaba por la carretera. Alguien paró a los diez minutos. Buscamos la forma de subir primero a Carmen, y cuando estaba llendo por la cuerda que me habían lanzado, resbalé con algo y me rompí una costilla y me fracturé el talón. No sé cómo hicimos para que llegara hasta arriba. Él se la llevó y junto con otras personas intentamos sacar a Luis. Después de veinte minutos, salió. Nos llevaron al hospital y ahí fue cuando me enteré de mis lesiones.

Me operaron. Estuve como tres meses sin poder hacer nada ni recibir visitas de nadie. Y cuando me dieron de alta, lo único que D’angelo me decía era que cómo quería que me pagase por haber salvado primero a su madre antes que a mí. Nunca le respondí, pero desde ese momento no se ha separado de mí y ha soportado todas mis locuras, mis bajones y absolutamente todo. Ha sido mi psicólogo, mi psiquiatra, mi consejero, mi confidente para muchas cosas. En fin. Él es un tipo muy leal y pues yo pienso que de nada sirve llegar a lo más alto si no hay nadie a quien contárselo, si no hay con quien caerse y volver a levantarse. Así que como era mi amigo, nos teníamos que ir los dos o ninguno.

-¿No puso objeción por el puesto?.

-No. Realmente no le gusta mandar. Si te lo encontraras en la calle pensarías que es tranquilo, sin embargo es muy bravo y si yo soy perfeccionista, él es el dios en el tema. En los salones le tenían pánico porque exigía mucho orden, no se le pasaba nada. Es consciente de que exige bastante y que si bajo su dirección algo sale mal, cancela todo. Siendo sincero, prefiere que alguien un poco más laxo lidere los proyectos y él ayude en la corrección de los detalles.

-Muy dedicado, supongo.

-Realmente, puedo decir que es incluso más que yo. Para él, hasta que no salga perfecto con el último pormenor, no se envía el trabajo; en cambio si yo veo que cumple el objetivo, que se emita al receptor y hasta ahí.

-Debe ser difícil trabajar juntos con tan distintas formas de hacer las cosas.

-Quizá sean tantos años trabajando, pero ya uno se acostumbra al ritmo del otro, entonces no hay tanto roce.

-Sí, me imagino. Y Claudia, ¿cómo es?, porque yo la ví como muy cercana y eso, o me equivoco.

-Ciertamente estás errada. Pues yo con ella «tuve algo», si se le puede decir de esa forma, pero no fue nada serio. Vinimos un par de veces a bailar y hasta ahí. Sinceramente no ocurrió, ni ocurre, nada entre los dos. Ahora, Juan Luis dice que quiere ser su novio y ha hecho lo imposible para que eso pase. Pero pues ya ves cómo son las cosas. Yo creo que le falta un poco más de rigidez en el tema de las borracheras y eso para que Claudia le preste atención.

-No parece fácil.

-No. Ella es bastante recia en ese tema. Bueno, pero no entiendo por qué estamos hablando de mí, se supone que esto es para conocerte, no en el sentido contrario.

-Ella ríe-. El problema es que no sé qué más decirte. Básicamente resumí mi vida en veinte segundos, no es más.

-Me parece imposible, dentro de todo el sentido de la palabra, que una mujer tan…tú, no tenga más que contar.

-¿Tan yo?, ¿a qué te refieres con eso de tan yo?.

Capítulo 3-parte 6

-No lo malinterpretes. Solo lo digo bajo la justificación del ser, nada más. Una alma no se puede contar en menos de una vida, sin embargo yo creo que se puede relatar en una noche.

-¿A todas les dices lo mismo?.

-¿Qué me crees?, ¿Casanova?. No soy ese tipo de personas.

-Ajá. Piensas que no conozco a la clase de hombres como tú. Conquistan a las recién llegadas, enredándolas con su filosofía barata, creyendo que todas caen por su habilidad léxica e intelectual, fingiendo tener al mundo en sus manos porque superan a los de su alrededor, mintiendo acerca de su pasado para hacerse la víctima en todos lo casos.

-Mira, no sé qué te habrán dicho de mí, pero lo que dices es completamente falso. Para que lo sepas, por si te interesa, no suelo salir con mujeres, no sé cómo conquistar y hoy a mis casi veinticinco años, todavía tengo miedo a hablarle a personas con las que no tenga una relación de amistad. Contigo lo hago porque reconozco que no es fácil estar en estos medios y mucho menos bajo el mando directo de tu superior. Y si realmente crees que porque te invité una cerveza, he sido amable contigo y te relato mis pensamientos, al final de la noche quiero terminar en tu cama, permíteme informarte que esto tiene que parar aquí, porque no quiero conversar con alguien que considera que ese es mi ÚNICO objetivo con todo esto.

-En entre ellos dos surge un raro y desagradable silencio incómodo que los invita a reflexionar acerca de lo que dijeron. María Clara, sabe que ha cometido un error al creer que Horacio intentaba conquistarla; mientras él considera que fue muy rudo con su respuesta y que las palabras que utilizó no tenían porqué haber sido mencionadas bajo la presencia de aquella joven. Después de un tiempo, ya habiendo finalizado sus bebidas y haber pedido otras, María Clara decide remendar las cosas-.

-Mira yo durante básicamente toda mi vida, dentro y fuera de la organización, he estado rodeada de hombres que solo son amables porque quieren que después de un par de copas, terminemos en la cama. Y, por alguna razón, me pareciste otro con la misma intención desde que te vi en la sala de juntas. Siempre pensé que todos los hombres tenían el mismo complejo de superioridad ante el resto y que no podían controlar sus impulsos sexuales. Ahora vienes tú, actúas como uno de ellos, pero me cambias la película porque aceptas la incapacidad de tu mente para estas situaciones y realmente no sé a quién creerle, si a ti o a mi experiencia, y hacerte caso o no de que no quieres solo tener sexo conmigo. Te ofrezco disculpas si te ofendí, pero tienes que comprender que no es fácil lidiar con idiotas adolescentes y confundiendo las circunstancias, actué de forma defensiva sin sentarme a observar el patrón real de las cosas. Y aunque…

-Tranquila, no te disculpes, no has hecho nada malo. Yo entiendo que quizá me hayas considerado como otro de esos inconscientes animales que actúan por instinto, y no te juzgo, es normal eso. Conozco de casos que lo hacen, sin embargo no puedes creer que todos somos iguales. A unos si nos educaron correctamente. Ahora bien, por otro lado, te quería decir que por favor me perdonaras si en algún momento te ofendí, no era mi intención, yo solo quería conocer más de ti, de tu vida, de tu historia, de cómo te sentías en la compañía y todo eso- le arrebata la palabra Horacio con un tono agachado, terminando con una sonrisa al final de su patético discurso-.

-Bueno pues, no sé qué decir. Yo quizá haya omitido algunas cosas por miedo a abrir mi mente ante ti. Sin embargo ahora que al parecer tengo un poco más claro cómo eres, ya puedo expresar más detalles, como en una relación de amigos. ¿No?.

-Sí, bien. Eso era. Te lo juro que no quería molestarte. Realmente para mí como director, es muy importante conocer a mis compañeros de cerca, porque así yo puedo saber qué sienten, cómo se encuentran, si algo les pasa o no, y aunque no acostumbro a hacer todo esto de venir hasta acá y hacer la conversación un poco más amena, yo no solamente quería conocerte en el ámbito laboral, sino, como ya lo dijiste, algo más personal, como una amiga, ciertamente.

-Está bien. Comencemos de nuevo, ¿te parece?. Digamos que no has escuchado nada de mí y nada de esto ha pasado. Acabamos de entrar, has pedido las cervezas y ahora te estás sentando. ¿Va?.

-Dale. Aunque es un juego psicológico muy extraño, me gusta como funciona.

-Muy bien- María Clara espera un poco para comenzar con el «juego»-. Gracias. El lugar es muy bonito, muy elegante. ¿Cómo lo conociste?.

-¿Tan así de específico tiene que ser?.

-Coopera.

-Está bien- inhala profundo Horacio-. Acá veníamos a beber los viernes. Los sábados teníamos que ir a prácticas y los domingos íbamos al laboratorio de química a ver documentales de física.

-¿Cómo los dejaban entrar?.

-Nadie mencionó que teníamos autorización. Nos gustaba meternos por las ventanas y estarnos ahí hasta las tres de la mañana. No teníamos nada más que hacer entonces podíamos gastar todo el tiempo del mundo en eso.

-¿Nunca se dieron cuenta de que hacían eso?.

-Una vez entramos. Estábamos viendo un documental cualquiera, cuando escuchamos una botella caer al suelo. Seguramente la habíamos dejado mal posicionada, y nos tuvimos que volar porque el científico de turno estaba cerca. A la mañana siguiente se dieron cuenta de que alguien había entrado y nos tocó admitir los cargos. Desde ese momento dejamos de hacerlo, aparte porque era peligroso tomar en ese espacio, pues corríamos el riesgo de que nos sancionaran.

-Ella ríe-. No tengo derecho a decir nada porque con unas amigas hacíamos algo parecido.

-No lo puedo creer. Mira tú. Quién diría que Artemisa hiciera travesuras.

-No eran travesura. Solo que no le veíamos problema al quedarnos en los salones hasta las madrugadas estudiando y leyendo.

-¿Segura que solo era eso?.

-Sí. Pues también bebíamos un poco, pero hasta ahí.

-¿Solo un poco?.

-Sí- responde ella, sin embargo sabe que eso no es preciso y decide confesar-. Está bien, te voy a decir la verdad. Nosotras nos quedábamos durante horas cantando las cuatro, bailando, hablando de hombres, fantaseando sobre muchas cosas. En fin, normal. Obviamente tampoco era permitido. Y una noche nos vieron dentro del salón y no pudimos volver a entrar a ningun lugar como por dos semanas.

-Y yo que pensaba que el bailar y fantasear solo era cuestión de telenovelas y estereotipos mal diseñados.

-No. Dejame decirte que lo hacemos todas, y mujer que lo niegue, miente. Es que es natural soñar con un futuro utópico, o lo vas a negar.

-No, no digo que hacerlo sea antinatural, lo hacemos todos, pero pues, es raro. El saber cómo actúa el subconsciente para generar felicidad en el cuerpo es algo que me parece absurdo.

-¿Absurdo?, ¿Por qué?.

-No sé. Si uno se guía por filósofos de la ilustración, ellos te van a decir que el hombre no debe fantasear porque tiene una razón que lo obliga a actuar como un ser material y que el alma, que es la que sueña, no existe puesto que la reemplaza la primera. ¿O me equivoco?.

-¿Tienes que ser siempre así de aburrido? ¿Todo tiene que ser filosofía y ciencias?. Relájate, no estamos en le trabajo.

-Si supieras lo que puedo lograr hablando toda una noche del tema.

-Ah sí, ¿Qué?.

-Buena pregunta. Realmente no sé. Nunca funciona nada. Yo creo que es producto de la represión civil frente a la sexualidad que sufrí cuando era pequeño. Ahora, eso pueda que- María Clara lo agarra del brazo derecho, lo para de la silla y lo lleva a través de todo el lugar hasta la pista de baile-.

-¿Qué haces?- le pregunta Horacio teniéndola ya frente a él-.

-Te obligo a tomarte la vida con esencia.

-Sí, pero, no sé bailar.

-¿Y?, hace parte de la diversión.

-¿Pero no podría ser de otra manera?.

-¿Hablas o bailas?.

-¿Qué más da?- dice Horacio tomando a María Clara por la cintura para bailar la canción que estaba a punto de comenzar-.

Hola, me llaman Romeo. Es un placer, conocerla –Horacio creyendo que era tango, inocente de la trampa de la introducción, se prepara comenzando con la posición básica, sin embargo, la melodía sigue, y se da cuenta de lo errado que estaba-. Qué bien te ves. Te adelanto, no me importa quién sea él. Dígame usted si ha hecho algo travieso alguna vez. Una aventura es más divertida si huele a peligro. Y si te invito una copa y me acerco a tu boca. Si te robo un besito al que no das conmigo. Qué dirías si esta noche te seduzco en mi coche, que se empañen los vidrios y la regla es que goces.

-Maldita sea, Carlos tenía razón. De algo me iban a servir todas las horas practicando pendejadas con Sofía y Claudia- dice Horacio mentalmente evocando un recuerdo-.

-Horacio y María Clara bailan alrededor de doce canciones. Una hora después, deciden volver a sus asientos a tomar un respiro-.

-Oye, pensé escuchar que no sabías bailar.

-Él agacha la mirada-. Si te contara la razón, no me la creerías.

-Por favor, no puede ser tan abstracto el origen.

-Si te burlas, pierdes. Resulta que Sofia y Claudia hace ya un tiempo, pasaron cerca de tres semanas enseñándonos bailar todo tipo de música, incluyendo la moderna.

-¿A quiénes?.

-A los del grupo: Carlos, Juan Luis, Alberto, yo. Pasamos casi un mes rompiéndonos la cabeza aprendiendo esto.

No están difícil. No exageres.

-Eso dices tú. Tomábamos clases de casi doce horas diarias, y los domingos eran dieciséis.

-Estaban muy mal. ¿Por qué decidieron hacerlo?.

-Por lo mismo. Porque ellas insistieron que «teníamos» que aprender a bailar por si invitábamos a alguien, toda la noche no se podía hablar de ciencia, entonces era obligatorio saber hacer algo más.

-Bueno, pero sirvió. Tampoco es que haya sido tan mala la inversión de tiempo.

-Ciertamente. Pero no sé, yo creo que este tipo de canciones son muy vulgares. Prefiero algo como boleros, tangos, incluso vals. Esto me parece que raya un poco.

-¿Sabes bailar tango?.

-Sí. Nosotros fuimos la última generación de los actuales que escuchaban música en tocadiscos y deslizaban los pies para bailar. Ustedes las mujeres se adaptaron más rápido al cambio generacional, ejemplo Claudia y Sofía. A nosotros nos sigue costando bastante. Míranos, no hace falta buscar.

-Ella ríe-. ¿Sabes?, toda mi vida había querido aprender a bailar música antigua, pero pareciera que ya nadie supiera del tema.

-Bueno mi dulce doncella, has dado con el hombre correcto para eso. Déjame decirte que he sido ilustrado con las insignias milenarias de mis ancestros, quienes aprendieron del lugar de origen de ese ritmo- exclama con tono poético Horacio-.

-¿De verdad aprendiste a bailar tango de tus abuelos?.

-Sí. Y no solo eso. A ellos les debo todo lo que soy como persona.

-¿Por qué?, ¿la organización los prefirió a ellos que a tus padres para que te instruyeran en valores?.

-Así es. A todos los de mi generación de colegio los educaron sus abuelos.

-Eso significa que no conociste a tus padres.

-No, sí los conocí, pero a ellos iban de vez en cuando y no les dejaban acercarse por más de diez o quince minutos. Contrario con los abuelos. Muchas veces dejaban, que los longevos recibieran clases de algo que sus nietos estaban aprendiendo.

-Debió ser hermoso.

-No te alcanzas a imaginar lo bello que es ver a tus abuelos bailando por horas y que después te enseñen a ser un caballero, que te enseñen a cómo vestirte, qué decir, cómo portar.

-Pensé que eso lo habías aprendido con algún autor.

-No. Eso no se lee, se ve.

-Tienes razón. Y más cuando son niños porque modelan su comportamiento al observar todo lo que está a su alrededor en su primer intento de encajar en la sociedad, que aunque contenga su inteligencia, imaginación y deseo, su alma nunca va a estar reprimida, o no hasta que choque con la verdad de la vida aproximadamente como a los ocho o diez años y pierda su inocencia, convirtiéndose en el adulto aburrido que muere por males mentales convertidos en físicos. Por eso yo considero que el niño debe desarrollarse en un espacio sin prejuicios, porque tiene que crecer libre de paradigmas sociales y/o civiles excesivamente rutinarios que son innecesarios. Si él o ella es, que lo sea. No tiene que ser juzgada por nada, mucho menos por retrógradas infelices que crecieron sin atención y ahora la quieren recuperar volviendo a su pasado.

-y yo que consideraba a Freud como un dios en psicoanálisis.

-No se trata de eso. Es más como estudiar las cosas inconscientes y paradigmas que tiene la sociedad líquida de hoy día, y eso cómo afecta nuestros actos.

-Psicoanálisis.

-Bueno, si, pero es que cuando utilizas el término le das un sentido muy amplio con el que el receptor puede desviar el objetivo del mensaje y malinterpretarlo.

-Tienes razón.

-Y perdón si me emocioné con el tema, pero es que me encantan los niños y cómo piensan. Me parece un mundo tan hermoso e interesante, porque si te pones a pensar, de ahí vienen todos nuestros males. Para entender por qué somos lo que ahora, solo es necesario volver a nuestra infancia y ver qué faltó o tuvimos en exceso y listo, ese es el origen.

-Él ríe-. ¿Por qué ciencias?, pareces mejor en el mundo de la psicología.

-¿Por qué ciencias?, pareces mejor en el mundo de la filosofía.

-Lo tengo más como un Hobbie.

-Ahí tienes tu respuesta.

-Sabes jugar con las situaciones, no me gusta pero me sorprende.

-Cuestión de observar y actuar.

-María Clara y Horacio pasan la mayor parte de la noche hablando de ciencia y filosofía, el resto era baile. Ciertamente, entre ellos hay una conexión que les asusta a ambos, por una parte, Ella teme por su agraviada alma, y él porque jamás había vivido eso. A las cuatro de la mañana salen del lugar y se dirigen a los dormitorios que la asociación había dispuesto para los trabajadores. A la mañana siguiente Horacio le cuenta todo a su mejor amigo, Juan Luis-.

*****

        Capítulo 4- parte 1

-Algo coqueto, ¿no abuelo?- dice con tono gracioso Esteban-.

-No. Yo simplemente tuve suerte con María Clara. Aún me pregunto cómo es posible que una mujer tan bella terminara con un hombre como yo.

-Abuelo, sinceramente muy interesante la historia de mi abuela y todo eso, pero no respondiste mi pregunta. ¿Cómo fue el proyecto?- toma la voz Natalia, diciéndolo un poco amarga-.

-Está bien. Perdón.

*****

-Buenos días a todos los presentes- dice Horacio parado en la puerta del auditorio Leona Woods-.

-BUENOS DÍAS, SEÑOR- responden todos-.

-¿Falta alguien?- pregunta entrando al lugar, parándose frente a la gran pizarra de tiza que tenían en la parte baja del salón-.

-Sí señor. Algunos de los últimos grupos no han llegado- responde Fabio desde uno de los asientos de los estudiantes en los que se encuentran ubicados los invitados-.

-Muy bien, faltan diez minutos. Vamos a esperarles cinco, si no llegan, procederemos. ¿Objeciones?. ¿Ninguna?. Perfecto- dice Horacio subiéndose al pequeño espacio designado para los profesores-.

-Después de que Horacio termina de organizar los papeles encima del estrado, toma un trago de su petaca portátil que está llena de Whisky. Cierra el envase y lo ubica cerca de los archivos. Levanta la mirada buscando a María Clara. Cuando la ubica, coincidencialmente, cruzan miradas. Aunque no era meditado, ambos se sonrojan pero mantienen su vista fija en el otro. Par de segundos después, ambos la retiran al tiempo. El hombre secretea algo a Juan Luis, que alza la cabeza y responde al comentario. Ellos inocentes de que la susodicha se percataba de todos sus movimientos. Después de un tiempo…

-Tarde compañeros, tarde- les reclama Horacio en voz baja a los recién llegados-.

-Perdón señor, tuvimos un inconveniente anoche en la planta- se excusa un personal de grupo de apoyo-.

-Olvidenlo, sigan. Que no se vuelva a repetir por favor.

-Tranquilo señor, gracias.

-En fin. Bueno, como siempre, antes de comenzar estas sesiones, haremos juramento a la bandera. Así que, por favor, todos a los primeros puestos y con buena disposición para saludar a la patria- ordena Horacio preparándose para hacer lo mismo. Todos obedecen-.

-El saludar a la nación era algo que se hacía cada vez que un grupo era reunido mientras no fuera con el director general. Todos mostraban respeto: era el lugar donde habían nacido, y no solo honraban al suelo, también a sus padres, abuelos, y todos aquellos antepasados que lucharon por la libertad del espacio que estaban utilizando. Durante el discurso, se recordaba la guerra, los muertos, los presos y todo lo que les identificaba como país. Después de diecisiete minutos, todos toman asiento-.

-Bueno señores y señoritas -dice Horacio viendo a María Clara- el día de hoy les hes reunido para diseñar y planificar el láser que va a llevar el Telescopio más importante producido hasta ahora. Se va a utilizar este tipo de luz como una estrella guía artificial, lo que quiere decir que es necesario poder mover el rayo de una manera «sencilla». -Juan Luis despeja el lente del reproductor y proyecta la imagen simulada de la máquina-. Como bien pueden observar, el artefacto requiere cuatro haces de luces, cada uno ubicado en una esquina.

Lo que la empresa desea es que fabriquemos todo el sistema y en un avión llegue al lugar donde están construyendo el telescopio. Para esto, es necesario primero hacer el plano, verificar si es viable y posteriormente, ejecutar el plan. Y para eso están acá. Vamos a modelarlo todos, de esta manera, podremos quizá tener otros puntos de vista.

No sé qué piensen ustedes. Por ejemplo podríamos hacer un rayo por foco o por lateral. Hablen, escucho ideas. -Unos minutos después-. ¿Nadie? ¿No se les ocurre nada?. Les propongo que digan lo primero que se les pase por la cabeza, así sea imposible de hacer. No sé. Por ejemplo que mediante teleportación cuántica transportemos el láser desde el origen hasta el cielo o algo parecido. Quizá haya algo que hacer. -Todos ríen-. Necesitamos ideas, no posibilidades. -Después de otro par de minutos-. ¿No?. Perfecto, no se preocupen. Para mañana necesito cualquier idea, ya saben que puede ser descabellada. La única condición es que me genere cuatro puntos de enfoque sobre el cielo. Acá haremos las correcciones. ¿Entendido?. Muy bien, si no hay preguntas, pueden retirarse compañeros. Muchas gracias por su tiempo.

-A la mañana siguiente, martes, después de haber hecho el protocolo de saludo a la patria-.

-Les escucho compañeros. ¿Hasta dónde los llevó la imaginación?- pregunta Horacio desde el mismo lugar donde se había hecho el día anterior-.

-Yo estaba pensando en construir los cuatro láseres, apoyándolos sobre bases metálicas móviles para que se puedan desplazar. Los soportes pueden graduarse en altura y tienen campos para depositar los centros de producción. Además podría ser un solo cable que estaría conectado a los electrodos laterales mediante circuitos en paralelo- propone Fabio-.

-Muy bien. Me parece una buena idea porque así, si no los necesitan todos los puntos, pueden desactivar algunos y se ahorraría energía, pero suponiendo que escojamos el modelo, ¿Cómo se podrían mover los soportes con tanto peso?- pregunta Horacio detectando la falacia de la idea. Fabio guarda silencio-. Yo digo que se podría hacer de esa manera bajo la condición de optimizar su desplazamiento.

-¿Y si en vez de apoyarlos en un soporte, los colocamos en el piso con una plataforma que se pueda graduar sujeta a la base del telescopio para que cuando se mueva, ellos también se desplacen?- propone René, personal de apoyo del grupo A-II-.

-También, pero recuerden que el espacio es muy reducido debido a todos los materiales que se necesitan para sostener el espejo primario. Y, de ser el caso, no habrá lugar para colocar los láseres- replica Horacio-.

-Yo estaba pensando algo parecido al compañero Fabio pero en vez de hacer los láseres tan potentes, utilizamos unos de menor tamaño y amplificamos el rayo con vidrios convexos- propone Andrea, directora del grupo A-V, de Óptica-.

-Me gusta lo de la amplificación mediante vidrios, pero vuelve lo mismo de las plataformas.

-¿Podrían estar en el piso?.

-Sí. El problema es cómo hacemos para subir los rayos hasta los laterales superiores del telescopio.

-¿Y si creamos dos?. Uno para la parte superior y otro para la inferior- aporta María Clara-.

-¿Y cómo hacemos para dispararlos a las esquinas?- le reta Horacio-.

-Mediante espejos. Los colocamos en el centro del rayo y que se disperse hasta llegar a los puntos de contacto- responde ella sagazmente-.

-Pero mucho espacio de plataforma.

-¿Y laterales?- comenta Sofía-.

-Aunque sería menos complicado, igual el problema es la plataforma.

-¿Y si los unificamos a una sola fuente?- pregunta Botticelli, grupo de apoyo de Fabio-.

-Sí, y podríamos dejarlo en la superficie de la plataforma giratoria- se adelanta Sofía a la objeción de Horacio-.

-Sí. Vamos bien. ¿Ahora cómo podríamos llevar el rayo desde el suelo hasta los puntos?- dice Franco-.

-Así como lo dijo María Clara, mediante prismas- responde Andrea-.

-Explícate.

-El rayo rebota en un extremo de la figura y sigue el camino hacia la otra punta. Como los lados de un triángulo rectángulo. Entra por un cateto, rebota en la hipotenusa y sale dirigido por la otra margen. Algo así como el reproductor que estamos utilizando.

-Listo. Perfecto. -Horacio se toma un amplio lapso para pensarlo y dibuja el esquema en una hoja translúcida que posiciona en la base del reproductor-. Yo propongo que el esquema de espejos quede de esta forma:

Se genera el rayo que posteriormente pasará por un vidrio convexo para ser amplificado. Luego se encontrará con dos prismas, D1 e I1, que lo dividirán y dirigirán a cada extremo, tal en su forma inicial (sin amplificar). Tomando el lado derecho, en el borde de la plataforma, chocará con D2, que va a tener una inclinación tridimensional y lo guiará hacia arriba, sin antes ser amplificado por otro convexo. En cierta parte del camino, la mitad del rayo chocará con D3, quien lo disparará hacia el borde del telescopio, y la otra, subirá hasta D4 que actuará igual que D3. Al final, en los escapes, habrá un cristal convexo móvil y se utilizará para enfocar el punto fijo. Esto se aplicaría para ambos lados.

Yo pienso que sería un forma sencilla y poco contaminante de hacerlo. Al igual, está sujeto a las pruebas, así que se aceptan sugerencias.

-¿Y si para economizar más espacio, enterramos el láser y que haga el mismo procedimiento debajo del telescopio?- sugiere Sofía-.

-También. Pero de ser el caso, tendríamos que comunicarnos con ellos y pedirles que caben una zona especial para el láser.

-A mí no me parece mala idea. Lo único sería probarlo para verificar la optimización.

-Disculpe señor, ¿y cómo irían las hipotenusas de los prismas?- reclama Andrea-.

-Tendrían que ir recubiertas con un placa completamente reflectante que podría, de hecho, prepararse en el laboratorio de Materiales con elementos sencillos, ¿verdad?- pregunta Horacio mirando al director del grupo A-VII-.

-Sí. Sólo necesitaríamos mirar cómo podríamos crear una superficie plana con el máximo porcentaje de reflexión- toma la voz Santiago Ramón, director de Materiales-.

-Listo. Circuitos, ¿alguna idea de cómo podríamos hacerlo para que tenga la máxima potencia?.

-Bueno, según el fin y la forma de cómo lo vamos a desarrollar, yo creo que podríamos crear un láser de gas Helio-Neón de unos seis mil o siete mil Voltios que tenga corriente continua unida a un par de electrodos. Y si es de potencia, necesitaríamos muchas moléculas de la sustancia. No necesariamente el espacio tiene que ser muy grande pero lo suficiente como para que se produzca un rayo de gran amplitud, sin olvidar que los átomos de Neón tienen que chocar con las paredes del recipiente para volver a excitarse y seguir produciendo luz- responde Sofía-.

-¿Y cuáles serían las medidas del tubo para lograr el mejor desempeño del láser?- le pregunta Horacio a Fabio-.

-Realmente tocaría hacer las pruebas, señor. No hay un valor exacto a determinar, así que solo se podría establecer el diámetro del recipiente con pruebas de menor a mayor longitud para ver en cuál el rayo es continuo y tiene gran potencia- responde Fabio al ver que la pregunta es de su campo de estudio-.

-Señor, disculpe. Y si diseñamos un recipiente pequeño para que el tiempo en que el Neón choque con los bordes sea menor y se excite más rápido, produciendo una cantidad mayor de fotones por unidad de tiempo (mayor potencia)- abre René la discusión-.

-Me gusta la idea. Entonces, siendo el caso: tendríamos que elaborar un láser de pocas dimensiones donde haya gran cantidad de átomos de Helio y Neón para que tenga gran potencia. Éste sería enterrado bajo tierra y llegaría a los focos del telescopio mediante prismas tal como aparece en el proyector- resume Horacio-.

-Señor, pero, hay un gran problema- objeta Ramón-. A medida que los átomos vayan chocando con los bordes del recipiente, en su interior va a aumentar la temperatura, y aunque los materiales que recubran la mezcla tengan altos puntos de fusión, podrían ocurrir inconvenientes con la electricidad.

-Es verdad. Además que la reacción no funciona a altas presiones. En conclusión necesitamos un gran vacío para llenarlo con los gases, evitando que se sobrecaliente.

-No necesariamente. ¿Y si utilizamos refrigerantes?- pregunta Botticelli-.

-El problema de los refrigerantes es que son hechos a base de materiales nocivos para el planeta, y después de su uso, no se pueden volver a aplicar.

-Pero se podría dejar una parte del tubo al aire libre para que se enfríe, ¿no?.

-No sería suficiente. Una de las principales características del lugar, es que sus corrientes de aire son mínimas. Ésto para que el menor porcentaje de la luz sea dispersado por el éter.

-¿Y un ventilador gigante?.

-Tampoco. Ocuparía mucho espacio además de no ser sostenible para la naturaleza por la cantidad de energía que gasta. Creo que es suficiente con la que se utiliza en el láser.

-¿Y si ciertamente no creamos uno sino la dupla?- opina Andrea-.

-¿A qué te refieres con la dupla?.

-Una dupla de láseres. Se ponen con cierto ángulo para que ambos rayos apunten a varios vidrios cóncavos que los alineará y después seguirán el proceso que aparece en la hoja, aumentando de esta forma la potencia.

-Pero tampoco es que necesitemos tanta potencia, ¿no?. Tan solo basta con que la luz llegue al cielo y sea perceptible por el telescopio. No es necesario que sobrepase los límites atmosféricos. Y creo que eso ya lo podemos lograr con los diseños del único emisor- les refuta María Clara-.

-La sala se encuentra muda ante la opinión. Ninguno media sonido alguno. Cuando de repente, Juan Luis arrebata la quietud-.

-Yo creo que lo que dice la compañera es completamente valido. Con los diseños que tenemos es suficiente, además que son «amigables» con el medio ambiente.

-Después de meditar un poco-. Sí, tienen toda la razón. Es verdad. El láser no necesita tener más de 100 mW, y eso lo podemos conseguir con lo que ya teníamos planeado. Muy bien. Así es como se hace un proyecto en equipo- dice Horacio felicitando la participación de los presente-.

Mañana estaré citando a cada grupo para organizar cómo podríamos hacer lo que le corresponde a cada parte, así como las fechas, materiales y otras cosas que son necesarias. Mientras tanto, pueden retirarse, compañeros. Y muchas gracias por la colaboración el día de hoy- dice Horacio apagando el reproductor y bebiendo otro trago de Whisky-.

         Capítulo 4- parte 2

-Señor, ¿entonces organizo las reuniones de mañana para cada grupo?- le pregunta Juan Luis a Horacio-.

-No. Todavía no. Vamos, nos tomamos algo, charlamos un rato en la oficina y llegando las seis de la tarde llamamos. ¿Le parece?.

-Si usted lo dice, señor. Pero, ¿puedo saber la razón?.

-Ninguna en particular. Quiero planear las reuniones antes de ejecutarlas; saber a quién llamar primero, y todo eso. Usted sabe cómo soy con ese tema- responde Horacio mientras sigue a María Clara con la mirada-.

-¿Es eso o que quiere hacer algo distinto al trabajo por el día de hoy?- se intriga Juan Luis al percatarse de lo que su compañero estaba observando-.

-¿Perdón?. Jamás. Usted sabe que nunca cambiaría el trabajo por algo. No soy ese tipo de personas.

-Eso no parece en este momento.

-Tómelo como desee. Yo solo quiero hoy respirar un poco, mirar a las estrellas, escuchar música, porque lo que se viene va a ser gigante, viejo. Se va a acordar de mí.

-¿Y todo eso va a ser con…?

-Pues con usted, ¿con quién más va a ser?. Claro que, por ejemplo, podríamos invitar, no sé, quizá a María Clara y Sofía.

-Sí. Ya veo. Está bien. Si eso es lo que quiere, por mí no hay problema. Pero le advierto, señor, usted está yendo muy rápido con ella. Debería esperar un par de días más.

-Viejo, no hay ninguna intención oculta en esto. Simplemente quiero tomarme algo a la luz de la luna y ya.

-Si no le conociera desde tercero de primaria, podría incluso aseverar que lo único que quiere es emborracharse para mañana estar bien atento a todo; pero desafortunadamente soy como su hermano. Sé todo de usted, y por ese motivo estoy completamente seguro que usted desea estar con María Clara.

-A ver. Si todo esto viene porque le dije que las invitáramos, no hay problema, ni las llame. Yo solo quiero mirar las estrellas esta noche. ¿Podría hacerlo sin que haya algo malo detrás de eso?.

-Usted quédese con su verdad. Ambos sabemos que ese no es el fin de hoy, pero bueno, yo no puedo obligarlo a confesar.

-Entonces si ya la conoce, ¿me va a hacer el favor de informarles?.

-De verdad que usted es muy testarudo. Le digo que le baje un poco, que está demostrando muchas ganas, y no me hace caso.

-¿Y cuál es el problema de que ella se entere de que me gusta? ¿No soy acaso lo suficientemente hombre si pasa?.

-No, nada de eso. El problema es que quizá se revuelvan las cosas muy fácil y al final terminen mal. Es mejor esperar y ver cómo avanza la relación.

-Después de un rato discutiendo sobre el tema, Juan Luis y Horacio, las invitan a beber algo. Con el pasar de las horas, recae la noche sobre el edifico y los cuatro deciden subir a la azotea a mirar las estrellas. Permanecen allí hasta las tres de la mañana, tiempo en el que se van a descansar-.

-Más tarde, en la sala principal, Horacio se reúne con los directores de todos los grupos-. Señor Ramón, buenos días.

-Señor, buenos días.

-He tomado sin permiso un poco de su tiempo para gestionar todo lo que tiene que ver con materiales y fabricación de piezas.

-No se preocupe, señor. Para eso estamos.

-Muy bien. Bueno, lo primero que necesitamos es un par de prismas recubiertos en la hipotenusa con material reflectante y completamente liso. ¿Cómo ha pensado hacerlos?.

-Si le soy sincero, señor, no lo he analizado. Supongo que podríamos crear los triángulos normalmente, pero que al final del molde haya mercurio, y de esta manera reflejar bien el rayo.

-Sí, me parece muy buena la idea. ¿Y para cuándo podría tener eso?.

-Yo le digo que máximo, en semana y media están todos los prismas y el espejo reflectante de la máquina. Sin embargo, en la construcción de los electrodos y demás, me tomaría otras dos semanas. Y ya lo que sigue es responsabilidad de mecánica.

-Los requerimientos de los espejos se los dará la señorita Andrea y para los cables será Sofía. ¿Alguna pregunta? -Ramón niega con la cabeza-. Listo, no sería más. Muchas gracias por su tiempo, viejo.

-Sí señor, cuente con eso. Y no se afane que todo esto es por la organización y por la ciencia, de modo que no pierdo mi tiempo así haga lo mismo veinte veces.

-Lo tendré en cuenta. Y viejo, me puede hacer el favor de decirle a Fabio que suba, gracias.

-Sí señor, ya lo llamo. No se preocupe. -Santiago baja hasta el tercer piso y le comunica el mensaje al director del grupo A-IV. Cuando él llega al lugar citado, entra y toma asiento frente a Horacio-.

-Viejo, muchas gracias por estar acá, de verdad que esto es muy importante. Le comento. Hablé con Ramón y me dijo que se tomaría tres semanas y media para tener los implementos listos. Usted sabe ya qué le toca hacer. Entonces tiene este lapso para simular cómo sería el telescopio y así poder probar el artefacto. Después de eso, también deberán ensamblar el láser. ¿Cuánto se demoraría en lo último?.

-Bueno señor, lo de los soportes sí lo alcanzamos a hacer en ese tiempo, y lo del ensamblaje, sería otra semana .

-Perfecto, entonces así será. De verdad muchas gracias por todo esto. Créame que para mí no es grato quitarle su tiempo.

-No se afane que todo esto es por la organización y por la ciencia, de modo que no pierdo mi tiempo así haga lo mismo veinte veces.

-Lo tendré en cuenta. Y me puede hacer el favor de decirle a Roberto que baje, gracias.

-Sí señor, yo lo llamo. No se preocupe. -Sale Fabio del recinto y sube hasta la cafetería del último piso y transmite el mensaje. El director del grupo A-VI, acata la orden y llega hasta la oficina de Horacio. Entra y toma asiento-.

-Viejo, buenos días. Me disculpa haberlo retirado de su rutina pero entenderá la situación.

-Sí señor, no se preocupe. Dígame.

-Bueno, yo necesito que elaboren varios tubos de Helio-Neón para poder experimentar con el láser. Necesitaría el primero en cinco semanas. ¿Puedo contar con eso?.

-Si señor. Completamente. Es tiempo suficiente. Para ese momento yo le calculo que tendríamos unos tres o cuatro. ¿Le parece?.

-Es perfecto. Y de verdad, le considero esto.

-No se afane que todo esto es por la organización y por la ciencia, de modo que no pierdo mi tiempo así haga lo mismo veinte veces.

-Lo tendré en cuenta. Y podría hacerme el favor de buscar a Andrea y decirle que venga. Gracias.

-Sí señor, yo le digo- dice Roberto poniéndose de pie y saliendo de la oficina. Busca a Andrea y le comunica el mensaje, el cual ella ejecuta-.

-Señorita, buenos días. Aunque no es mi intención quitarle parte de su valioso tiempo, le pido que por favor comprenda la situación y me excuse.

-No se preocupe, señor. Dígame.

-Bien sabes que necesitamos prismas para poder llevar el rayo desde el piso hasta los extremos de la superficie, así como también los vidrios convexos. Por eso necesito que por favor les des los parámetros a Materiales para que los puedan hacer correctamente. Además te pido que estés el día de la prueba para calibrar todo.

-Claro señor, cuente con eso. Y no se afane que todo esto es por la organización y por la ciencia, de modo que no pierdo mi tiempo así haga lo mismo veinte veces.

-Claro que sí, lo tendré en cuenta. Y me podrías hacer el favor de llamar a Sofía, te lo agradezco.

-Claro señor, yo la busco. -Andrea se levanta del asiento y busca a la directora del grupo A-III. Ella cumple la sugerencia. Llega al lugar donde se encuentra Horacio, entra y se sienta frente a él-.

-Señorita, buenos días. Perdóneme por quitarle tiempo valioso.

-No se preocupe señor, para eso estamos. Dígame.

-Tú sabes que necesitamos unas especificidades respecto al voltaje y el circuito, y por eso te he llamado. Dentro de los planes está que el láser esté listo al finalizar cinco semanas, así que tienes ese tiempo para crear todo el sistema eléctrico del aparato. Las instrucciones ya las sabes. Solo que necesito que les des los parámetros a Materiales y no sería más- dice Horacio con una pequeña sonrisa-.

-Claro señor, cuente con eso. Y no se afane que todo esto es por la organización y por la ciencia, de modo que no pierdo…

-No, espera, no lo digas por favor- la interrumpe Horacio-.

-¿Por qué? ¿Pasó algo?.

-No. Es solo que ya estoy cansado de tanta monotonía. Todos dicen lo mismo, todos actúan igual. De verdad que me parece absurdo eso.

-Pues sí señor, pero son las reglas.

-Por favor, no más Señor. También de eso estoy cansado. ¿Por qué tienen que decirme Señor? Por qué no me pueden llamar Horacio, Franco, viejo, compañero o como deseen que sea distinto a esa absurda palabra. Realmente para mí es muy incomodo referirme a todos por el nombre y que sea yo quien tenga que ser la excepción porque soy el director del A-I.

-Pues no sé qué decirle, le entiendo su punto, pero son las reglas. Es una tradición que se ha mantenido desde hace muchos años. El referirse al superior como Señor o Señora, incluso señorita para los más atrevidos, es algo normal.

-Pero las reglas que fueron escritas hace cuánto Sofía. ¿Diez? ¿Veinte? ¿Quizá treinta años?

-Yo le pongo unos cincuenta.

-Por eso. El formalismo ya no es necesario. Y es que siquiera fueran reglas, son tradiciones. Son de menor rigurosidad.

-Mire, me disculpará que le diga esto, pero quiero escucharlo de sus propias palabras ¿quién era el que durante el colegio exigía el cumplimiento de las «tradiciones» a cabalidad?

-Yo, ciertamente. Pero es que ya no me cuadran. Para qué sirven sino es para simples formalismos innecesarios.

-Pero, señor, ¿cómo va a desautorizarlas?

-Primero, lo de señor, ya no va. En segundo lugar ¿cree usted que estaríamos acá si nuestros antepasados no hubieran roto los paradigmas tradicionales?

-¿A qué se refiere con «acá»?

-Piénselo por un momento. Si Copernico no hubiera roto los modelos del geocentrismo, ¿sabríamos que la tierra gira alrededor del sol, y que este a su vez al centro de una galaxia? ¿O que no todos los objetos se comportan tal y como lo estableció Newton? ¿Crees que sabríamos todo lo que hay en el universo si Einstein en su tiempo, no hubiera tardado años refutando a la física clásica? Las reglas son necesarias para que otros lleguen y las desarmen, les encuentren las falacias, las excepciones.

-Bueno, sí, obviamente no sabríamos nada si a ellos les hubiera dado miedo enfrentarse a las reglas pero y eso de qué sirve ahora. Porque alguien deje de decirle señor, no va a salir el siguiente Tesla.

-¿Y nosotros acaso conocemos lo que le depara el destino a la gente?

-Ciertamente no. Pero, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?

-¿Usted nunca ha considerado la idea de que muy probablemente nosotros no tenemos ideas de patentes porque las mentes que las piensan no forman parte del comité organizador?

-Perdóneme, pero no le entiendo su punto.

-¿Usted alguna vez ha trabajado con sus empleados?

-No.

-¿Aún sigue sin entender mi punto? ¿De qué sirve tener a diez personas tomando las decisiones de toda una compañía cuando al final ellos no son los que las ejecutan? ¿Qué tan útil es para la empresa tener a dos personas por grupo, sentadas detrás de un escritorio, preguntando al final del día qué se hizo? ¿No le parece mejor integrarlos a todos?

-No, ¿sabe? Creo que es necesario que alguien lidere al grupo.

-Claro, pero recuerde que un líder trabaja con su equipo, no lo manda. ¿Cuánto tiempo y recursos se ahorraría la empresa si un error en algún paso durante el proceso fuera detectado rápidamente, y no tuviera que ser arreglado después de un sinfín de papeleo?

-Seguramente mucho. Pero es que no le veo su punto, Horacio.

-Respóndeme una cosa: ¿es más cómodo decirme Horacio o Señor?

-Sofía reflexiona por un tiempo-. Sin mentirle, es mejor referirse a usted por el nombre.

-¿Ahora sí comprende mi punto? Las formalidades pueden liberar las mentes de todos. ¿Sabe?, yo sinceramente prefiero que alguien llegue a los parlantes de la compañía y grite la mejor idea que tenga, a que se acerque a mi oficina, pase el requerimiento y todo esa burocracia tradicionalista.

-¿Cree usted que podría cambiar algo?.

          Capítulo 4- parte 3

-Claro que cambiaría algo. No sé si usted recuerda que una vez nuestro profesor de Historia nos contó que parte del cambio mental que hubo en las revoluciones se había dado porque la gente dejó de llamar a sus dirigentes como tal y los tomó como inferiores, y eso, fue lo que les dio valentía para enfrentarse ante el sistema. -Horacio toma un descanso y prosigue-. Liberté, Égalité, Fraternité.

-¿A qué entran?

-Cómo es posible que desde el colegio nos hayan enseñado esas consignas y ahora en el trabajo sólo las repitamos como rutina.

-Pero las cumplimos.

-¿De verdad cree que las cumplimos, Sofía? Dígame qué libertad tienen los que trabajan cuando no se les deja tener acceso a la información de la compañía. Qué igualdad vamos a tener cuando los únicos que opinamos somo nosotros y ellos sólo obedecen algo que ni saben porqué ni cómo fue tomada esa decisión. Y ni hablemos de fraternidad ¿Acaso es fraterno que sea necesario llamar a alguien que «está por encima de uno» de una manera distinta al resto? Realmente no creo.

-Sofía permanece en silencio reflexionando lo que juzgaba su compañero-.

-¿Recuerdas a esa profesora de cinemática que siempre dejaba el salón sin seguro?

-Cómo olvidarla. Valiente destino el que sufrió.

-¿Sabes ella por qué hacía eso, cuando todos los otros profesores bloqueaban las entradas a los salones?

-No fui muy apegada a ella. Nunca supe cómo pensaba concretamente.

-Ella decía que no aseguraba el lugar porque no tenía qué perder. Que las cosas que estaban adentro de su escritorio eran de dominio público, y que el que las deseara, solo necesitaba acercarse al cajón y sacarlas. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo?

-¿De qué serviría?

-Si yo tuviera una idea y tendría que comunicársela a alguien, no me gustaría llegar a su lugar y tener que abrir una puerta, o lo que sería peor, solicitar un formato de petición para una cita.

-Bueno, ahí sí no sé.

-¿En qué momento cambiamos nuestro enfoque? Cuando estábamos en el colegio, juramos nunca volvernos tiranos, ¿y acaso no somos eso ahora? Nuestros antepasados lucharon para liberarnos del yugo de un país, y por intereses económicos, pusieron a nuestra nación bajo el mando de otra. ¿Ves que no nos diferenciamos?

-¿Y qué piensa hacer? No creo que al señor director le gusten esas ideas.

-Él realmente para mí ya no es autoridad.

-¿Perdón?.

-¿Luego quién es para darnos órdenes? Él es solo nuestro representante legal ante las otras asociaciones. No es nuestro jefe. Claro está que eso no quiere decir que no merezca respeto, pero tampoco puede ser tratado como si fuera más que nosotros. Es un igual. Ahora considero que a los únicos que se les puede tratar como superiores es a los profesores y a aquellos que sean mayores de nosotros en veinte años.

-Pues pueda que solo sea el representante legal, pero al igual es quien nos da los contratos.

-Yo discrepo en eso. Realmente no son ni nuestros méritos. Todo lo que tenemos hoy, se lo debemos a los que trabajan y hacen todos los proyectos, no a los que los lideramos.

-Realmente, me deja sin palabras. Jamás imaginé que alguien como usted pudiera decir ese tipo de cosas.

-El problema es que ya estoy cansado de todo este sistema, que aunque de cierta manera sea utópico, tiene muchas falacias que son necesarias corregir para el bien de todos.

-Perdóneme que se lo pregunte, Horacio, pero ¿qué le está pasando?

-No entiendo a qué viene la pregunta.

-A que desde hace un par de semanas usted ha actuado de una manera muy rara. Primero lo de la sala de reuniones la vez de María Clara. Después, lo de ese mismo día en la tarde cuando le avisaron lo de este proyecto. Luego, lo del viernes cuando dejó tomar a Juan Luis dentro de la reunión. El lunes, que reunió a todo el mundo en el auditorio cuando eso jamás se había hecho. Al día siguiente, lo mismo. Y hoy usted me sale con que quiere cambiar todo el sistema porque quién sabe qué bicho le picó. Eso, sin mencionar de cosas que ocurrieron el viernes de las que que me he enterado.

-Sofía, vamos. No me ha pasado nada. Es simplemente que no todo puede ser igual por siempre.

-Sí, y yo no lo conozco desde quinto de primaria, ¿no? Usted tiene otras intenciones, Horacio. ¿A quién intenta impresionar? ¿María Clara? ¿Claudia Conte? ¿Quién, Horacio? Usted no es así. Tiene que haber algo oculto detrás de toda esa belleza interna que siempre tuvo y nunca quiso demostrar.

-A ver. ¿Cómo les hago entender que no intento impresionar a nadie?, así soy yo. Lo que pasa es que nunca pensé que mis ideas fueran aplicables a la realidad.

-¿Y quién fue esa luz que le despejó el camino? ¿María Clara?- Y dicho esto, Sofía se levanta de su asiento de manera ágil-. Lo espero arriba, Horacio. -La joven se retira del lugar, dejando la puerta abierta, en vista de lo protestado por su compañero-.

-Horacio, permanece pensativo con las palabras listas a refutar la idea de Sofía. Pero después de analizarlo por un tiempo, concluye que, en efecto, la persona que le impulsa inconscientemente a cambiar los paradigmas que siempre había defendido a capa y espada, era la misma que sin preguntar, entró un día cualquiera y no ha salido ni por un instante de ese recóndito lugar lleno de ciencia y filosofía. Aceptando la invitación de su compañera, él también se levanta del asiento rápidamente y tampoco cierra la puerta al salir. Cuando llega a la cafetería, logra identificar la mesa donde están sentados sus amigos, a la que se dirige muy lentamente-.

-Por fin llegas. Pensé que habías quedado en shock- bromea Sofía desde su asiento cuando Horacio llega al lugar-.

-Qué chiste- se defiendo Horacio con un tono satírico-. ¿Toman algo?

-Acabamos de llegar, siéntese- responde Juan Luis llamando a Ricardo-.

-Lo hacía en la escuela, D’angelo.

-Regresé rápido. La reunión se aplazó y volví de inmediato.

-Señores, Señorita, ¿qué desean tomar?- pregunta Ricardo con su elegancia de etiqueta-.

-Cada uno pide su bebida y la mesa permanece en un silencio que a lo lejos, refleja tensión entre dos bandos. Un que pronostica el gran enfrentamiento proveniente de dos corrientes de pensamiento, que aunque surgieron de una misma raíz, en el camino tomaron vías distintas de formación-.

-Entonces, señor Horacio -dice Juan Luis de manera tosca y agresiva- me puede por favor explicar ¿qué es lo que piensa hacer?

-Respecto a qué, Juan Luis- responde el acusado con tono frívolo-.

-Respecto a que piensa cambiar todo lo de la empresa, incluyendo al señor director. ¿Qué le está pasando, Horacio? ¿No se da cuenta que por eso puede perder todo lo que tiene?

-Juan Luis, así tenga que perder mi vida por la igualdad y la justicia, no me importa. Si le soy sincero, me da vergüenza mirarme en el espejo dentro de la oficina y pensar que ese mismo puesto lo podría ocupar cualquier persona; que ese lugar podría ser aprovechado como otro laboratorio o para ampliar el centro de investigación. Todas cosa que tengo en este momento, las podría poseer alguien más: una oficina propia, un equipo propio, acceso ilimitado a la información, horarios flexibles y otras cosas. ¿Y por qué solo puedo ser yo quien las posea? ¿Acaso el ser el director de grupo A-I me hace superior a los otros? Les recuerdo que todos tenemos las capacidades suficientes para ocupar los mismos cargos, la diferencia es que no todos tienen la habilidad de coordinar las cosas, pero les aseguro que con un poco de entrenamiento hasta un joven que esté terminando el colegio podría ejercer mi oficio.

-Le recuerdo que todo eso no es por capricho suyo, lo que pasa es que no todas las reuniones pueden se pueden organizar en las salas o los auditorios, y conversar con ruido tampoco es que sea muy cómodo. Es por eso que el director debe tener una sala propia, para recibir los invitados sin tener que hacer mucho. Entonces el espacio es muy necesario, si le soy sincero. Y respecto a los otros «lujos» que referencia, todos los tienen, el problema es que nadie los pide. Por otro lado, lo de que le tengan que decir «señor» tampoco es que sea tan así. La gente lo hace por respeto al conocimiento y experiencia que usted tiene. Y por si no se ha enterado, lo que diferencia al director del empleado no es el cargo ni el nombre que reciba, es su capacidad de liderazgo. Esa misma que fue detectada desde la primaria y estimulada de ahí en adelante. Entonces no venga con el cuento de que cualquiera podría ejercer su oficio, porque yo le puedo asegurar que aunque lo hagan, no cumplirían los requerimientos de la compañía. «Cualquiera puede gobernar un barco, pero se necesita un líder que planee la ruta»*

-A mí no me venga con sus frases de autoayuda…

-Pues sí se las digo. Y tengo más que apoyan mi idea. Y si no le gusta se lo aguanta, porque no voy a permitir que por un arrebato pierda todo lo que ha construido todos estos años. Así que si me permite, déjeme devolverlo a la realidad. No está en un mundo utópico. Usted vive en un mundo lleno de seres humanos con imperfecciones, lo que produce que también los sistemas sean imperfectos. Y si no se acostumbra a ellos, muere. Entonces deje de pensar estupideces y concéntrese en el presente, en el proyecto que tenemos que sacar adelante lo más rápido posible.

-Me parece increíble que ese mismo ser que leyó y defendió los mismos libros que yo, ahora esté contradiciendo todo eso por lo que un día luchó. Aún recuerdo todas esas noches que pasábamos con los de filosofía haciendo tertulias en los dormitorios con una botella de Whisky en la mitad del grupo. Gritábamos, bebíamos, leíamos, cantábamos.

-Ese ser no ha cambiado, Horacio, el problema es que despertó y se dio cuenta que el mundo de fantasía que esos autores teorizaban, no es posible en este momento. Y por mucho que lo deseemos y luchemos por cambiar eso, no lo vamos a lograr. El sistema ya está establecido, y usted como líder tiene la función de que sea lo menos hostil posible para aquellos que no se benefician con esto. Así que le propongo de nuevo, que se baje de esa nube que ya había superado al poco tiempo de comenzar a leer todo ese tipo de literatura, y se centre en lo que hay, en eso que usted tiene en su poder para ayudar. Le sugiero que trate de aplicar todas esas referencias a la actualidad, sin tener que cambiar el Statu quo, PORQUE NO VA A SER POSIBLE.

-Juan Luis, calma- dice Sofía tomando un brazo de su compañero-.

-Yo sinceramente pensé que esto había sido superado. Entonces no entiendo qué ocurrió para que resurgieran esas ideas.

-No ocurrió absolutamente nada. Lo que pasa es que abrí los ojos.

-¿Abrir los ojos, Horacio? ¿Le parece que eso es abrir los ojos? Que yo sepa, abrir los ojos es darse cuenta que ese mundo no va a ser posible nunca hasta que todo el mundo cambie su forma de pensar. Y como están las cosas ahora, dudo mucho que eso ocurra antes de que nosotros fallezcamos. -Juan Luis toma un trago y prosigue-. Cuando fuimos estudiantes, usted tuvo que cargar con el peso de despertar a la gente de la película que se nos había montado de la sociedad. Ahora mi responsabilidad civil y como su mejor amigo, es devolverle el favor y evitar que se estrelle contra el mundo, o que si decide lanzarse, el golpe no sea tan fuerte.

-Sofía mira a Juan Luis y le pide con la mirada que pare por un momento-. Mira Horacio, nosotros estamos haciendo esto porque realmente queremos tu bienestar. Para nosotros eres muy importante, no solo porque eres nuestro director, sino porque eres nuestro amigo y no queremos que por intentar hacer el bien en este sistema mal elaborado, salgas perjudicado. Y ponte a pensar en algo: si tú te vas, salimos detrás tuyo, no porque nos despidan, sino porque es nuestro código, nuestra promesa ¿recuerdas? Entonces, si no nos quieres ver afuera de la asociación, mantén tu cabeza en su lugar. Te lo pedimos más por ti que por nosotros.

-No tienen que salir conmigo. Ustedes tienen su vida y no la pueden arruinar por alguien como yo.

-Te guste o no, lo vamos a hacer, entonces compórtate como el director que eres y permanece cuerdo.

*Maxwell J. (2007). 21 leyes irrefutables del liderazgo. Nashville, Estados Unidos: GRUPO NELSON, INC.

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