Nívea recuerdo la luz que me trajo a estos lares… tan diáfana,
Para hallarme en un crisol de ignotos aconteceres
Que me llevan y me traen entre burdas y resacosas mareas
Como barcos la deriva de borracho timonel.
En los arrecifes de lo incierto fijo mi quebrada vista
Pues aquí no hay quien me asista, salvo un brioso corcel
Que imagino aparece antes del descalabro
Cuál enviado del destino que sin pensar yo cabalgo
Para salir del colapso de proseguir en falsa guía.
Empenachado de nubes de extraña certeza
Comulgo así con mi alma que me manda otro mensaje,
Ahora no desoído: vístete de sentimiento allá donde mal te traten
Que no hay frontera más férrea
Que la que uno a sí mismo se impone.
Del mundano yo me desprendí, como de la crisálida la mariposa,
Que no es, por cierto, mala cosa el saberse transformado
Por un preludio latente consolidado al fin;
Prestó estoy ahora a partir a donde mis alas lleven
Siendo cómplice del viento que guiarme quiera, sí;
Si una vez faltaron arrestos para cruzar una charca
Océanos ya me den que con ellos no me basta.
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