ELI

Hoy, después de muchos meses, fui al cuarto de Eli y me senté en la cama, cerca de la mesa de luz dónde desde un retrato me sonríe. Abrí los cajones, como primera medida dispuse sobre el acolchado fotos de cuando era pequeña y las acaricié.
¿Te acuerdas? Cuando niña te enojabas al trenzarte el cabello o bien que Pablito estuviese debajo del árbol esperándote para dar una vuelta manzana. Mientras me detenía en observar con lágrimas deslizándose por el rostro volvió a mi mente cuando te disfrazabas y hacías morisquetas frente al espejo, sonreías pícaramente para luego colgarte de mi cuello y llenarme de besos
¿Dónde estás mi pequeña? Deja que te halle y abrace fuerte.
¿Quién me dirá te quiero y me llenará de besos con sabor a caramelos?
Tal vez estés jugando entre nubes de algodón o escribiendo frases de amor que nadie leerá.
Mis palabras, advertencias, consejos no te salvaron.
Te irritabas y molesta me decías:
-¡Mamá no soy una nena!
Tal vez con el tiempo me reconcilie con la vida y me convenza que siempre te hablé y guié.
¡Qué idiota! Como no me di cuenta que tantas palabras son inútiles, no salvan ni protegen. Si en vez de sermonearte te hubiese besado, acariciado.
¡Cuánto tiempo derramado en aguas sin puertos donde anclar!
No deseo volver atrás pero los recuerdos se agolpan en mi mente y estallan en imágenes, voces como la de la policía informándonos de tu accidente y mis gritos y tu padre sosteniéndome.
¿Dónde está la misericordia de DIOS?
¿Acaso en tu cuerpo abandonado en la calle, arrollado por un criminal?
¿Por qué a vos y no a mí?
No puedo dejar de pensar ¿Qué vieron por último tus ojos?
Quizás el semáforo dándote paso, el auto viniendo sobre ti, el asfalto, el pánico…
Escucho la voz de Paula:
Eli, tenía que estar en casa, íbamos a estudiar y al salir de la facultad recordó que se había olvidado los apuntes y decidió regresar y allí al cruzar, nunca terminó la frase, sus palabras se ahogaban por el llanto.
Desde aquel día me refugié aquí, papá no se despega de mi lado temiendo lo peor.
¿Lo peor? Ya pasó, vos no estás más.
No quiero ver a nadie tampoco que me hablen.
Me llevaron al psicólogo, nadie entiende que no quiero vivir más. Él me habla, sus palabras me incomodan ¿Cree que puedo hallar paz?
No, ni él ni nadie pueden sentir lo que yo siento. Me arden las entrañas, la impotencia me asfixia, estoy seca por dentro y por fuera.
Estallaron tus órganos y tu carne, quedaste tendida en un charco de sangre, un mar oscuro, un mar muerto. Nada será lo que debió haber sido.
Allí quedaron tronchados tus sueños, todo desapareció, un ebrio al volante se llevó tu vida,
Una rosa que jamás volverá a florecer.
¡Ay! Cómo duele el alma cuando no tiene sosiego ni paz.
Estoy paralizada, tengo las piernas enredadas en raíces cuyas hemorragias no cesan y no puedo reinventarme porque el duelo es permanente.
Mi angustia es tan profunda, no se buscarte porque no aprendí a perderte.
Tengo sueño ¿Cuánto hace que no duermo? Los párpados me pesan, camino por la casa sosteniéndome de las paredes, mi sombra me parece más cierta y real que yo misma.
Al darme vuelta; ella también se da vuelta.
Eli es como vos, nunca nos encontraremos.

Liliana Elda Stefanini

La imagen puede contener: cielo, nube, árbol, exterior y naturaleza

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2Marcela Mendez y Paola Mendoza

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