Domingo, a pesar de que entra un cálido rayo de luz por mi ventana, veo todo más oscuro que de costumbre, siento que me hundo en los recuerdos, me arrastran hasta el lugar más profundo de mi mente, sin dejarme salir, encerrada allí con todas las conversaciones, los momentos, las ilusiones y la desilusión de que no fuéramos eternos. Una parte de mí se ha muerto, puedo sentir que después de tanto dolor, no soy, ni seré la misma. Supongo que hay que morir un poco para poder vivir.

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