Se puede ganar a un hombre de dos formas: por el sexo o por el estómago. Arabella llegó de Wuppertal a España para conquistar a Adolfo por lo segundo.
Con esa eficacia germánica que le venía de serie, lo consiguió en menos de una semana.
Arabella cortó, mezcló y amasó para él.
A fuego lento, trituró, coció y horneó para él.
Utilizando accesorios de en sueño, como la mariposa, logró que su paladar alcanzará explosiones de sabor y vapores indescriptibles.
¡Ay Arabella! Adolfo no podía dejar de pensarte en la cocina, anhelando su regreso a casa, para poder servirle esa sorpresa que tendrías caliente para él.
Entre tanto, se aferraba a su almuerzo.
Su Arabella también le liberó de la ardua tarea de ir al supermercado. Ella misma se lo guisaba y él se lo comía.
La única pega es que no podía planchar, ni limpiar o recoger, por lo que la casa era un completo desastre desde que le abandonó su mujer.
Esta noche a Arabella le espera una sorpresa en la mesilla: un nuevo accesorio con un orificio.
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