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I
Insaciablemente recibo tus recuerdos
cada vez que la brisa golpea mi rostro al borde del malecón.
No sé si escucharan mis lamentos, pero los clamo y a veces pienso que las olas las recibe y las esparce mar adentro descartando así toda posibilidad en la espera de una respuesta.
Pero si, ¡Si!, sigo, porque fuiste lo único que quedo en mí, mi único deseo, mi única ambición, has sido siempre tú,
Pero ahora son solo los deseos los que invaden mi mente confusamente, y aun atontado y con dudas, me pregunto si lo que sucedió en realidad es hasta ahora una pesadilla la cual me niego rotundamente a creer.
II
Eran pocas las veces que entristecíamos estando juntos, era como un sueño, ¿recuerdas? los dos tomados de la mano y a veces excedidos en alcohol nos dirigíamos a ese lejano rincón al borde del mar “nuestro rincón” testigo mudo de nuestras promesas de amor.
Todavía sigue escrito, aun no tumban el muro, pero el tiempo y la cal ya comienzan a borrarlo
¡Tuya por Siempre! Corto pero hermoso.
Bajabas bien del árbol, ¿sabes?, nunca te caías ni te golpeabas, si tu padre no lo hubiese cortado habría sido más fácil, ¿Verdad?, pero, en fin, te gustaba el riesgo y la acción, por eso siempre lo disfrutabas.
Tus pantalones de cuero negro que te daban libertad al andar,
y los broches de aluminio de tu chaqueta de terciopelo marrón que chocaban constantemente entre sí,
despertaban en mi mente las más hermosas fantasías cada vez que tú,
te alejabas de mi
III
Fue corto pero largo, y mi sonrisa y mis buenos recuerdos son pruebas fieles,
ahora solo el mar me calma y ¿sabes por qué? Por qué aprendí el secreto,
¡Si! aquel secreto de saber ver más allá del horizonte, sin fronteras ni prejuicios,
El ser uno mismo sin tener que cambiar para caerle bien a alguien,
Seguir y seguir luchando, aunque los tomates te caigan en la cara,
Y si nada de esto resulta, probare tu salida,
“Tirarme de un Barranco como lo hiciste tu ayer”….
1. INICIO DEL FIN
Gabriela dormida. La cara hacia arriba y sus brazos hacia los costados. Yo la observo desde la puerta de su habitación, me deslizo dentro de la cama mientras el reflejo de la luz de neón azul del bar del frente baja por la ventana. Estoy demasiado triste para dormir y pensando en lo que haremos el ultimo día que pasaremos juntos antes de Navidad y año nuevo.
Tendido en la cama se me vienen algunos recuerdos del día en que nos conocimos. Despierto a las siete y permanezco en la cama durante unos minutos más esperando que Gabriela despierte. De repente ella bosteza, se tira un pedo y se levanta alegre cantando y tropezando por todo el dormitorio como siempre, luego entra al baño para salir después de unos minutos bailando y dando brincos. Yo solo me quedo observándola desde la cama con rostro de bobo apasionado.
-¡Buenos días osito!, me dice mientras comienza a vestirse, ¿Cómo te fue en la fiesta de Ítalo?
-Todo bien – le respondo- estuvimos un rato en su casa y luego nos fuimos a Jolly Roger donde se estaba presentando una banda nueva llamada Los prisioneros.
-¿Y eran buenos? -me pregunta
-Y bueno, diría que tenían un estilo muy diferente de otras bandas que ya escuchamos-
-¡huy que interesante-, me responde-! deberíamos ir a verlos un día entonces-.
–Si, debiéramos, ¡ah ¡, se me olvidaba, también estaban Gabriel y Joel y te mandaron besos-
-¡Que lindos! Diles que muchas gracias
Luego de decir esa frase Gabriela soltó una sonrisa melancólica,
-¿Qué fue conejita? – le pregunte
-Nada no, solo estaba recordando que tú y yo nos conocimos en una discoteca, ¿recuerdas?, estabas exactamente en la pista contigua contemplándome a cada momento con una carita de nene tierno, se te veía tan inofensivo que daba ganas de apachurrarte-
-¿de verdad fue así? Le pregunté.
-¡Claro que sí!, No te me hagas el loco ahora que bien que recuerdas. Te confieso que yo estuve esperando por un buen tiempo a que te decidieras invitarme a bailar, pero de repente te fuiste con tus amigotes-.
-¿En serio? – le respondí
-¡Ya pues osito!, no te hagas el tonto ahora que bien que te acuerdas.
–Si Gabita, ¡Claro que lo recuerdo y muy bien! Me quedé prácticamente hechizado cuando te vi.
Ella lanzó una sonrisa de satisfacción y nos sentamos a tomar desayuno.
Gabriela tenía mucha energía para hacer todo, incluso hasta para tomar un simple desayuno, hacia su huevo duro tamborilear a cada momento en la huevera, rechinar su cucharilla en la taza del café y hasta cada uno de sus sorbos tenían diferentes sonidos y eran exagerados.
-Gordito, ¿Ya hiciste tu maleta?, mira que el autobús sale a la 1 de la tarde-. Me dijo entre uno de sus sorbos de café.
-Si mi cielo, ya está lista desde ayer- le respondí
– ¡Que bien ¡, ya veraz que este viaje será maravilloso e inolvidable. Me dijo toda entusiasmada.
Gabriela y yo teníamos 3 años enamorando y este sería nuestro primer viaje fuera de Iquique. Casi toda la primera semana que comenzó nuestra relación me hablaba constantemente de su amor por Chile, Santiago y su odio por los carabineros.
Tomamos el autobús exactamente a la 1 de la tarde. Durante todo el largo trayecto de Iquique hasta Santiago Gabriela no dejaba de hablar y ni de cantar, estaba muy emocionada.
La verdad era que nuestra relación siempre tuvo que ser a escondidas, ya que el Padre de Gabriela era algo racista y no aceptaba que ella tuviese un novio peruano o de piel mestiza. Cuando él se enteró de nuestra relación gracias a la hermana menor de Gabriela que también estudiaba en nuestra misma universidad, el padre le prohibió rotundamente el seguirnos viendo y la amenazó con sacarla de la universidad si no le obedecía.
– ¡Peruano Mestizo indio de Mierda!, ¡Que sepa que para mí el mejor indio es el indio muerto po! – Le gritaba siempre su padre
Después de casi 20 horas de viaje llegamos a la Estación Central de Santiago en O’Higgins, ya era de mañana y estábamos bastante cansados, pedimos un taxi y nos fuimos hasta un hostal Llamado Providencia ubicado en Vicuña Mackenna muy cerca al centro, nos dieron una habitación simple y después de tomar un buen baño nos tiramos a la cama y caímos en un sueño profundo.
Despertamos casi al mediodía, almorzamos en el Hostal y partimos de inmediato. Nuestro tour comenzó en la plaza de armas, de allí nos dirigimos a la casa de la moneda para luego visitar El Cerro Santa Lucia y sus monumentos y tomar el teleférico hasta el Cerro San Cristóbal en donde se podía ver todo Santiago y las Imponentes cordilleras blanca y negra. Realmente la estábamos pasando muy bien conociendo estas maravillas.
Ya de noche caminamos un poco por Paseo Ahumada en donde nos sentamos en un bar llamado Quinta Avenida para comer y beber un buen vino chileno. Cuando terminamos y nos dirigíamos hacia el hotel me di cuenta de que Gabriela estaba completamente borracha. Ella reía de todo y de todos, poniéndole apodo a cualquier persona que pasaba por nuestro camino, yo estaba muy asustado de que en algún momento alguien enfurecido le pidiera satisfacciones.
– ¡Llavero de bolsillo! -, le gritó a un señor de baja estatura.
– ¡Pan de pascua! -, le dijo a una chica que sufría de acné
– ¡Cojinova! -, se burló de una señora que cojeaba de la pierna izquierda
– ¡Bisagra! -, le gritó a un señor de edad que salió a observarla por la ventana
Gracias a Dios nadie nos reclamó y ni llamo a los carabineros, pero ella no paraba de burlarse de cada persona que cruzaba cerca de nosotros, así que decidí llevarla casi cargada al hostal lo más rápido posible y dando traspiés a cada dos segundos.
Al llegar a la puerta del hostal ella me grita, – ¡suéltame, yo puedo subir sola! -, no le respondo nada y la suelto, mientras llegamos hasta el tercer piso, ella va delante de mí tambaleándose de pared a pared, yo solo la observó con cuidado para evitar alguna caída.
Finalmente llegamos a nuestra habitación y el lugar olía a humedad, nos tendemos en la cama y mientras me rodea con sus brazos me dice
– va a llover, ¡please, abrázame gordis!, tú ya sabes cómo me encanta el calor de tu cuerpo osito, déjame apachurrarte más, ¿sí? -.
De repente escuchamos la lluvia comenzar a caer y de la nada ella comienza a reír a carcajadas y me dice, – ¿No te dije que este sería un viaje inolvidable? –
– Ya duérmete, Gaby- le respondo, ella continúa riendo, acaricia mis cabellos y me dice – ¡Hay dios mío! ¿Qué haría yo sin ti?
“Luego de haberla visto por primera vez en la discoteca, me di con la gran sorpresa de volver a encontrarme con Gabriela en la UCHILE de Iquique. Para esa epoca yo tenia19 años y ella 22. Ahora la recuerdo enfrente de mi clase de sociología exponiendo una asignación y que desde la primera vez que la escuché hablar decidí que quería casarme con ella algún día.
Ítalo fue quien nos presentó, ellos eran amigos de infancia. Yo la invite a tomar un café y conversamos muy amenamente, desde ese día nos convertimos en amigos inseparables.
Ella me enseñó muy buenos métodos de retención a la hora de estudiar, y me ayudaba con los cursos de ciencias y la manera correcta de escoger y comer una buena empanada chilena.
Luego de 1 mes le pedí que seamos enamorados y ella aceptó de buena manera. Habíamos cumplido un año y medio pololeando y solo teníamos buenos recuerdos jugando a las carreras, persiguiéndonos el uno al otro en la universidad y quedándonos maliciosamente escondidos en los salones de clase bebiendo pisco y haciendo planes sobre nuestro futuro hasta la madrugada.
Después de 2 años de relación, decidimos ennoviarnos, ella me convido a que viviésemos juntos en el apartamento que le había rentado su padre. Vivimos allí durante 4 meses y nunca nos separamos, solo en las fiestas de final de año, ya que éramos de diferentes regiones, pero nos manteníamos siempre en contacto por carta, telegrama o teléfono mientras íbamos a visitar a nuestras familias.
Así continuamos como pareja hasta que un 23 de mayo ella llega llorando desconsoladamente diciendo que su padre no aceptaba nuestra relación y la amenazaba con quitarle el apartamento y sacarla de la universidad
Nosotros ya estábamos muy enamorados. Temporalmente decidimos no vivir más juntos y vernos a escondidas, ya que la hermana de Gabriela que estudiaba artes en nuestra misma universidad tenía al padre informado de todos nuestros movimientos. Yo acabe rentando un cuarto en la casa de ítalo y solo podía ir al apartamento de Gabriela escondido y de madrugada para poder vernos.
Llego diciembre y como había comentado anteriormente, las fiestas de final de año era la único que nos separaba por casi 2 meses, ya que Gabriela tenía que ir a visitar a su familia a Valparaíso, y fue por eso por lo que decidimos hacer este viaje a Santiago juntos, para poder apaciguar el tiempo que no nos veríamos.
Regresamos a Iquique en el autobús de las 8 de la mañana, el regreso fue menos pesado que la ida, Gabriela ya no cantaba ni hablaba, estaba triste, lo sentía. Cuando llegamos a su apartamento ya eran casi las 7 de la mañana del día siguiente.
– Voy a preparar el desayuno- me dice – ¿quieres tostadas?,
-Bueno- le respondo, los dos nos encontrábamos muy tristes como para tener algún ánimo de conversar.
Comenzamos a desayunar, Gabriela no me miraba a los ojos como usualmente lo hacía, tenía la cabeza gacha, súbitamente el ruido de su timbre interrumpe esta triste escena, ella se levanta de la meza para averiguar quién es y ya en la puerta asoma el ojo por el mirador.
– ¿Cartero en domingo?, ¡qué raro! –, me dice mientras abre la puerta y lo atiende.
– ¿Sí?, – le pregunta.
– ¡Telegrama de Valparaíso para la Señorita Gabriela Araujo! -, ella lo recibe, firma el recibo, agradece y cierra la puerta para luego volver a la meza con un rostro pálido y presintiendo malas Noticias.
-Es de Papá- me dice con voz temblorosa.
– ¡Bueno corazón, ábrelo para ver que dice- le respondo
Gabriela abre el telegrama y comienza a leer en voz alta y media tartamudeando:
– “Gaby Es Papá. Tu hermana me llamo ayer para contarme que desapareciste por 3 días. Que no te encontró en el apartamento. ¿Dónde estás? Estaré llegando a Iquique esta noche. Prepara tu equipaje que tú y tu hermana se regresan conmigo a Valparaíso esta misma noche.”-
-Maldición- gritó exaltada, ¡Si le dije a esta tarada que estaría en casa de Lorena en Arica por 3 días para que esta idiota no le avisara a Papá!
Un silencio invernal invade la sala, Gabriela sin saber que hacer me mira fijamente con ojos llorosos esperando alguna actitud de mi parte, pero yo aun continúo sorprendido y quieto.
Desde la ventana del lado del comedor se puede observar parte de Playa brava y la hermosura que refleja por las mañanas, en un acto inconsciente me dirijo hacia la ventana y quedo pasmado ante aquella majestuosa belleza. Gabriela se acerca y me abraza por la espalda.
-¡Yo sé que no lloraras gordito! Me dice sollozando, ¡Se que no lo harás, así que si es posible yo llorare por los dos y nunca te juzgare mal por este momento!-
Yo no le respondo y continuo observando el mar.
-¿Es que no lo sabes? – me pregunta llorando – ¿En verdad no lo sientes? -, me dice mientras me abraza.– Es porque te amo tontito, te amo con todo mi corazón-
En ese momento volteo, acaricio suavemente su pelo, levanto su rostro tiernamente y mirándola fijamente le digo,
¿Sabes Gabi?, en invierno playa brava se ve sensacional, ¿verdad?, deberíamos ir a caminar por el malecón algún día.
Gabriela no necesitó mucho tiempo para entender que la había escuchado, para entender que yo realmente también la amaba, necesitó esa mirada, ese minuto y ese instante para poder comprender y responder con una lagrima.
– ¡Si mi amor ¡, deberíamos ir-.
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2.-VACIO
Ya eran casi la cuatro de la tarde cuando Gaby y yo estábamos en la estación de tren de Iquique, yo iría a abordar el tren a Tacna de las cinco. El tren iría a hacer una parada en Arica antes de continuar hacia Tacna para pasar inmigraciones, ella me estaba arreglando la camisa cuando de repente el tren tocó el pitazo para abordar anunciando su salida. Gabriela me abrazo con mucha fuerza y llorando, nos besamos por casi un minuto, luego me dio una bolsa con un envase y se lo recibí,
-Te hice algo para cenar- me dijo – ¡No vayas a beber cerveza en el tren, mira que esos huasos de inmigraciones se ponen brutos, y por favor te cuidas mucho, ¿sí?, yo te llamo a la casa de tu tío o te envió un telegrama para saludarte por navidad!, ¡Te amo mucho!
– ¡También te amo conejita- ¡cuídate mucho, nos vemos en Febrero!
Le respondí mientras me subía a mi vagón y de inmediato corrí hacia mi asiento para verla y despedirme de ella una vez más por la ventanilla, pero solo llegue a verla de espaldas caminando hacia la salida de la plataforma, confieso que me sentí desolado y lloré, pero luego imagine que ella estaría llorando mucho también y no quería que la viese así antes de el tren partir.
Pasaron dos semanas desde que había llegado a Tacna, Gabriela no había llamado a la casa de mi Tío como lo había prometido y esto ya me estaba haciendo sentir algo preocupado. Así que, a pesar de las advertencias de Gabriela de no llamarla a su casa para evitar problemas, la llamé varias veces, pero solo respondía su Padre y yo colgaba inmediatamente al sentir su voz.
Después de un mes, ya casi a mediados de enero, ella aun no me había llamado o enviado alguna carta o telegrama y ya nadie respondía el teléfono de su casa, así que me desesperé mucho. Llamé a Ítalo que también estaba en Valparaíso para preguntarle si sabía algo de ella.
-No Loco, no sé nada-, me respondió-, no me he encontrado con ella o con nadie de su familia, tal vez se fueron todos a Santiago a visitar a la Abuela, pero tranquilo que estaré al pendiente-
Confieso que esta posibilidad me tranquilizó bastante y decidí no desesperarme innecesariamente y esperar por alguna noticia por parte de ella.
Luego de una semana yo me encontraba tomando desayuno en casa de mi tío y el teléfono sonó, cuando respondí era Ítalo.
-Hola loquito, ¿Cómo estás? – me saluda con un tono de voz inseguro
– Yo bien, ¿Sabes algo de Gaby? -, Le pregunto inmediatamente
– ¡Si!, ¡Mira, justo para eso te llamaba!, dime una cosa, ¿Estas en casa de tu tío? –
– ¡Si! – Le respondo algo nervioso
– ¿Y está tu tío en casa? – me pregunta
– ¡Siiiii Carajo!, ¿Cuál es el misterio?, ¿Que mierda pasa? –
– ¡Siento mucho ser portador de malas noticias amigo mío, pero Gaby murió la noche de año nuevo! –
Al escuchar esto no pude resistir y di un grito demencial, mi tío llegó corriendo a la sala para saber que estaba pasando, yo estaba tirado en el suelo llorando como un niño y con el teléfono de mi lado.
¡No puede ser tío!, gritaba y lloraba desconsoladamente, – ¡ha muerto, Gabi me dejo, ha muerto! –
Mi tío no sabía que decir o que hacer, solo me abrazo fuertemente para no evitar que continúe golpeando el suelo con mis puños que ya comenzaban a ensangrentarse.
Luego de una hora me tranquilicé un poco y llamo a Ítalo para saber qué había pasado y como Gabriela había muerto. El me conto que aquella noche de año nuevo, Gabriela había discutido con su padre fuertemente porque él le había colocado un candado al teléfono y también porque que estaba quitándole y escondiendo las cartas que ella me escribía, nunca pudo enviarme un telegrama por que su padre se encargó que nunca saliera de casa sola y que no tuviese un peso encima. Gabriela estaba tan enfurecida aquella noche que comenzó a beber mucho vino, y luego de un par de horas empezó a insultar a sus padres y golpear a su hermana, el padre sin saber qué hacer, la tomo de los cabellos y la abofeteo tres veces, Gabriela salió de su casa llorando y llevándose el carro de su padre. Habían pasado casi dos días y no se sabía nada de ella, sus padres fueron la Policía y colocaron una denuncia de persona desaparecida. Al día siguiente dos carabineros llegaron a la puerta de su casa, el Padre abrió y le dieron la triste noticia que la misma noche en que Gabriela huyó de casa, ella estaba manejando ebria y a alta velocidad por la carretera del malecón y alguien se había estrellado contra ella haciéndola caer al vacío de un barranco de 150 metros de altura e impactando sobre unas rocas ubicadas en la orilla del mar.
Los de la autopsia dijeron que a pesar de que el carro explotó luego de la estrepitosa caída, la muerte fue instantánea, que no sufrió, pero su cuerpo quedó hecho añicos, ¡todo ese cuerpo que tantas veces sentí y abrase con tanto amor! Luego de esta noticia el padre de Gabriela sufrió de un infarto y fue llevado al hospital de emergencia quedando internado por casi un mes.
Para mí los siguientes días fueron un infierno, estaba desecho de tanto llorar, mi tío y mis amigos me miraban con lástima y hacían hasta lo imposible por animarme, yo les decía que era muy difícil, que tenía la esperanza de casarme y formar una familia con Gaby, Mi tío me abrazaba muy fuerte como si fuera su hijo todas las noches que despertaba gritando luego de haber tenido largas pesadillas.
El tiempo paso muy lentamente, adelgacé y no quería continuar viviendo, iba a pasear al lado del rio locumba y lloraba, llegaba a la casa y lloraba, lo hacía cuando estaba acompañado o cuando estaba solo, nunca pensé que una persona como yo pudiera llorar tanto así. Mi tío me repetía a todo momento que estuviese tranquilo, que el tiempo lo cura todo, que un duelo es todo un proceso y que normalmente esto pasa con cualquier persona que ha perdido un ser amado, y de eso mi tío sabía mucho considerando que su esposa había muerto de cáncer hacia solo un año atrás, él me contaba que fue después de casi seis meses que pudo comenzar a salir de esa dolorosa burbuja del luto, pero muchas cosas cambiaron en él. Yo solo le respondía que no aguantaba más, que era demasiado sufrimiento y solo quería irme con ella para no sentir más este dolor.
Los meses pasaron y yo me sentía igual, yo no me atrevía a ir a la tumba de Gabriela en Valparaíso porque para mí ella aún vivía y no me sentía preparado para aceptar su muerte. Todas las noches la recordaba, y aunque a veces me distraía observando nuestras fotos, cuando las guardaba volvía a darme una tristeza inmensa, una soledad absoluta que sentía nunca iría a superar.
Todos me decían que encontraría a alguien más, y que ese dolor iría a desaparecer, pero lo primero que debía hacer era visitar su tumba para despedirme de ella y aceptar que nunca estuviera más conmigo. Pero yo no estaba tan seguro de hacer eso, sentía mucho miedo porque hasta ese momento yo nunca había amado a nadie más de lo que la quise a ella y no entendía porque Dios había permitido que se fuera de este mundo siendo lo único hermoso en la vida que me había pasado. Todas las noches soñaba con ella, luego me despertaba afectado por ver la realidad de que nunca más la vería y eso partía mi alma.
Una tarde ya algo más resignado, llego en casa y en la mesa mi tío me había dejado una carta sin remitente que venía de Valparaíso, pensé seria alguna carta de ítalo, pero al abrirla me encuentro con la sorpresa que era una carta de Gabriela, en ella decía lo siguiente.
“Valparaíso 29 de enero de 1990
Amado Osito, ¿Cómo estás?
Hoy tembló en Valparaíso, Qué novedad, ¿verdad?, dicen que el epicentro fue en Quintero, no te preocupes que no fue nada grave y estoy bien. Luego llovió y me sentí muy sola porque recordé aquella lluvia que pasamos juntos en el Hostal de Santiago.
Me dirás que soy algo cursi, pero todas las noches llamo tu nombre imaginando que me escuchas, pero en el fondo sé que no vendrás
Siempre recuerdo tu rostro, tu sonrisa, tus manos cálidas acariciando mi pelo. A veces siento tanto tu ausencia que ni escucho los gritos de felicidad de los niños en la calle jugando al futbol.
Me pregunto si aquel jardín del parque donde solíamos almorzar se encuentra seco ahora que no vamos más. Todas las noches cierro los ojos y juego a sentir que parte de ti esta dentro de mi cama queriéndome abrazar, pero no me da para sentir el calor de tus brazos y comienzo a llorar.
Recuerda siempre osito, que, a pesar de estar lejos, nosotros creamos una casa a imagen y semejanza de nuestro amor y este hogar nunca cayó ni caerá, bastantes lágrimas y sufrimiento que nos costó construirla para poder estar juntos, ya que sin eso no seriamos nada.
Cuídate mucho, un Beso para el tío Percy
Te amo mucho.
Recuérdame siempre
Tuya por siempre, tu Conejita.
PD. intentaré llamarte después de año nuevo de una central telefónica, Papá no me deja usar el teléfono de casa ni salir a la esquina sola.
Poco después Mi tío Percy llega a la casa, entra en la sala y me encuentra llorando,
– ¡No Hijo!, ¿Otra vez?, pensé que ya estabas mejor- me dijo.
Yo me seco las lágrimas y le respondo.
-Tío un favor, ¿Me podría acompañar a Valparaíso para visitar la tumba de Gabriela?
Mi tío suspira profundamente como desahogando el final de una inmensa preocupación y sonriendo me responde.
– ¿Vamos de ómnibus o en mi carro? –
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3.- MARMOL FRIO
-«Claro que te quiero gordito»-, desperté angustiado al escuchar la voz de Gabriela mientras llegábamos a las puertas Del cementerio número 2 de Valparaíso en el carro de mi Tío. Yo me había puesto un terno color café para visitar su tumba.
Mi llegada fue similar a la de cualquier triste entierro. Ítalo y un grupo de amigos de la universidad me rodearon y llenaron de abrazos y condolencias, mientras mi Tío leía algunos párrafos de la biblia.
Ítalo, estaba ajustando los últimos detalles y colocando las flores y recuerdos llevados por los amigos alrededor de la lápida de Gaby que estaba hecha de un Mármol brasilero tan frio que me escalofriaba hasta los huesos. Luego se fueron acercando nuestros amigos. Cuando ya estábamos todos reunidos, Mi Tío e Ítalo compartieron sus discursos y como broche de oro, al anochecer, los amigos prendieron globos de papel y los lanzaron al cielo.
En toda la ceremonia, Mi rostro nunca mostró nervios, ni emoción, sino una profunda tristeza. Es difícil cuando extrañas a alguien. Pero, ya sabes, si la extrañas con profundo amor, fuiste bendecido y significa que tenías a alguien especial en tu vida, alguien que valió la pena, y ella lo fue, Gabriela era una mujer de Dios, desinteresada, que curó y cambió mi vida, que amaba la sinceridad y de ayudar al prójimo, familiares y amigos.
Al final de la ceremonia no pude darles las gracias a todos los presentes por todos estos detalles. Me sentía más allá de lo que el vacío de los más vacíos te podría provocar y aunque todo el mundo me hizo sentir especialmente amado, me fui de ahí sin despedirme de nadie», y también fue así como mi despedida con Gaby concluyó, pero nuestro grande amor continuó siguiéndome por siempre.
HELIO O ACEPTACION
Aunque suene algo descabellado, la primera vez que levite y vi a Gabriela fue luego de 3 meses de su muerte, yo tampoco lo hubiera creído si no me hubiese pasado.
Solo una semana atrás había conocido a una chica de Antofagasta con la cual habíamos empezado a salir, la verdad no quería recordar a Gaby o hacia el esfuerzo por que saliera de mis sueños y pensamientos. Pero después de esa semana me pasó por primera vez. Estaba durmiendo y de repente desperté a medias, tenía los ojos cerrados pero podía observar todo mi cuarto, no tenía poder y control sobre mi cuerpo que levitaba encima de mi cama pero duro poco y entonces lo ignoré y seguí durmiendo.
Al día siguiente pensé que solo había sido una pesadilla, hasta la siguiente noche que me pasó lo mismo, esta vez duró más y tampoco podía evitarlo o controlar mi propio cuerpo, estaba levitando contra mi voluntad, entonces puse todas mis energías y concentración en volver a tener el dominio de mi cuerpo, me puse a pensar en el amor que tenía por Gaby, pensé que ese amor es lo que me había llamado en ese momento, y gritaba a Gabriela que por favor me ayudase, pero yo no podía mantener el control de mi cuerpo…. de repente se acabó la tortura y abrí los ojos y ella estaba frente a mí levitando en puntas de pie, con los brazos abiertos y su rostro mirando hacia el techo con la boca completamente abierta
– ¡Ya basta! – Me reclamó bastante molesta, – Déjame ir o ven conmigo-
Yo, completamente inmutado y atrapado dentro de un cuerpo sin control, me dirigí hacia ella y la abrasé para que me llevase al lugar que ella quisiera.
-¡No veas mi rostro!, esta deformado por las quemaduras, ¡solo abrázame! – Me ordenaba mientras comenzábamos a flotar y salir de la habitación elevándonos lentamente hasta llegar al techo de la casa.
-¡Muchacho de mierda!, ¡suéltala! – Me gritó el padre de Gaby mientras me sostenía con fuerza del tobillo.
Por alguna razón le obedecí y con la suavidad de un globo de gas, me separó de Gabriela arrastrándome sin ninguna brusquedad hacia el suelo, luego me tomó de los hombros y mirándome tiernamente me dijo
– Ahora ve, ¡ve hijo y se feliz! –
Inmediatamente miré hacia el cielo y vi a Gaby desapareciendo dentro de una nube purpura.
Cuando regresé a mi cuarto pude verme a mí mismo durmiendo, súbitamente mi cuerpo en estado inconsciente despertó y nos miramos fijamente y de inmediato una fuerza magnética me absorbió hacia él. Cuando recobre el sentido estaba completamente sudado y con mucho frio.
Dos días después le comenté sobre esto a mi tío – Fue solo una pesadilla hijo, es algo normal- me dijo. Pero la verdad yo siempre supe que no había sido una pesadilla porque mi mente siempre estuvo en estado consciente.
Después de algunas horas llamo a Ítalo para contarle sobre esto y en ese momento, completamente aterrorizado, me da la noticia que el Padre de Gaby había fallecido un par de semanas atrás producto de un paro cardiaco fulminante. Esa noche ore por su alma y para no levitar más con él pero sí con Gaby. Infelizmente mi conejita nunca mas apareció, pero sigo pensado en ella como si fuese ayer, hasta el día de hoy.
“Que tus rencores se disipen amor mío, para que tu corazón nunca sienta que algún día viviste momentos de soledad. Que todo aquello que te hizo mal se convierta en bien, así podrás olvidar la angustia. Ahora tus sueños son míos y los míos tuyos, y los que fueron nuestros, ya nadie los conoce».
Gabriela Araujo 1967 – 1991
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