Y TE SALE LA MARIQUITA QUE TENEMOS ADENTRO ESPERANDO EL CARNAVAL PARA DISFRAZARCE DE MUJER. Me alejé de Pablo y su frase daba vueltas en mi cabeza.
Bajé del sendero con un sabor amargo en mi boca.
La noche asomaba, un viento suave me envolvía mientras las calles de tierra del pueblo, se me antojaban, infames guardianas de secretos.
Desde niños Pablo y yo fuimos inseparables .Muchos fueron los obstáculos que tuvimos que vencer, mi padre, dueño de cabañas, mientras que el padre de Pablo tenía una chacrita con una pequeña huerta que era el sustento de la familia.
Las Chacras es un pueblito encastrado en lo más profundo de las sierras, a la sombra de Traslasierra, tiene una vegetación variada y en su corazón habitan cuises, zorros silvestres, aguiluchos y liebres. El lugar es hermoso pero en como pueblo chico, todo se sabe y si no se inventa. Las diferencias económicas hicieron que tanto mamá como papá no me permitieran estar con Pablito.
De todas formas nos la ingeniábamos para realizar nuestras aventuras.
Al atardecer, cuando los tonos pasteles tiñen el lugar, nos internábamos por los senderos que llevan a las sierras y nos sentíamos exploradores en busca de un tesoro.
La magia de la niñez no entiende de diferencias sino de acercamientos por lo tanto huíamos de los retos de mi viejo y de los pellizcos del padre de Pablo para envolvernos en cada juego, planeando nuevas travesuras .En el tiempo que estuvimos juntos, que fue poco pero intenso, los dos fuimos iguales, aclaro dos pibes atorrantes con las rodillas percudidas y arañazos en el cuerpo por trepar árboles y piedras, compartir alegrías, tristezas y secretos de una relación a escondidas pero no por ello menos rica. Me fui de las Chacras a los diez años, me mandaron a estudiar a Buenos Aires y a vivir con unos parientes de mi madre.
Pablo y yo nos despedimos con lágrimas, un fuerte abrazo y la promesa de volver a vernos.
Él se quedó ayudando en la chacrita, creció entre la soledad y la tierra, allí enterró sus sueños de estudiar, alejarse de la monotonía y el olvido.
Para las vacaciones volví al pueblo habían pasado dos años, mi padre necesitaba que lo ayudara con las cabañas. Llegué con la emoción de encontrarme con Pablo y contarnos todo lo ocurrido desde mi ausencia. Me pareció raro que no viniera a buscarme entonces decidí ir hasta su casa. Desde el camino lo divisé trabajando con el arado. Le grité con todas mis fuerzas, se incorporó y al reconocerme corrió a mi encuentro.
Nos abrazamos entre palabras que se nos escapaban a borbotones, deseábamos contarnos todo en ese instante, fue la voz del padre que nos volvió a la realidad.
-¡Pablo vení a terminar la zanja!
-Después nos vemos, en el sendero viejo, apenas caiga la tarde.
Al atardecer me fui al sendero, me senté sobre una piedra a esperar la llegada de mi amigo.
Me hipnotizó el paisaje, los verdes, el amarillo el contacto con la tierra en mis manos.
-¡Javi!
-¡Amigo! Te extrañé.
Él estaba parado y lo vi más alto, un mechón cetrino le caía sobre los ojos y se notaba una breve sombra sobre la barbilla. Se acomodó a mi lado, se corrió el cabello del rostro y su gesto llamó mi atención este sería el primero de muchos cambios.
Le conté mi vida en la ciudad, los nuevos amigos, la escuela. Pablo me escuchaba atento sin embargo un dejo de tristeza asomaba en su mirada.
-¿Y vos? Conta, dale.
-Javi , me pasaron tantas cosa que me cuesta contarlas. Mi vieja nos abandonó, una noche mientras dormíamos tomó sus pocas cosas y se fue, estaba cansada que mi viejo la faje.
¡Lástima que nos dejó con él! Desde que ella se fue está peor, es una bestia. Delfina es chica y parece que la odia por ser mujer, tengo que cuidarla mucho, mucho.
Estalló en lágrimas e insultos. ¡Estoy harto Javi! Me llevaría a Delfi lejos, lejos de este pueblo de mierda.
Lo tranquilicé y apoyó la cabeza sobre mi hombro entre quejidos y suspiros. Más tranquilo continuo hablando.
-¡Ay Javi! Si pudiese hablar.
-¿Qué ocurre Pablo? Me enterneció verlo tan solo y desprotegido. Amigo somos casi hermanos, hablá y si en algo te puedo ayudar lo haré.
Nunca olvidaré su mirada y el nerviosismo con que comenzó a dejar salir las palabras cargadas de angustias que se perdieron por el viejo sendero, allí en el escenario de nuestra niñez.
-Javi, dentro mío vive otra persona, la que deseo ser y no ésta que vez aquí. Al poco tiempo de tu partida, empecé a escuchar una voz en mi interior. Me decía lo que ansiaba oir y no me atrevía aceptar. Todas las noches cuando mi papá, borracho se dormía, me encerraba en el baño y me miraba en el espejo. Y no era yo, era una chica con mi rostro pero bien peinada, pintada y muy suave me decía-Eres Jessi, Jessi.
Y me sentía feliz con ganas de salir y recorrer las calles del pueblo para que todos me saluden y los muchachos me sigan con la mirada. Dejé de ir a la escuela porque me aislaba de mis compañeros, yo necesitaba estar con las chicas, hablar de moda, de pinturas para la cara y de peinados.
¿Comprendes Javi? No soy varón, soy mujer, siento y deseo como una chica.
¿Imaginas en un pueblo a Jessi?
¿Me ves como mujer en la chacra? Mi viejo me mataría.
Sólo cuando cae la noche, en el viejo galpón abandonado, el cual acondicioné para mí, Jessi aparece envuelta en tules, peinada y maquillada y allí es una chica que sueña con un amor prohibido.
Le palmee´ la espalda, respiré hondo y hablé, Pablo yo te acepto como eres, me cuesta no te miento pero comprendo por las dificultades que atraviesas y lo que debes sufrir. Lo abracé y sentí sus lágrimas en mi camisa. Sus manos se aferraron a las mías y luego de besarlas murmuró una frase. Se quedó acurrucado con la cabeza entre las piernas. NO imaginé que esta sería la última visión que tendría de Pablo.
Pasaron muchos veranos antes de volver a las chacras, mis padres me llevaron a varios sitios a vacacionar, conocí el mar, las cataratas, las ruinas de San Ignacio, Purmamarca, El Vlle de la luna y muchos más. Sin embargo el recuerdo de Pablo y las ganas de verlo nunca me abandonaron.
Ya en la facultad volví al pueblo habían pasado seis años desde aquella charla en el sendero viejo con mi amigo.
Me sentí un poco forastero en el lugar que nací, poco había cambiado. La mañana siguiente a mi llegada me encaminé a la chacrita en busca de Pablo.
Grande fue mi sorpresa al encontrar la casa destruida, grité su nombre pero en vano nadie contestó. Tenía claro que a mi padre no podía preguntarle ya que jamás aceptó nuestra amistad. Los colores pasteles y las sombras recostándose en el valle me invitaron una visita a la almacén por mayor de don Jesús, en la cual lo que no se sabe allí no existe.
Me acerqué al mostrador, hice los saludos correspondientes, en algunas mesas los parroquianos jugaban a las cartas mientras atenta vigilaba la partida una botella de tinto.
Muy pocos de los presentes me recordaban y al ubicarme todos querían saber de la vida en la ciudad sobre todo, la noche de buenos aires y sus mujeres.
Ya entrados en confianza y como quién no quiere pregunté:
-¿Qué lástima la chacra de los Acuña? Está en ruinas. ¿La familia dónde se mudó?
-¿No se enteró? Dijo don Jesús.
-No ¿Qué ocurrió?
Una noche ardió el rancho, adentro encontraron el cuerpo calcinado del viejo pero del Pablo y la Delfina hasta hoy no se sabe nada y ya pasaron cuatro años.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo, creí que todo giraba a mi alrededor. Tomando fuerzas me despedí, salí mareado, atónito, como pude llegué hasta el sendero, apoyado en un árbol me fui resbalando hasta caer sentado en la tierra y allí estallé en un llanto muy fuerte.
Han pasado muchos años, tengo mi estudio jurídico en Lanús, dónde vivo con Vane, mi esposa, y mis dos hijos; Pablo y Paz.
Mis padres quedaron en las Chacras, los visitamos por lo menos dos veces al año, jamás volví al sendero viejo.
Una tarde lluviosa estaba en casa mirando la televisión, algo que no acostumbro, pero, invierno, lluvia y los chicos con amigos copando la vivienda me senté con Vane en el sillón y fue ella la quién me invitó a ver una película. Mientras intercambiábamos títulos, me sobresaltó oir una voz en la pantalla, una voz disimulada pero que guardaba un dejo de su raíz. Alcé la vista y allí estaba, sentado a la mesa de una famosa actriz .Maquillada, peinada y vestida con elegancia ¡Jessi!
Miré a mi mujer y le pregunté quién era.
-Es Jessi ,un transexual , que se hizo muy famosa, trabaja en el teatro pero no se más ¿Querés ver una de acción o comedia?
Demás está decir que sentí ganas de gritar: es Pablo mi amigo del pueblo, pero me contuve.
Al día siguiente me propuse encontrarla, hablé con gente conocida y me ayudaron mucho. A las pocas horas sabía dónde vivía y a qué hora podría encontrarla.
El miércoles a las una de la madrugada estaba dentro del auto en la puerta del edificio dónde vive .A los pocos minutos paró delante mío un vehículo del cual descendió. Bajé y la llame, ¡Jessi! ¡Jessi! Ella me miró dubitativa en la penumbra de la vereda pero reconoció mi voz y nos abrazamos como aquel día en que nos separamos.
Entramos a su departamento y una vez frente a frente rompí el silencio ¿Dónde estuviste todos estos años? Te extrañé mucho de hecho uno de mis hijos se llama Pablo.
Las lágrimas corrían por la gruesa capa de maquillaje, con la voz entrecortada y casi murmurando: Pablo se quedó en los valles en las sierras, Jessi luchó en Buenos Aires junto a Delfina para que ella sea lo que es hoy, una médica, bonita que nada le falta porque su hermana luchando contra la adversidad hasta con la prostitución y no me avergüenzo, aprendió un oficio y no paró hasta ser la mejor. Tuve que pagar un precio muy alto para llegar dónde estoy ahora, he sangrado por dentro y por fuera, no hubo una parte de mi cuerpo que no luciera moretones, noches sin dormir, escapando de la policía de los garcas y hasta que al final aparecieron los que se hacen llamar señores, tienen familia , plata pero a escondidas se cojen a un puto. Y es allí dónde comienzo a ganar dinero y fama, siempre “Trabajando”, porque no deja de ser un laburo-yo doy vos pagas. Una noche en una fiesta gay conocí a un productor el cual después de intimar un tiempo me propuso un pequeño papel en un programa de T.V, la suerte , dios o quien sabe, el personaje pegó fuerte en el público y desde ese instante no paro de estar en los medios con un programa propio ¿Sabes que me dice la gente por la calle?
-Jessi ¡Te amamos , genia!
Y me lo dicen porque soy auténtica, les cuento medio en broma mi vida y dejo entrever un gran amor que nunca alcanzaré pero que es real, existe. Y entre risas y lágrimas mi mundo se va abriendo como un abanico.
Jessi, te molesta si le hablo a Pablo, mi amigo, necesito reencontrarme con él. Después de unos años volví al pueblo con la esperanza de encontrarte y hallé la chacrita abandonada y no supe nada de vos, en aquel momento creí que algo dentro de mí moría. ¿Qué ocurrió realmente en la vivienda? ¿Cómo se salvaron Delfina y vos? En el pueblo nadie supo jamás dónde o como estaban por un instante pensé que para ellos eran dos fantasmas.
Apoyado contra el bar y mirándome a los ojos, se quitó la peluca, abrió su bolso sacó una toallita y comenzó a quitarse el maquillaje, el rostro de Pablo comenzaba a despuntar como su voz cuando habló: Javi luego de tu partida la vida se endureció muy feo para mí, una noche el viejo entró al galpón y se encontró con Jessi, me golpeó tanto que creí morir, luego borracho y puteando cayó de bruces en la cama. No lo dudé tomé a Delfina que lloraba asustada en un rincón por la sangre que me salía por todos lados, con una frialdad que desconocía encendí el rancho y escapé con ella. El destino quiso que después de días caminando con frio y hambre nos subiéramos a un tren que nos trajo a Buenos Aires. Un pibe de la calle sin hacer preguntas nos llevó dónde vivía, una villa con pocilgas hechas con lo que se podía y de allí en más me juré luchar por un destino mejor para Delfina. De lo que ocurrió aquella noche queda entre vos y yo como la infancia que nos unió en el viejo sendero y allí quedó. Hoy escuchas a Pablo por última vez, has de cuenta que como un fantasma apareció ante ti para no volver jamás, fantasmas como ya fuimos en las Chacras Delfina y yo.
Pablo, no podes hablar así, ahora que nos encontramos podemos volver a ser los amigos que fuimos, siempre te llevé en mi corazón y me culpo por no haberte buscado pero temí lo peor.
Dentro de mí alcé un altar a tu recuerdo. Te pido por favor reflexiones, la vida nos debe una segunda oportunidad.
Javi, una vez te dije que jessi guardaba un amor prohibido, éste permaneció en el tiempo, jamás necesité amar porque mi amor es fiel al joven que me cautivó cuando en el sendero viejo me abrazó para contener mi tristeza. Aún atesoro entre mis manos la tibieza de las suyas. Ahora puedes marcharte y si tanto me aprecias, cada vez que regreses al pueblo pon en aquel lugar que guarda celosamente nuestros recuerdos una flor en memoria de aquel que
Se perdió entre las llamas de una chacra, una noche cualquiera de un lejano día.
Bajé los ojos mientras las lágrimas bañaban mi rostro, me retiré sin decir una palabra, ya en el auto recordé la frase que Pablo me dijo la última noche que nos vimos en el sendero y que dio mil vueltas en mi cabeza presagiando el futuro y temiendo lo que hoy me confirmó, al besar mis manos supe que se había enamorado de mí…
Y TE SALE LA MARIQUITA QUE TENEMOS ADENTRO ESPERANDO EL CARNAVAL PARA DISFRASARCE DE MUJER.

JESSI

…Bajé los ojos mientras las lágrimas bañaban mi rostro, me retiré sin decir una palabra, ya en el auto recordé la frase que Pablo me dijo la última noche que nos vimos en el sendero y que dio mil vueltas en mi cabeza presagiando el futuro y temiendo lo que hoy me confirmó, al besar mis manos supe que se había enamorado de mí…
Y TE SALE LA MARIQUITA QUE TENEMOS ADENTRO ESPERANDO EL CARNAVAL PARA DISFRASARCE DE MUJER.

Desde aquel atardecer que nos despedimos en el sendero viejo y tomé tus manos entre las mías y las besé, te trasmití lo que sentía por vos y que con el tiempo se convirtió en este amor prohibido que guardo en mi corazón.
Si me preguntás cuando me enamoré de vos, no podría precisar. Tal vez, cuando niños jugábamos y dentro mío algo me hacía sentir diferente a vos.
¿Cómo explicarte lo que ignoro? Dos varones, travesuras, secretos, pero dentro mío tus miradas y sonrisas, despertaban en mí emociones encontradas, difíciles de entender para un niño.
El tiempo se nos escapaba de las manos y mientras vos soñabas con tu nueva escuela, yo experimentaba en mi cuerpo y mi mente cambios a los cuales traté de resistirme con todas mis fuerzas, incapaz de contártelos. Trabajaba en la huerta de sol a sol para caer en el camastro y dormir agotado para no pensar en vos ni en mí. Todo era en vano despertaba en la madrugada envuelto en sudor, sofocado, excitado y lloraba ahogando mi llanto para que nadie lo oyera.
Hasta que un día en el baño vi en el espejo mi rostro arreglado, maquillado, una linda piba y la voz que me decía-Eres Jessi, Jessi. De allí en más me convertí en la mujer que soy.
En el último encuentro que tuvimos aquí en Buenos Aires, me pediste volver el tiempo atrás para retomar nuestra amistad, Imposible, yo nunca fui tu amigo fui tu enamorada.
En aquella oportunidad evitaste preguntas sobre cómo Delfina y yo llegamos a sobrevivir en Buenos Aires, te lo agradezco no hubiese podido hablar frente a frente sin llorar.
Ahora que te escribo, voy a contarte no para que me tengas lástima sino para satisfacer tu curiosidad.
Aquel chico que nos vio en retiro, hambrientos, sucios como él, no llevó dónde vivía sin hacer preguntas.
El loco como le decían nos alojó en un rancho que orillaba las vías del tren, compartimos pan para mitigar los ruidos de la panza y nos dormimos.
Al día siguiente el loco me miró y dijo:
-Puto, Tenés que ganarte la comida y el lugar.
Nos llevó a la casa de un hombre al que sin más encaró:
-Viejo el pibe y la hermana necesitan comida y un lugar dónde vivir, no te olvides que me debes una.
El viejo hizo una seña y el loco se fue.
A cambio de casa y comida, el abuelo, como nos hacía llamarlo permitió que Delfina asistiera a la escuela mientras yo me dedicaba a las tareas domésticas pero por la noche comenzaba el terror para mí. Las violaciones a las cuales me sometía el degenerado me llagaron el alma y el cuerpo.
No le bastó con ello que pronto fueron otros a los cuales me entregaba y cobraba mis servicios.
Una mañana después de dejar a Delfi en la escuela, sentí que vivía sólo por ella, mi vida no tenía sentido y en un ataque de bronca y angustias comencé a correr sin meta sólo deseaba que el aire golpeara mi rostro, caer en cualquier lugar y no levantarme más.
En un banco de la plaza San Martín me senté y empecé por gemidos hasta estallar en un llanto profundo, interminable.
De pronto alguien acarició mi cabeza y muy suave me habló.
-¿Chiquito que te pasa?
Alcé mi vista, los mocos me caían sobre el labio, los ojos me ardían y las lágrimas dificultaban las imágenes la voz se me escapó en un grito-¡No doy más!
La señora parada junto a mí me abrazó emocionada y me calmaba con palabras suaves llenas de ternura – ¡Calma, calma!-
Luego de un rato entre sus brazos, el calor de los mismos me invadió y supe que jamás me abandonarían.
Me llevó a tomar una gaseosa y ya más tranquilo con la mirada en el vaso, hablé, hablé como si mis palabras fuesen vómitos imposibles de parar, desde la muerte de mi padre hasta cuando llegué a la plaza.
Alce los ojos y vi su rostro surcados por las lágrimas y su mirada, la que jamás olvidaré, plena de ternura, la que nunca recibí.
Me llamo René no temas, no te haré daño. Eres la personita que Dios puso en mi camino, para devolverle un poco de todo lo que me dio.
La miraba sin entender y más cuando sin soltarme la mano me preguntó:
_Si te ofreciera una vida nueva, distinta sin nada a cambio ¿Aceptarías Jessi?
Jessi, me llamó Jessi, me paré y la abracé muy fuerte.
_Vamos a buscar a Delfina.
El tiempo se detuvo en aquel café, allí quedó Pablo y todo su dolor ahora era Jessi quién junto a Delfi y de la mano de René comenzaba una nueva e increíble etapa.
Desde el principio fue un aprendizaje, porque aún era inefable para mí ese todo, aquello que andaba buscando: todo aquello es todo lo otro; lo distinto a mí y mi mundo; lo que se fortalece justo allí donde siento que lo mío es endeble; lo que se transforma en pánico y voces de alerta allí donde lo mío se consolida en certezas; lo que envía señales de vida donde lo mío se deshace en descreimiento donde los nudos de la realidad quedan al descubierto. Todo aquello, en fin, de lo que no podría dar fe mi corazón si me hubiera quedado a vivir en el pueblo.
René resultó ser una mujer de cincuenta años que vivía en una casa en Belgrano, sin familia y con la única compañía de su perro, Nilo. Desde nuestra llegada nos adoptó como sus sobrinas. Ella tenía amistades muy influyentes que se encargaron sobre nuestra documentación y otros papeles. Demás está decir que nos brindó todo su amor y cubrió todas nuestras necesidades y superó nuestros sueños: mi transformación en jessi fue total desde lo físico y psíquico, estudié, Delfi completó sus estudios e ingresó a la facultad.
René nos amaba y nosotros a ella, siempre tenía una palabra de aliento para continuar sin bajar los brazos.
Demás está decir que para solventar y ayudar en los gastos me convertí en peluquera de día prostituta de noche.
Si bien a Rene no le agradaba lo que hacía entendía que haría lo imposible para que Delfina tuviera todo, amor, una carrera en fin lo que yo no tuve.
Delfi es médica y formó una hermosa familia yo me convertí sin pensarlo en un personaje famoso y mediático de los medios, me gusta que las personas me reconozcan y me confíen sus problemas, iguales o semejantes a los míos.
Nuestra querida amiga y protectora falleció el año pasado y a los pocos meses su fiel Nilo.
¿Cómo puedo yo decirte que soy feliz si he gastado la vida buscándola?
Me siento una sobreviviente, una refugiada de esta guerra sin cuartel que me ha tocado vivir. A veces me permito cerrar los ojos y soñar que la vida me traerá a quién tanto espero. Yo sé que no es cierto pero me hago la ilusión de que quizá, quién tanto me ha quitado algo me regale.
Ahora ya sabes la historia de mi vida.
En cuanto al amor…El amor eres Tú.
Cuando pienso en tí me duele el aire, la sangre quema mis venas y mi cama es de púas porque te busco en un lugar donde no existen caminos para llegar.
Jessi

“Me siento una sobreviviente, una refugiada de esta guerra sin cuartel que me ha tocado vivir. A veces me permito cerrar los ojos y soñar que la vida me traerá a quién tanto espero. Yo sé que no es cierto pero me hago la ilusión de que quizá, quién tanto me ha quitado algo me regale.
Ahora ya sabes la historia de mi vida.
En cuanto al amor…El amor eres Tú.” (Palabras de Jessi para Javier)

DELFINA

Javier : hubiera sido más rápido una llamada pero no alcanzaría para desahogarme.
Te vi y supe por tu mirada quien eras ya que cuando muy niña tu figura se me aparece distante envuelta en una neblina fugaz de aquellos pocos años en el pueblo.
Jessi siempre me habló de vos con mucho amor sin entrar en detalles y respeté sus silencios.
En realidad hubo entre las dos un abismo en cuanto al pasado.
Ella trató junto con René de protegerme, aislarme del pasado para que no sufriera y ocultarme una realidad que siempre supe pero traté que no se dieran cuenta.
En el fondo de mi alma siempre vi a Pablo, mi hermano.
¿Cómo olvidar su lucha?
¿Cómo olvidar al pequeño titán que me salvó de un triste destino?
Jessi, Jessi, me repetía una y otra vez para no lastimarlo pero en mi evocación era a Pablo a quién miraba, escuchaba, obedecía.
El maquillaje no cubrió jamás su triste mirada y aún cuando me sonreía, sus ojos nadaban en aguas muy profundas.
Ya mayor fui entendiendo su eterna búsqueda de la felicidad y los periodos de depresión que lo invadían sumergiéndolo en la más honda oscuridad.
El amor que sentía por vos resultó en todo momento el anclaje para no naufragar en la negrura de su existencia y te agradezco no haberlo cuestionado al momento de saberlo.
Entiendo que debe haber sido muy difícil aceptar que un amigo de la infancia resulte haber sido el amor inalcanzable, sublime de un pibe con el cual compartías juegos, travesuras secretos.
Te escribo precisamente para agradecerte porque sospecho y no creo equivocarme que desde hace muchos años lo intuías y lo respetaste como mujer sin destruir a Pablo, el niño, el adolescente, el adulto.
Necesitaba comunicarme contigo desde la palabra escrita, ya que prácticamente nos desconocemos, vernos no es relevante por lo menos para mí y prefiero guardarte entre los recuerdos de Jessi.
Siempre me sentí orgullosa de ella y se lo hice saber cuántas veces la besaba o reíamos juntas o nos secábamos las lagrimas una a la otra cuando algo nos emocionaba.
Cómo profesional esperaba este final como hermana lo rechacé una y mil veces y no creas ni por un instante que formas parte de él.
Jessi decidió poner fin a su vida cuando la vida misma la sobrepasó en angustias, recuerdos y cicatrices que jamás cerraron y le drenaban desde el alma.
Todo está bien, compruebo con asombro que la paz de mi espíritu se ha instalado en mis entrañas en mi sangre que las recorre. Hace un mes que mi hermano partió pero el hechizo de su bondad y la magia de su cariño han de perdurar por siempre en mí.
Esta paz que me acompaña fue el último regalo que me hizo Pablo -Jessi, la que me deslumbra y me hace creer que me esperan nuevos amaneceres para estrenar sonrisas, pese a todo.
Cariños
Delfina

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