«UN LUGAR FUERA DE SERIE»

“ UN LUGAR, FUERA DE SERIE “

Mientras sus amigos disfrutaban del Sol en la playa del hotel que habían seleccionado en el paradisiaco Puerto de Acapulco para pasar el fin de semana, Jorge decidió ir al centro comercial más cercano para adquirir un traje de baño para estar cómodo en el improvisado viaje que ahí habían realizado.

Una vez que lo compró, recorrió las tiendas y un poco cansado decidió sentarse en las mesitas que al aire libre tenía un bar dentro de esa plaza comercial, para beberse una cerveza.

Desde ahí vio desfilar entre la clientela de la plaza, a varias mujeres hermosas, con las que se dio gusto admirándolas. Así, pudo descubrir a una auténtica belleza acapulqueña: una chica de unos 20 años de edad, de admirable anatomía, que por algo le parecía familiar.

Al fin lo descubrió: ¡“No puede ser, es idéntica a Virginia! ¡“Su misma altura; cuerpo; color de piel; su juventud”! ¡Dios mío, me estaré volviendo loco: es idéntica”! ¡No puede ser, es imposible”.

Volvieron a él esos momentos hermosos de su juventud. Recordó a su primer novia; el intercambió de los primeros besos; las primeras caricias y aquella apasionada y única entrega en la que juntos descubrieron los secretos de sus cuerpos. “¡Esto es un sueño: ella no puede ser Virginia. Es tan juvenil y han pasado tantos años”! “Sin embargo, el parecido es formidable. Si tan sólo pudiera hablarle…”

La joven morena, pasó frente a él. Iba sonriente acompañada de un joven de imponente musculatura. No obstante, ella que libremente veía a diestra y siniestra, detuvo su mirada en su espontáneo admirador, le guiñó el ojo y dedicó la mejor de sus sonrisas. Por el gusto Jorge apuró de un solo trago la cerveza que le habían servido.

Momentos después, un joven que repartía tarjetas informando de un nuevo centro nocturno en el puerto, se acercó a Jorge para entregarle una y le dijo:

— “¡Haga realidad sus fantasías, ésta es su oportunidad! Lo esperamos esta noche”. — y como si quisiera confirmarle que esa chica formaba parte de la variedad volteó a verla y sonrieron entre ellos.

Cuando Jorge quiso confirmarlo, el amigo de la propaganda ya había desaparecido, así que pidió la cuenta y se fue a la playa del hotel para integrarse al grupo de amigos que lo habían llevado al bello Puerto de Acapulco ese fin de semana.

— Compadre no lo vas a creer, pero acabo de ver a un cuero de mujer. Y lo más curioso es que se parece a Virginia, mi primer novia. Es algo increíble. Además me dijeron que estaba en un nuevo centro nocturno en donde podría encontrarla. Propongo que vayamos esta noche para confirmarlo. Te aseguro que todavía no lo creo. ¿Vamos?

— Sí compadre no hay problema, pero mientras aprovecha para asolearte. Todavía faltan muchas horas para la noche.

Al fin se llegó la noche. Los cuatro amigos que se conocían desde la infancia, no dudaron de las palabras de Jorge y se dispusieron a asistir a ese nuevo centro nocturno, para confirmar la versión de su amigo.

Una vez rebasados los trámites para entrar al centro nocturno — pago de cover y cacheo general — les abrieron la puertas de la antesala para entrar al enorme salón alumbrado con luces negras y múltiples reflectores dirigidos especialmente para alumbrar a las bellas mujeres, que desnudas brindaban su espectáculo en mesas privadas o en la pista del centro.

El primero en entrar fue Jorge. Una bella chica oriunda del lugar le tomó de la mano para llevarlo hacia el interior del salón. Tras admirarse al ver el menudo cuerpo totalmente desnudo de su guía, sintió cuando su mano fue llevada hacia el naciente pecho de la muchacha. Después levantó su vista para ambientarse en el lugar que habían seleccionado para divertirse esa noche. Así, observó la pista del centro en donde una bella mujer totalmente desnuda bailaba al son de la música que inundaba todo el local. Algunas chicas en bikini, bailaban en las mesas de los clientes y la que acababa de dar su show se duchaba en un baño con paredes transparentes. Otras más, completamente desnudas, se movían al son de la música montadas en los cuerpos de sus admiradores. Al fin, llegaron a sentarse a una discreta mesa alejada de la pista central.

“HAGA REALIDAD SUS FANTASÍAS Y DE SU FANTASÍA LA MAS HERMOSA REALIDAD. CON SOLO LEVANTAR LA MANO, TENDRÁ EN SU MESA A LA CHICA QUE MAS LE GUSTE Y POR UNOS CUANTOS PESOS LE HARÁ DE TOCHO MOROCHO. PORQUE ESTA NOCHE VAMOS A DIVERTIRNOS A HUUEEVO”. — arengaba por el micrófono el animador del cabaret.

Una vez instalados, los cuatro amigos intercambiaron impresiones y todos coincidían en que ese lugar era “fuera de serie”. Juraban entre sí que jamás en su vida había visto juntas, tantas mujeres bellas y completamente desnudas.

La distracción podría estar en la mesa de junto; en la pista central; en la bañera o de plano en su propia mesa. Así que se decidieron a formar parte de la fiesta y pagaron sus boletos para lograrlo. Ese lugar se había convertido ya en un verdadero campo de batalla y ellos ya formaban parte de él. Cuerpo a cuerpo las mujeres hacían realidad sus fantasías económicas y los hombres realidad sus fantasías sexuales.

“Y COMO HOY VAMOS A DIVERTIRNOS A HUUEEVO, LES PRESENTAREMOS A NUESTRA RECIENTE ADQUISICIÓN, LA MONUMENTAL: OLIMPIA”. “Y EL QUE NO APLAUDA LA TIENE GUANGA, JA, JA, JA, JA…”– anunció el incansable animador del lugar.

— ¡Mira compadre, mira! ¡Es ella, la chica que se parece a Virginia. No me digas que no la recuerdas! ¿Verdad que es igualita? — señalaba Jorge hacia la pista del centro en donde iniciaba su baile la bella morena, que esa misma tarde le había sonreído y guiñado el ojo en un centro comercial.

— ¡Sí compadre, es inédita! Podría ser su hija.

— ¡No compadre, no digas eso! Virginia no tuvo hijos. Cuando sus padres la obligaron a terminar conmigo, la enviaron a estudiar al extranjero y supe que ella nunca se casó. Es más, creo que ya no regresó a México. Ya ves que también dejaron la casa en donde vivían.

— Pues como quiera que sea, es una gota de agua, parecida a Virginia.

— Yo tengo que estar con ella. Me fascina. Además me hará recordar los pocos momentos que pasé con Virginia.

Como pudo se las arregló para que le llevaran a esa chica a su mesa. Pero le dijeron que antes la habían solicitado otros clientes. Así que tenía que esperar. “Pero si quiere ayudarla a bañarse, por unos pesos, usted puede ser el primero y ya después de que esté con los otros pasará a su mesa”. — le explicó la boletera y Jorge aceptó.

Ricamente ataviada con hermosas sedas, “Olimpia” dedicó parte de su presentación a bailar una sensual y exótica danza. Entre tanto, una a una fue despojándose de las piezas de su indumentaria: quitó lentamente los velos que le cubrían la cara; descubrió también sus armoniosos y primaverales senos que apuntaban hacia el frente confirmando su juventud; siguió desnudando, anunciada por su perfecta cintura, la suave cadera: de firmes y morenos glúteos, dejando ver por segundos, al frente, su negro tesoro, protegido por una suave y oscura vellosidad. Después, sus potentes muslos y pantorrillas, confirmados por gruesos tobillos que remataban con irreprochables y delicados pies.

Una efusiva ola de aplausos de los asistentes, confirmó la conclusión del excitante show de “Olimpia” quien de inmediato se dirigió hacia la bañera, en donde ya la esperaba Jorge, para ser partícipe de su aseo corporal incluyendo, por supuesto, las partes íntimas de tan preciosa mujer.

Dentro de la bañera, tuvo oportunidad de pasarle por todo el cuerpo una esponja enjabonada. Pudo recorrer, centímetro a centímetro, esa bella humanidad: absolutamente toda. Y lo que le encantó es que “Olimpia” le agradecía la forma en que se lo hacía. Al acabar el baño, Jorge terminó totalmente mojado, pero como creía haber intimado favorablemente con la chica, ni le importaba. Así es que cuando la mujer lo dispuso se retiró y Jorge regresó a su mesa con los amigos.

— ¡No te vayas a clavar compadre! — le advirtió su amigo quien detenidamente había observado toda la escena.

— ¡No hombre,no te apures! Esto será una aventura y nada más.

Al fin, llegó a la mesa la hermosa “Olimpia”. Jorge la recibió de pié y le dijo que por el momento no deseaba que le bailara, ya que preferiría que se sentara con ellos a tomar una copa y platicar un rato. Ella aceptó.

— Oye Olimpia, yo soy Jorge Bosch y no me lo tomes a mal, pero quiero decirte que tu eres muy parecida a una novia que tuve hace 20 años. Se llamaba Virginia y vivía en la Colonia Narvarte en la Ciudad de México. Sus papás la obligaron a irse al extranjero y no supe más de ella. Y ahora que te encuentro reconozco en ti a esa mujer que amé, pero que el destino no quiso que fuera mía para siempre. Por eso quisiera…

— ¿Virginia? ¿Jorge Bosch? ¿Hace 20 años en la Colonia Narvarte? ¿Ciudad de México? ¡Padre mío! ¡Papá! ¡Papá…

Fin.

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