INCIENSO CANABIS
(Historia de una repisa)
a Ernest Hemingway
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De la advertencia para barcos pequeños
entendí, porque mi madre también guardaba
como un extraño tesoro
animales de cristal en la repisa.
Cuando fui pasajero del aburrimiento
sin saber que Hemingway estaba en la tierra
aprendí a recordar su apacible silueta.
Los demás murieron todos
bebiendo botellas de licor en miniatura,
arrollados por pequeños automóviles,
cansados de ser observados por una bailarina
o por barcos encallados en un mar de madera
o por elefantes de porcelana.
A veces volvían con el humo
con el tónico imperialista que nos enviciaba
a veces venían con la luz,
otras veces se iban con la oscuridad
después sólo sobrevivió una jirafa
que aún me cuenta historias de claro silicio,
de opacas vidas, de moribundas palabras
sedientas de silencio,
de voces pérdidas para siempre
y de hojarascas secas
que cansadas de quebrarse en las huellas de las pisadas
se fueron partidas con el viento…
German Mastellone
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