Que el agua corra por mis dedos cual riachuelos a través de las altas colinas y que el viento acaricie mis alas invitándome a volar.
Que mis manos dancen al compás de las gotas que tocan el suelo y las guíen en buen ritmo aquellas que abrazan mi piel.
Deja que mis palmas intenten tocar los rayos de sol en medio de la lluvia, mientras mi corazón ardiente se sostiene del tuyo en la helada tempestad.
Que nuestro recorrido sea eterno mientras se perciba a tu lado el aroma de libertad y nuestras almas descansen en las mojadas nubes que arropan el cielo.
Pues soy aquella tierra que vive por tu agua de lluvia y florece por la gentileza de tus caricias en las mañanas de rocío.
Deja que mi corazón te contemple y te adore como al canto de las aves, pero como a ellas te ame siendo libre, te ame volando lejos.
Mas sin importar cuan lejos de aquí vuele tu espíritu, ni cuantas nuevas tormentas pasen por tu alma, mi corazón se quedará para siempre junto al tuyo en aquel rincón del mundo, donde se tocaron el cielo y la tierra para volvernos infinitos en interminables caminos de lluvia.
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