Obscuro, sombrío.
Sin intenciones ni amoríos.

Mi corazón se dilata, pulso tras pulso. Escapándose de dolores que cree no poder soportar.
Late trémulo, desconfiado de su propio vigor. Teme a los anocheceres, no soporta la idea de no sentir la claridad que le llega desde mis ojos.
Odia cuando me acuesto y le obligo a relajar, casi para en señal de protesta, casi me mata por meros caprichos.
Corazón cobarde, late por instinto más que por amor. Y por estar lejos de las periferias se siente menospreciado, como si estuviese ahí, oculto en el centro de mi cuerpo.
Tonto corazón, no se da cuenta de la corriente que por él pasa y depende, en un ritmo incansable y permanente.
Pobre corazón, sostiene mi existencia a su gusto, bajo su humilde decisión.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS