Esa sensación de duda, pero no de mí misma.
Es esa pequeña duda que aparece justo en el preciso momento en el que vas a dejar de lado tus fantasmas y abandonarte a la incertidumbre sin expectativas. Aparece a tu lado para decirte: ya, pero ¿y si?
Duda sobre si dejarse llevar y confiar aun sabiendo que ya lo hiciste una vez, y el destino decidió no acompañarte.
No es fácil enfrentarse a tus miedos una vez más, sin dudar.
No es miedo a sorprenderse, o miedo a no saber qué va a pasar, eso fue entonces, y le ignoré. Viví, sin límites, sin preguntas, sin freno. Y es precisamente eso lo que más me hace dudar.
Da vértigo abrirse al otro, con tus manías, tus rarezas, tu pasado, mostrarte sin barreras y vulnerable, dejarte conocer y apostar. Pero lo hice, y volvería hacerlo porque hoy sé que mereció la pena. Porque gracias a ello descubrí cosas que jamás podía imaginar de mí misma y me sentí llena de vida.
Pero ahora, es inevitable preguntarse si será igual, ¿Qué cambia esta vez? ¿Por qué ahora si puedo confiar?
Es cierto que ahora muchas cosas son distintas, yo soy distinta. Porque fui la primera que aprendí de aquello, sobre todo a afrontar cada pequeña emoción, a no quitar importancia a lo que siento en cada momento, aquello que preferirías modificar o simplemente que necesitas compartir.
¿Cómo eliminar esa duda? A día de hoy, no tengo ni idea
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