¿Me puedo ir a dormir?

¿Me puedo ir a dormir?

Santiago

08/01/2020

»¿Me puedo ir a dormir?»

Uno ama sin esperar nada a cambio, al menos es lo que oyó durante toda su vida, no esperar nada a cambio, nunca entendió si era un pensamiento profiláctico ante la desilucion o rechazo para luego poder mentirles el silencio y el insomnio cuando lo intorroguen preguntando por el dolor y así responder que no había tal. Eso, o que era el verdadero pensamiento no esperar algo a cambio de amar.

Sin entender él amó, y el sentimiento era mutuo, o al menos lo que el creía o quiso creer, aunque jamas se detuvo a pensarlo ni un instante. Se podía ver como sus ojos brillaban al contemplarla, como por las calles al salir a caminar, con tal de hacerla reír, era capaz de hacer el ridículo, como inconscientemente se le escapaba una sonrisa siempre que la escuchaba, y como tocaba el cielo, al besarla. Su mundo, empezó a girar en sentido a ella, y solo ella, su amada. Le recordaba todos los días sus sentimientos.

Llego a tal punto su sentir, que creyó que paso la barrera de »amar» y llego a pensar que era su dios, se puso en segundo lugar, era preferible sufrir, que verla mal. Sabia que no era el mejor de los pensamientos y dudaba de que sea el correcto pero a esa altura, no le importaba si mismo, menos le interesaba saber si estaba en lo correcto o errado.

Como llega el amor también llegan los problemas, y las discusiones, en sus principios tenían malas resoluciones, su carácter a la hora de discutir lastimaba a su amada, y empezó a creer que en ocasiones, callar era mejor, tanto así que a la hora de ser firme, decidía no actuar, se consideraba un saco de boxeo, sin aceptarlo y tampoco sin decírselo a su amada pero su actitud era evidente

Y así el tiempo corrió, se acercaban las fiestas de fin de año, muy contentos los amantes por completar su primer años juntos. Llegado el ultimo día de su glorioso año, le dedico unas palabras románticas que endulzaban a amada, y a cambio él, no recibió nada. De forma cautelosa e inteligente genero un situación a solas para poder volver a decírselo pero dando a entender que esperaba una respuesta, muy contento, la oyó, »¿Me puedo ir a dormir?».

Y la frase que no había entendido aquella vez se cruzo por su cabeza, no en el mejor de los momentos quizá, pero que la entendió, la entendió

Santiago Arriestra

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