Nos pasamos muchos años pensando en el amor, en quién será la persona con la que compartiremos el resto de nuestras vidas. Nos nutrimos con películas de parejas perfectas que se dan en un suspiro, donde el desamor se supera en dos días y el verdadero amor se encuentra a la vuelta de la esquina.
¿En la vida real se siente así? Lamento decirles que no.
En la vida real superar un desamor puede durar meses, inclusive hasta años. El encontrar a alguien que te llene de nuevo puede demorar una eternidad. Nos sentimos tan rotos que no parece tan sencillo como comer helado y llorar un rato con amigos. Constantemente creemos que el amor de nuestras vidas está afuera, pero quiero contarles mi último descubrimiento, y es que el amor de nuestras vidas somos, pura y exclusivamente, nosotros mismos.
Es de público conocimiento que las relaciones son pasajeras, algunas duran más que otras dejando marcas mucho más indelebles que otras, pero finalmente, son pasajeras. ¿Alguna vez se dieron cuenta de que los únicos que siguen ahí, cuando todo se desmorona, cuando ya no hay más que hacer, son ustedes? Es loco darse cuenta que somos el amor de nuestras vidas, quienes nos merecemos todo nuestro amor, aunque a veces nos dejamos de lado, nos desplazamos y nos maltratamos, nos cuesta perdonarnos, pocas veces hacemos lo que necesitamos, nos obligamos a sufrir por gente y situaciones insignificantes, incluso nos fallamos o faltamos el respeto. Si hiciéramos la mitad por nosotros de lo que hacemos por otros cuando estamos locamente enamorados seríamos más felices, porque es real que dar siempre es algo placentero, compartir la vida al lado de un compañero tiene un precio impagable por el dinero, pero tendríamos que aprender a disfrutar más de nuestra propia compañía porque cuando nos quedamos sin nosotros es cuando realmente estamos vacíos, ese espacio sí que no lo pueden llenar ni mil relaciones. Para estar mejor con los demás, primero hay que estar bien con uno, al igual que para amar a los demás sanamente primero hay que amarse incondicionalmente uno. En este último tiempo me di cuenta que cuando nos estamos traicionando a nosotros mismos nuestro cuerpo habla y grita con todas sus fuerzas, nos recuerda todos los días que está en un lugar que no le hace bien, nos demuestra como duele, pero somos nosotros quienes insistimos en permanecer ahí, generalmente por no querer estar solos.
Tendríamos que ser más amables con nosotros mismos porque somos los únicos que vamos a compartir el tiempo hasta el fin de nuestros días, somos los únicos que podemos comprender lo que sentimos porque estamos viviéndolo en carne propia, deberíamos ser nuestra persona favorita.
Yo soy una de las personas que más daño se hizo a sí misma y quien más dolores se causó por insistir en lugares donde ya no había más por hacer, la que más se culpó por cosas que tenían que ser como eran, independientemente de buscar culpables, la que más cedió cuando merecía más, pero yo sé lo culpable que soy de muchas de las cosas que me pasaron. Lo importante es abrir los ojos y poder visualizar los errores para efectuar los cambios correspondientes.
Quiero dejarles una simple opinión de una persona enamorada del amor, la cual también sufrió mucho como todos los mortales. Por empezar, escuchen a su alma y su cuerpo cuando les piden piedad, no piensen que están locos cuando se sienten mal en un lugar, cuando su alma grita que esta triste y que necesita cambiar de sitio, escuchen a su corazón cuando les pide seguir luchando, no duden en seguir a su intuición cuando les dice que alguien les miente o que no es adecuado para ustedes. Háganse más mimos, de vez en cuando miren esa película que tanto les gusta pero que todos odian, escuchen su canción favorita lo más alto que puedan, cántenla, aunque no afinen ni una sola parte, coman esa comida que tanto engorda, siempre arréglense, arréglense mucho sin razón alguna, porque quien brilla con luz propia y sin razón, enamora a cualquier mortal que ande caminando por ahí, porque el amor propio es tan atractivo como la seguridad en sí mismos. Ámense tanto que no les quede espacio para querer amores temporales, ámense hasta ser la envidia de una pareja de años juntos que no pudieron quererse ni la mitad de lo que ustedes se amaron. La vida es corta, vivir sólo nos cuesta vida.
Nos preocupamos tanto por hacerle bien a otros, intentando encajar y cortejar a otros, que nos olvidamos de las personas más importantes, es decir, NOSOTROS MISMOS.
Les pido por favor que nunca le permitan a nadie decidir cuán importantes e irreemplazables son, porque, aunque todos puedan conocer gente nueva y sentirse bien nuevamente con alguien más, no hay dos como nosotros en ningún lugar del mundo. Sean con ustedes el mejor amor de sus vidas que alguna vez pudieron desear, quien vibra en energía positiva, atrae más energía positiva.
Namasté
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