Hoy me he despertado con
las calles enredadas entre tu pelo
o al menos así creía hasta la fragancia de mi Botega se mezcló con
el diesel de la gran vía, anunciando un fín del mundo en cámara lenta.
No te extrañe que te extrañe en el taxi,
o cuando remuevo las claras de huevo eco que se hacen pasar por un lunes.
Hace dos noches apunté en mi ipad encontrar eso en tí,
y lo hago cada vez que te veo
y no te das cuenta.
Busco debajo de tus miradas,
entre tu pelo,
rascando tu piel de silicona con quasi rabia,
con ansia envenenada de idas y venidas,
por tus llamadas intermitentes,
por tontear con los simios para dejar su huella.
He buscado hasta en los granos de café derramados sobre tu risa.
Y no encuentro esos gramos, 21 exactamente.
No existe evidencia que viva en tí.
No existe un solo gramo que demuestre que sangras ternura
en tu tiempo de asueto. No cabe duda
que no hay dudas
de que haya un solo gramo de los 21 en tí.
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