El gato negro caminó sobre el tejado, bailó hacia la sala y reposo en la luna menguante mientras las nubes bailaban al son del canto celestial de las estrellas.

Las rosas lloraban por tu abandono, el viejo sauce se dormía en espera de tu llegada y el cerezo se marchitaba negándose a dar frutos.
A lo lejos vi una sirena, de cabello corto y ojos verdes, con labios rojos y el alma enamorada. La criatura veía a un marinero de piel morena, con ojos grandes y castaños, que bebía vino y le cantaba.
Vi florecer a los girasoles, crecían grandes y fuertes, eran regados con lágrimas de las ninfas que los visitaban para cantarles.
Al final de este viaje andromedario vi un lobo dormido, no tenía aullido y estaba profundamente dormido en el llanto de la noche, estaba siendo despertado por un pequeño cuervo de alas rotas.
Los animales fueron devorados sin piedad por el bosque frío. Tenían miedo, pero no estaban solos, caminaron juntos en busca de esperanza, encontrando refugio en un árbol con pocas hojas.

R.

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