Microrrelatos

Colgado

Otra vez se ha olvidado de mí. Después de tantos viajes que hemos hecho juntos y siempre me deja aquí colgado. He hecho tantos kilómetros como él y muchas de ellos no los podría haber hecho sin mí. Menos mal que me necesita. Bueno, ¿y si ha cogido un taxi?

¿Acabarlo?

A veces me pongo a escribir algo pero luego me cuesta…

Tok tok tok

Sonó la puerta de su habitación. Abrió los ojos y se acercó a la puerta. Cuando la abrió, no había nadie. La cerró y se fue a la cama. Tok, tok, tok. Se levantó: nadie. Tok, tok, tok. Nadie. Se quedó al lado de la puerta abierta, esperando a ver si veía a alguien. Tok, tok, tok. Sonó la puerta que ahora sujetaba abierta con la mano. Acercó la oreja a la puerta. Sonó una voz muy pequeña.

-¿Podrías acercarme una sierra? Es que esta madera es muy resistente.

Congelado

Fui solo a la frutería al lado de mi casa. Hacía semanas que no salía, pero estaba harto de hacerme filetes congelados a la plancha. Tenía ganas de comer manzanas.

-¿Que tal están?, ¿ásperas? – dije para el cuello de mi camiseta.

-Estas no son peras, son manzanas.

Me fui a casa y encendí la plancha.

Amarillo fluorescente

No había forma humana de quitar esa mancha. Estaba empapada de sangre, sangre espesa de un color amarillo fluorescente, como mermelada de ciruela pero menos dulce. La verdad es que es normal que no se aguantasen después de tres años de viaje y encima habiendo aterrizado en el planeta equivocado sin poder despegar de nuevo. Se empezaron a empujar cuando se bajaron de la nave y pisaron la tierra fría. Los empujones se convirtieron en puñetazos. Tendrían que dejar su odio de lado, tendrían que hacer algo para arreglar la situación. Para empezar, tendrían que averiguar una forma de crear un detergente porque no había forma humana de quitar la mancha.

Experiencia

El pez más joven estaba nadando hacia el objeto resplandeciente que bailaba en la corriente. El pez más mayor empezó a gritar y a advertirle del peligro, aunque esto duró poco ya que seguidamente, el pez más mayor se dio cuenta de que los peces no saben hablar. El pez más joven salió volando del agua en cuanto mordió el cebo. Los peces no hablan ni tampoco gritan, pero sí que hacen bastante ruido al ser aplastados contra una piedra.

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