Hablamos desde el palco de la moral, una y otra vez; burlando la realidad como un niño malcriado a su padre. No queremos admitir que mentimos y que solo buscamos el bienestar propio en desmedro del otro, fingimos la preocupación por el samaritano, vomitando el discurso del buen hermano, vecino, amigo, amante.

Sabemos que al final del día, solo nos preocupa si estamos bien y el de quedar bien frente al mundo, somos una mierda, pero nos maquillamos en las redes sociales, para que todo paresca una vida de maravillas; que asco.

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