Se logran vacíos difíciles de imaginar, justo cuando solo me miras sin hablar. Es cuando más me fijo en esa pequeña arruga que se te hace entre la nariz y tus labios queriendo decir algo, pero se atora entre tu orgullo y el enfado. Nuestro peor enemigo, ese en dónde no hay palabras, donde solo puedo escuchar tu respiración agitada porque estás a punto de llorar; y por fin entiendo que es alguien más …
El silencio tiene nombre, uno que jamás sabré.
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