He sentido como vienes a mi mente, te incorporas a mi espíritu y siento como te vas drenando en mi cuerpo. He visto lo que has hecho con personas que no pudieron tener la humildad de aceptar que eres parte de nosotros. He sentido cómo invades cada partícula de mi ser y te vas adueñando de mis más bellos momentos. He caído en profundos sueños y negociaciones contigo, para poder continuar con mis responsabilidades y mi vida. He sentido como invades mis proyectos y me invades con el más mínimo miedo.
Ansiedad, a la que le he puesto nombre, no tienes hora de llegada y tampoco has querido tener hora de salida. He aprendido a negociar contigo, a ponerte rostro, y te he creado como energía. Tan pequeña, todavía más pequeña que una hormiga, pero logras apoderarte de este ser tan grande y humano cómo lo es mi cuerpo.
No te deseo lo peor, porque lo peor ya lo tienes tú, pero si deseo que cada vez que quieras aparecerte en mi vida, tengas hora de salida. Te acepto, te abro la puerta, pero así mismo, te invito a que te vayas, parte de mi, ya eres, pero no me perteneces, mucho menos yo te pertenezco.
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