Ya no me reconozco y cada vez que me miro al espejo veo a un completo desconocido. Me miro a los ojos cada día tratando de encontrar una pizca de esa persona que se decía a si mismo hoy es un nuevo día, esa persona que me enseñaba cosas nuevas y me premiaba como mínimo con uno de esos momentos fortuitos con lo que poder soltar una carcajada, o tener una sensación inesperada que deje algún tipo de huella en mi remota existencia.

Pero cada vez que me miro sólo veo un vacío por el que se ha perdido todo lo que yo era. Así que desisto, ya no más, ya basta de buscar, basta de mirar cada día ese oscuro vacío, buscando una leve luz de mi existir, porque estoy en ese punto en el que si paso más de dos segundos mirándome en el espejo voy a acabar destrozandolo y dejandolo tan roto como me siento.

Roto como un instrumento que en antaño todos reconocían y ahora tan sólo su forma desconcierta.

Por ello trato de volver a soñar con el futuro y no sueño,
Trato con poder sentir las cosas como antes y no siento.
Trato de poder comunicarme en este triste silencio y no puedo,
Trato de dar valor a las cosas pero nada me importa porque nada siento,
Trato de asustarme pero como nada tengo nada temo,
Trato de querer amar y no puedo notar ni el latir de este corazón que siento como muerto,

Y ahora, solo trato con poder emitir algún sonido aunque sea desafinado, que sea capaz de provocar como mínimo algún tipo de eco y logre despertar ese antiguo Yo que llevo dentro.

B. DE LEÓN 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS