Recuperación de las publicaciones y recopilación de las obras: Luis Ernesto Parra Nava.

Portada: Luis Ernesto Parra Nava.

Edición: Luis Ernesto Parra Nava. 2019.

INDICE

LIBERTAD Y… GRACIAS. Poema.

Y CANTO… Poema.

NO ES CUENTO.Cuento.

CANTO A MI MADRE. Canción.

DOÑA MENTIRA. Un sueño. Cuento.

CONSECUENCIAS Y… Cuento.

A TI PADRE…

“Mortus pater, filium moriturum expectat.”

Alguien dijo que “Nadie muere mientras sea recordado.”

Desde que tengo capacidad de recordar eventos pasados, -¡y vaya que tengo esa capacidad! Tengo recuerdos en mi mente que datan desde que contaba tres años de edad- Siempre recuerdo haber visto a mi padre leyendo revistas, periódicos y algunos libros; de igual manera siempre, escribiendo.

Su nombre era JOSE LUIS PARRA BOSCAN, nació un 14 de diciembre de 1932 en la ciudad de Maracaibo. Era hijo de Elvia Francisca Boscán y José Luis Parra Ávila.

Mi padre escribía constantemente notas (reflexiones, pensamientos), versos. Siempre estuvo pendiente de escribir un verso o una poesía para mi madre cada vez que se cumplía un aniversario de su boda, al llegar el cumpleaños de mama o en el día de la amistad o día de los enamorados (14 de febrero). Pero mi padre también escribió cuentos, obras de teatro, canciones, gaitas (estilo musical típico del folklore del estado Zulia).

La mayoría de los escritos de mi padre estaban dedicados al amor que profesaba hacia mi madre y a denunciar la injusticia, la pobreza, la desigualdad social. De esta manera mi padre expresaba su lucha socialista. Mi padre no era un hombre físicamente fuerte, dudo que tuviera la capacidad de tomar un fusil para combatir. Su fusil era el lápiz o el bolígrafo para denunciar en sus poemas, cantos, sus cuentos u obras de teatro la realidad de nuestro país y del mundo.

Desafortunadamente la mayor parte de los escritos de mi padre han desaparecido y solo he podido recopilar lo que presento en este cuaderno, el cual es un homenaje a su memoria.

Luis Ernesto Parra Nava.

LIBERTAD Y… GRACIAS.

El sonoro trinar de un pajarito

Me ha invitado a meditar en serio

¿Estará pagando con su cautiverio,

El pecado o el don de ser bonito?

Y pensando en eso, de verdad me angustio

Y me siento, despectivamente, carcelero,

Yo no puedo igual que el levantar vuelo,

Y si llegar a encerrarme, muero mustio.

Con la “jaula”voy a la ventana

A librar mi corazón de aquella pena

recobra el ave su libertad y resuena,

su trinar, sutil, cual de cristal campana.

Y ahora mi verso e incapaz, (chiquito)

Para cantar la emoción que en los albores

Me produce recibir las lindas flores

Que me deja diariamente el pajarito.

José Luis Parra Boscán.

Publicado en el diario Crítica de Maracaibo el día 6 de marzo de 1977.

Y CANTO…

Los reflejos del sol por la mañana

Son reclamo a conocer un nuevo día

Son Aliento de rítmica armonía

Para cantar mí verso en la mañana.

Cuando comienzan los olores del fogón

Y mi mujer adoba nuestro almuerzo

Siento apetito de cantar en verso

El menú ofrecido por mi inspiración.

Y si veo las flores bailar en vespertina,

Al compás de la música del viento,

Revienta de canción mi pensamiento

Para cantarle a la tarde marabina.

Y en la noche quieta, con claror de luna

Cual conciencia pura de poeta

Mi mente acusa espiritual saeta

Que comenzó a recibir desde la cuna.

José Luis Parra Boscán.

Publicado en el diario Crtica de Maracaibo el día 6 de marzo de 1977.

NO ES CUENTO

(Cuento)

“Sutil y raudo, como el dulce sueño cabalgando nubes blancas, un pensamiento.”

¡Hambre, muerte, desespero!

Perdón…

“Un tierno cuerpo de pétalos de rosa, – ¡flageles, drogas, frustración!-El joven aspirante a declamador y poeta, acosado por las inquisidoras miradas del numeroso público presente huyo velozmente del Teatro. Como no ha tenido tiempo de pensar, siente sobre si el látigo público, ciego y humillante del ridículo, sus piernas, como acicateadas por extraña estimulaciones, no cesan en su casi histórica acción; los pulmones responden a la nueva situación, acelerando su vital proceso. El corazón, urgido como está el cuerpo, de más rápida y constante irrigación, multiplica su dinámica al efecto.

Lo que por aquellas calles se desplaza, es una organización acéfala e involuntaria, ajena a cualquier relación inteligente con otras personas, cosas, ambiente o circunstancias, únicamente corre… corre…corre…huye…huye… y nada más…

Mientras que en el interior del Teatro, algunos no atinan una lógica explicación de lo ocurrido, otros lamentan insensatos la eventualidad, muchos critican en forma ridiculizante el suceso y son apenas unos pocos los que inteligentes, comprensivos y hasta emocionados, saben haber asistido a una de las más manifiesta afloraciones de personalidad, inquietudes y consecuencia mental para una causa.

Transcurridos varios minutos de su huida, merman las reserva energética a la vez que paulatinamente retoma su facultad la inteligencia, por lo que el joven decide buscar sobrado refugio en un solitario parque periférico, donde yacer, trata, hilvanando hechos, motivos y circunstancias de encontrar lógicas explicaciones a lo sufrido. Ubicar su actitud en el futuro y señalarse metas, que según concibe, son objetivos sin los cuales, todo esfuerzo, actuación o vocación permanecen expuestos al caos y sin cuyas motivaciones, puede decaer el espíritu de lucha y tenacidad.

Siente hambre y asocia esa sensación con la triste realidad de su país, donde tantos vegetan pereciendo perennemente el desagradable efecto; se da cuenta que la fatiga que le que aqueja, sería capaz, junto al hambre, de conducir a cualquier humano a las más drástica soluciones. Compara su malestar, provocado por el esfuerzo físico de unos minutos con las largas jornadas que a cambio de míseros salarios, realiza la gran mayoría de los obreros del campo y la ciudad y les ve como mártires sociales, recuerda la vergüenza experimentada en el Teatro, y al parangonare con la constante situación de inferioridad que a diario confrontan cientos de miles de analfabetos y se cree deudor para con ellos, escucha el gemir del viento entre los pinos y representa en él, el llanto de todo los niños que en el mundo hay, sin hogar, hamacas, ni futuro, mira con los ojos de la conciencia el libre juguetear de un pajarito, que con suave coordinación y esfuerzo imprime artística vitalidad a su vuelo, y piensa preocupado en los millones de jóvenes, que víctimas del marginamiento a todos los niveles han errado los mejores senderos de la vida y precisamente en sus mejores años, purgan en cárceles, retenes o correccionales su deudas para con una sociedad, que si bien no los coloco en esa situación, si les impuso normas de injusticia a la vez que los abandono sirviendo a sus mentes, factores, circunstancias, ejemplo y cosas, capaces de construir, un delincuente en cada joven.

Los que en el teatro, creyeron ver en el joven declamador y poeta y gracias a su aparentes desplantes, el amanecer de un líder, en el más genuino sentido del vocabulario, e interesaron de su suerte y fue así como formando grupos separados, se dieron a la tarea de localizarlo, con el fin de, haciendo uso del vasto conocimiento que el acopio colectivo otorga, facilitarle la labor para la cual parecía predestinado y con la oferta de su comprensión estimular su vocación artística como canal innato para llevar la voz de la protesta humanitaria y social, ante la consabida situación reinante.

Era domingo, comenzaba a oscurecer, aquel muchacho tenía cerca de siete horas sentado sobre el duro banco del periférico parque, el continuo asociar todo lo que le circundaba con tantos eventos tristes y negativas realidades, le había fortalecido concepto e ideas, dando marco a la interpretación cabal a lo que hasta hacía poco eran abstractas inquietudes, tornándolas en sólidos principios que ya le serian indelebles. Siente agigantar su espíritu y se declara a sí mismo: desvestido de inhibiciones y complejos y en consecuencia anímicamente capaz de emprender su largo camino en pro de la justicia social, se propone conocer ciertamente la problemática de su país, para luego a través del arte, aportar estímulos, arenga y consigna, con destino a la formación social y de clases, capaz de promover el ascenso del pueblo para su realización.

Uno de los grupos que durante toda la tarde buscaba al fugitivo, se ha detenido justo al frente al asiento que ocupa el joven; cumplida la presentación y previa formalidades, informan a él acerca de su solidaridad y comprensión, así como de las conclusiones por ellos extraídas del aparente fracaso en el primer intento por el realizado esa mañana en el Teatro, cuando tratando de cantar poesías, brotaban espontáneas palabras denunciantes, atormentadoras. Le solicitaron recibir su compañía, para juntos cruzar todos los caminos de la justicia social y el progreso popular, cantar protestas y soluciones, cantar lucha y convicciones y trabajo, pero sobre todo cantar con esos fundamentos a la esperanza, la paz y el equilibrio. No se puede cantar a la belleza, sin denunciar errores.

“Sutil y raudo como el dulce sueño cabalgando nubes blancas, un pensamiento: preñada esta mi tierra de injusticia; llena con rocíos de igualdad y de trabajo.”

Respondió a una señal ya convencional del Director, el tramoyista deja caer el telón, el auditorio se conmueve brindando un nutrido aplauso, premio a la feliz actuación que acaba de finalizar. Aquellos presentadores y actores, una y otra vez se ven en la necesidad de saludar al delirante público, hasta que la calma llega. El joven que protagonizó la triunfal pieza, medita emocionado sobre el contenido humano y social del personaje que le tocó interpretar, se siente permanentemente identificado con él. Aquellos principios. Se cree culpable por no haber asumido mucho antes la actitud. Aquel rol interpretativo hoy le guía y como un escape emocional, toma un trozo de tiza y en uno de los lugares más visibles del camerino escribe la primera proclama de su rumbo:

¡Hambre, muerte, desespero, flagelos, drogas, frustración! Hieren tanto mi sentir y mi corazón como hieren a la tierra que yo quiero.

José Luis Parra Boscán.

Publicado en el diario La Columna de Maracaibo el día 9 de agosto de 1977.

CANTO A MI MADRE

(Canción)

Canto a mi madre en este día glorioso

Y al cantarte recuerdo con amor

tus mimos y cuidos amorosos

Que me has dado con cariño

Y con amor.

Este verso

Que te da la mente mía

Inspirado en el brillo de tus canas

Es decirte se feliz en este día

A ti madre, que eres reina y soberana.

Si del cielo bajara a mí una oferta

Cambiaria mis placeres y mi orgullo

Por tener eternamente tus arrullos

Y no verte a ti viejita nunca muerta.

(BIS)

Letra y música de José Luis Parra Boscán.

Esta canción la escribió mi padre para su mama (mi abuela) aproximadamente un mes antes del día de las madres del año 1964, para que yo se la cantara; espacio de tiempo en el cual aprendí plenamente su letra y música hasta que estuve listo para ir a cantársela a mi abuela. Posteriormente, al siguiente año, la cante en una actividad del día de las madres realizado en la escuela donde yo estudiaba.

DOÑA MENTIRA. Un sueño. (Cuento)

Por José Luis Parra Boscán.

En flamante vehículo, último modelo, ricamente ataviada y con aire de soberbia altivez, vi desplazarse ante mis ojos a una dama que luego aparecería en mi sueño.

En marcado contraste, tratando de alcanzar un autobús, muy pobremente vestida, adornada por apenas un pequeño ramo de flores en su pecho y cabeza, observé angustiado a otra mujer que también jugaría rol de importancia en el sueño que a continuación narro: Era un escenario inaudito por sus dimensiones, formas, disposición, ornamento, equipos y personajes. La mitad derecha del mismo, estaba adornada a todo lujo, con cortina de terciopelo, alfombras persas, vistosas bambalinas, en las cuales se apreciaban incrustaciones de las más finas y preciosas piedras conocidas. Mientras que la mitad izquierda lucia como ornamento, algunas sabanas y frazadas muy limpias, y sus pisos de madera, denunciaban el arduo trabajo allí realizado, pues a pesar de estar construido de madera bruta, lucia mas o menos brillante, adornaban esa parte algunos ramos de flores naturales y silvestres, precisamente, de las que carecen de valor comercial, entre las cuales se podían divisar: siempre viva, trinitaria, chipes y otras. Los equipos, que en su mayoría daban la sensación de ser reflectores, por su número y uniformidad de colores, hacían pensar que pudieran tener otros usos. Sobre el escenario, se movían unos extraños seres, constantes, al parecer, de dos personas o mejor dos semi-personas, en cada uno de sus lados, hecho que tenía su incidencia aún en el vestir pues su mitad derecha, a más de lucir lozana piel de niños, mostraban vestidos como Frac, Levitas y Smokings, indistintamente. Mientras que su lado opuesto, o izquierdo, sus rostros acusaban las huellas de la inclemencia de los elementos y vestían: Franelas con mangas a medio enrollar, que dejaban ver la solidez de los músculos propios del obrero, pantalones de Kaki y simples alpargatas en sus pies. Los espectadores, como es lógico suponer, se ubicaron en el mismo orden de categoría o sea unos pocos de “Dones y Doñas” “Fulanos, Zutanas y Menganejos” a la derecha reposados en cómodas butacas a cuyo espaldar, escrito una pequeña lámina de plata se leía VIP, mientras que al lado izquierdo se apiñaban en banquetas colectivas de madera rústica, una gran cantidad de gentes de trabajo y tesón. No tenía yo en aquel momento, ni la mas remota idea acerca de lo que sucedería en tan extraño lugar y circunstancias, pero algo me hacía pensar que una vez más los “encopetados tratarían de mofar y ultrajar la dignidad de los humildes por lo cual me solidarice con la mayoría y tratando de averiguar al efecto, conseguí entrevistarme con uno de los sujetos mixtos que figuraban como patrocinadores de aquello. La conversación, me dejó en claro lo siguiente: Los raros seres, eran el producto de la fusión de dos clases antagónicas, ocurrida contra de sus voluntades, en circunstancias casi inexplicables, en su lugar de origen (Extraterrestre); de su especie solo sobrevivían los 6 o 7, todos del sexo masculino que sobre el citado escenario se encontraban y su misión en el acto que de inmediato se efectuaría, sería elegir, en una dama, el patrón de selección para tomar madres para su futuras generaciones, pues siendo ellos biclasistas, era menester dilucidar con las hembras tomadas, la clase que sería rectora en sus futuras sociedades. En resumen, si la elegida fuera la perteneciente a la clase burguesa ellos formarían sociedades burguesas y si por el contrario elegían a la representante de la clase trabajadora, construirían una sociedad proletaria, en su lugar de origen. Los reflectores que posaban en las cercanías del escenario, emitían luces filosóficas y sentimentales, lo que según confesión de mi entrevistado, le había sido ocultado a las participantes por razones obvias. Cuando estaba meditando sobre lo irreal de ese acto y las posibilidades entre las clases en pugna, veo que sale a la parte derecha del escenario, la misma elegante y soberbia dama que en el centro había visto. Ella vestía un traje de fina seda sintética, con esclavas de piedras preciosas, lentejuelas, aplicaciones y demás accesorios, su rostro, lucia juvenil y lozano, amparado en un inmenso maquillaje, pestañas postizas, largas y bellas, labios rojos, su peinado era una verdadera obra de arte, mientras que la piel de su cuerpo, cuidada y tratada, lucía cual pétalo de rosa. Por su ternura y lozanía en general, lucía como una Diosa. Por el lado izquierdo, salio la humilde silueta de aquella a quien vi en el día tratando de tomar un autobús. Ella vestía un discreto traje de fabricación casera. Era esbelta y muy bella, aunque las inclemencias del trabajo y la poca calidad de su vestimenta, ocultan parcialmente esa virtud. Estaba peinada con par de clinejas o moños, su boca lucía rosada a pesar de carecer de colorante, la piel de su cara se acusaba fina, aún mostrando los daños ocasionados por el sol y demás elementos a los que a diario se veía expuesta y adornaba su pecho y cabeza con pequeños ramos de flores naturales. Cuando ambas estaban colocadas en sus respectivos sitios de concurso el ambiclasista que fungía de jefe de ceremonias anuncio en alta voz los motivos de la asamblea, las reglas del evento y luego con su lado derecho presento: A la derecha , DOÑA MENTIRA CALCULADA, quien recibió airosa las aclamaciones del pequeño grupo de acomodados, allí presentes y luego con su lado izquierdo dije: En la izquierda la SEÑORA VERDAD SINCERA, quien fue recibida con un nutrido aplauso por la gran cantidad de trabajadores presentes. Ambas saludaron al público y de inmediato comenzaron a ser sometidas y expuestas a las luces filosóficas y sentimentales emitidas por los ya citados reflectores. El jefe de ceremonia ordena: “luz de la maldad”, a cuya exposición, Doña Mentira Calculada, luce aún más bella, esbelta y dulce que antes; mientras que la Señora Verdad Sincera, se opaca y desluce; “luz de la Perfidia”, los mismos resultados, “luz de la calumnia”, de la Falacia, del Engaño, de la Falsía, de la traición, con idénticos resultados. Los postuladores de la derecha, en vista de que todo el tiempo han estado lanzando flores al escenario y esa acción ha sido seguida por los de la izquierda (diferenciándose apenas por el valor comercial de las flores usadas), resolvieron, convencidos de la imposibilidad de sus contrincantes de seguirles en esa acción, lanzar “Puñados de Monedas” y con ellas impresionar a los jueces del evento. En ese sentido, se ponen de acuerdo para hacer el lanzamiento inicial todos juntos. En el preciso instante que han lanzado los puñados de monedas al escenario, el maestro de ceremonia ordena: “Luz de la justicia” la cual enceguece a Doña Mentira Calculada, por lo que queda inhábil para esquivar la gran cantidad de monedas, que dan en su rostro, hiriéndolo y provocando caudalosa hemorragia, por lo cual se le descorren las pinturas, las pestañas postizas se le caen, las costosas sedas de su vestido se desgarran, las piedras preciosas que le adornan explotan, hiriendo su cuerpo, y en fin, quien hasta hacia unos minutos parecía una Diosa, en pocos segundos que quedó convertida en un pobre ser maltrecho, herido por el dinero, y dejada en la calle por sus lujos y vanidades que no resistieron la luz de la justicia. Acto seguido, es expuesta a la misma luz, la Señora Verdad Sincera y ante tan clara y diáfana luz, resplandece el valor moral que en si posee, a trasluz se le ve un gran corazón, limpio de culpas y lleno de bondad, decisión y amor. Las humildes flores que adornaban su pecho y cabeza expelían sus mejores olores, mientras sus colores resplandecían en el ambiente tornando policromados el local, muebles y personas, como gigantesco calidoscopio, y en general, el ambiente se tornó propicio para que la Señora Verdad Sincera, fuera seleccionada como prototipo de la condición social que tendría la nueva generación, de la cual ella aparecería como madre común. Luego de la elección y al proclamar el definitivo triunfo de la clase obrera, se aseguró que en el lejano lugar de procedencia de los descritos biclasistas, se formaría una sociedad que atendiendo a la filosofía y sentimientos de los trabajadores, se caracterizaría por la justicia social, bien colectivo, libertad y pulcritud en sus acciones.

Publicado en el diario Critica de Maracaibo el día 6 de marzo de 1977.

CONSECUENCIAS Y… (Cuento)

Aquel muchacho era: rebelde, inculto y confundido, hijo de madre soltera y como tal, víctima de la injusticia social y producto del sistema absurdo de explotación que son secuela de hambre, frustración, analfabetismo y marginamiento, que crea vicios, psicopatías y degeneración.

Pues bien, ese joven de unos 16 años, luego

de haber sido contrariado en un deseo que para él,no representaba ningún beneficio y que si afectaba o podía afectar la reputación de su madre, resolvió marcharse de su casa.

Inútiles fueron los consejos, suplicas y hasta llanto maternales, para que desistiera de la desdichada idea.

Tomo camino con intenciones de solicitar empleo en alguna de las pocas haciendas o fincas que hay en las adyacencias más o menos cerca al caserío de su origen y domicilio.

El transcurrir de los días, hacia cada vez más dramática la existencia de aquella mujer que junto al dolor moral por la actitud de su hijo, carecía físicamente de los recursos mínimos para la subsistencia, ya que la ausencia del muchacho y la carencia de cualquier otro familiar en el lugar la sometía a la cruel soledad y dejaba su manutención a merced de sus vecinos, casi tan indigentes como ella.

Esta situación, se hizo sentir muy pronto en la humanidad de la sufrida madre por lo que al cabo de mes y medio parecía no tener alternativa que la muerte.

El joven, luego de colocarse en una hacienda según su primera intención, fue transferido a otra, propiedad del mismo «patrón» y ubicada mucho más lejos que la anterior e internada en una cadena de montañas, que semejaban un «marañoso» laberinto natural, por la que la posibilidad de salir de ella, está sometida a la absoluta voluntad del»jefe».

Desde el mismo día que llego a ese lugar, una semana después de abandonar su casa, se dio cuenta que los otros que allí trabajaban lo hacían en condiciones bestiales, que eran tratados sin el respeto mínimo que la condición humana otorga, que se les daba de comer en bateones colectivos, es decir donde se les colocaba de todo junto y para todos, y en general, que la condición de esclavo en ese momento, hubiera sido una conquista para ellos.

Ese mismo día aprendió que él no era, ni iba a ser la excepción.

Tal estatus y las reservas sentimentales que poseía, fueron haciendo que uno tras otro día en su mente se agigantara la imagen de su dolorida madre y en su corazón el deseo incontenible del regreso.

La conjugación de estas circunstancias perturbaba aparentemente el estado psíquico del muchacho llegando a extremos de creer que escuchaba que los árboles, los animales, piedras y todas las cosas en general, le gritaban: «regresa junto a tu madre que muere».

Tal hecho o fantasía imposibilitaba la conciliación del sueño por lo que por las noches se paseaba por las márgenes del río cercano con la esperanza de que el susurro sereno de las aguas, la inmensa compañía de la soledad y tal vez algún rayo de luna que tras superar el espeso follaje que cubría el río, pudiera retratarse en su dinámico cristal, llevaran necesario alivio a su inquieto ego.

La noche era clara, como sentir de niño, pues la luna estaba en su fase plena, las aguas del río en su constante andar reflejaban a la luna en movimiento como si por alguna magia pudiera nadar y realizar en sus entrañas acuático ballet resplandeciente.

El sufrido rebelde, como ya era habitual con su mente lejos y melancólico paso, caminaba por las delgadas trillas que con su constante recorrer había surcado en las riberas.

Pero de repente sintió sueño y para alejarlo quiso lavarse la cara, más cuando se inclinó para con las manos en forma de «totuma» tomar agua para ese menester, vio que el dinámico y natural espejo del río, reflejaba la triste figura de su madre.

Como loco se voltea, mira a su alrededor, creyendo que aquella imagen es producto de la presencia de su progenitora a sus espaldas, pero toda búsqueda es negativa, vuelve a mirar al río y una vez más le sonríe la efigie de su madre, sin pensarlo, se lanzó al río cuya corriente lo acoge hostilmente rebatiéndolo y arrastrándolo violentamente, hasta que logra atrapar un trozo de madera, con el cual si bien no puede oponerse a la corriente, por lo menos logro mantenerse a flote y realizar algunas maniobras tendientes a salvar su vida.

En su lecho de moribunda y acompañada por los vecinos del lugar, yacía la buena mujer que de angustia y necesidad estaba llena y a cuya consecuencia fallecía sin dejar de pronunciar el nombre de su hijo, y pregonando que él era bueno, que le quería, bendecía y perdonaba.

El joven paso algunas horas aferrado al trozo salvador a cuyo destino iba unido, pero de repente al desembocar a una laguneta, perdió su ímpetu la corriente fluvial y dio margen a que el mozo a nado alcanzara una de las playas o riberas, ¡ agradable sorpresa !

El paraje le era conocido y precisamente estaba en las cercanías de su abandonado lar.

En busca del más codiciado galardón, no corrió nadie jamás como ahora lo hacia el joven, cada minuto le parecía un decenio, corría, corría.

Cuando estuvo en una colina cercana a su domicilio,

Pudo ver desde allí la calle y la casa, meta de su empeño.

Al ver que su casa se encontraba muy concurrida, fue presa integral de una triste sospecha que inyecto mayores energías y velocidad a sus extremidades, acortando así el tiempo que le separaba del hogar que en mal momento abandonó.

Una vez llegado, pregunto a los presentes por su «vieja», a lo que lleno de consternación y pánico escucho responder que su sufrida madre acababa de exhalar su último aliento.

Si,habíamuerto. Se acercó a la cama maternal donde vio el cadáver de una anciana, y un rayo de esperanza cruzó por su mente, esa no era su madre, su madre era mucho más joven, no podía ser, y así lo dijo a los vecinos que piadosos y solícitos le atendían, ellos a su vez convencieronle de la triste realidad, la flaccidez y aparente vejez de la difunta era producto del dolor y las calamidades de cuatro meses de su ausencia.

Convencido ya, que aquel era el cuerpo de su madre lanzoce sobre él llorando a gritos, desesperado, creo que como nadie lo hizo jamás, sus lágrimas bañaban la cara de la muerta y penetraban en sus ojos.

Todavía no se sabe y posiblemente nunca se sabrá si las lágrimas, saturadas de emoción, de arrepentimiento, de dolor y angustia, dieron nueva vida a su mamá o si esta solo estaba desmayada y la ignorancia de los vecinos la creyó muerta.

Lo que sí se sabe y toda la comarca fue testigo, es que, repuesta la mujer, ella y su hijo tomaron un imaginario carruaje, camino a la felicidad el cual estaba tirado por dos blancos corceles llamados AMOR Y COMPRENSION.

Primera edición: Diario La Columna, 14/2/1977.Maracaibo, Estado Zulia.

Segunda edición (artesanal): Luis Ernesto Parra Nava. Junio de 1991.Maracaibo.

Para la biblioteca «Consuelo Nava Tovar», de la E.B.E. Amelia Ríos.

Tercera edición (versión para computadoras): Luis Ernesto Parra Nava, diseño musicalización y diagramación.

Wenneipher Melissa Duazka Parra Godoy, otros arreglos. Maracaibo, 23 de Julio de 2002.-

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