Los secretos de Agathor | Alejandro

Los secretos de Agathor | Alejandro

Ivan Ruiz

18/04/2017

Capítulo I

Año 2017

Estación de Metro AV. Circunvalar

La estación de metro, congestionada como siempre a las seis y treinta de la mañana, entra corriendo, un muchacho de 18 años, después de haberse colado en el Metro y al ver que el metro que lo llevaba a su destino estaba a punto de irse, trato de correr más rápido pero no lo alcanzó y se quedó con la mano extendida, Era el que yo necesitaba, pensó, miro hacia su maleta que tenía un bolsillo a medio abrir, eso lo asustó, abrió completamente la mochila, y vio que todo estuviera allí, y en efecto todo estaba ahí, estuvo tranquilo por un instante, cerro la mochila, entonces a su lado llega una chica de ojos verdes, muy encantadora por cierto, y lo mira a los ojos, algo que lleno de nueva energía a Alejandro llegó un metro y rápidamente el muchacho sube y no vuelve a ver a esa chica.

Eso fue raro, más que raro. Pensó el joven, pero antes de llegar a la estación que le correspondía, se escuchó un pitido, ¡Emergencias!, pensó, y al intentar mirar hacia adelante, vio que un tren anterior se había varado, entonces hicieron bajar a todos en la estación Av. Calle 170, él al bajarse miró el reloj eran las ¡siete de la mañana!, pega una carrera hacia la Universidad Trinity, que quedaba a unas 10 cuadras de esa estación, pero al intentar pasar la última cuadra, un taxi le pitó fuertemente y casi lo arrolla, el taxista le vocifera una palabrota, pero el muchacho no le presta atención, entonces ve a la misma chica, de cabello castaño chocolate y unos grandes ojos verdes, estaba al frente, mirándolo, eso detuvo al muchacho, la chica le sonrió y le devolvió el gesto y siguió corriendo, cuando volteo a mirar atrás la chica ya no estaba.

Corriendo por el pasillo que lleva a su salón de clases, Alejandro Ruiz, va tarde a su clase de Historia, de nuevo, cuando llega y toca la puerta, ve que su morral está abierto y un camino de papel se extiende por el pasillo, cuando Alejandro se dispone a recogerlos, abren la puerta.

  • Va cuarta vez en esta clase que llega tarde, señor Ruiz – dijo la profesora Cadenas
  • En realidad, es la segunda, profesora – respondió sarcástico Alejandro
  • Ingrese antes de que me arrepienta, Señor.

Alejandro entra y mira con altivez a los otros, se sienta en una de las sillas de atrás y desparrama el morral, y se sienta con una actitud muy cansada por la noche anterior, haciendo trabajos hasta las tres de la mañana.

¡Demasiado!, pensó Alejandro y cayo dormido.

La profesora Cadena, que era de aquellas veteranas que no quería salirse por la justa razón de “la vocación hasta la muerte”, aunque no aparentaba su edad ella presumía tener casi los setenta años, simulando un cuerpo de cincuenta, en fin, ella continuó con la clase hasta que dijo.

  • Estudiantes, creen grupos de tres personas, por favor

Los otros, como autómatas se organizaron en los grupos típicos de un salón de clases, ya saben, los nerds, los perezosos, y Alejandro que prefería hacerlo solo, pero esta vez…

-¡Señor Ruiz!

Esto despertó a Alejandro de un solo golpe, como si hubiera habido un terremoto.

-Esto no es un hotel, es un aula de clases, ¡respete!

En el aula se escuchó murmullos y risas.

-Además, dije grupos de tres.

Alejandro se dispuso a mirar quienes le faltaba un integrante, entonces fue cuando vio a una pareja conformado por una chica y un chico, Alejandro, aquel chico guapo con ortodoncia, se levanta muy perezosamente de su puesto, y se dirige hacia ellos

  • Hola, chicos, ¿puedo hacerme con ustedes? –

Alejandro miraba el suelo como si no los conociera, como si jamás los hubiera visto.

  • Lo sentimos, pero ya estamos completos – dijo la chica

Alejandro alza la mirada.

  • Y ¿el otro?
  • No está por tardar

Siempre me toca solo. Pensó.

  • – Gracias chicos – respondió

Alejandro se dirige a su puesto, y tratando de aislarse del mundo, hoy ha sido el peor día de mi vida, se pone a contar con los dedos, primero me acuesto tarde, después, hay un accidente y llego tarde, ¿Qué más puede salir mal? Pensaba Alejandro con fuerza.

Al otro lado del salón estaba Diana, la chica que había rechazado a Alejandro

  • ¿Por qué fuimos tan duros con él?
  • Porque … porque – responde el chico tartamudeando – nos va mejor a los dos solos.
  • No me parece, es que míralo – Diana mira a Alejandro – parece buena persona

El chico mira a Alejandro, pero lo ve, jugando con el lápiz, entonces de un impulso lo llamó.

  • A-A-A-Alejandro

Alejandro voltea a mirar y es el chico solitario

  • Venga, ¿todavía no tienes grupo? – dice Diana

Alejandro mira a ambos lados

  • Todavía estoy solo
  • Venga, tráete un asiento – dice el muchacho con una sonrisa

Alejandro, trae la silla y se sienta junto a ellos

  • Me presento, mi nombre es…
  • Alejandro Ruiz – dice Diana con una sonrisa y mirándolo a los ojos – Mi nombre es Diana

Esto dejó estupefacto a Alejandro, como si se conociesen de otra parte

  • ¿Y el tuyo? – dijo Alejandro dirigiéndose al chico
  • Me llamo Bruno – dice con impaciencia,
  • Venga, que hay que hacer – dice Alejandro, sacando el cuaderno de historia

Diana y Bruno, mirándose.

  • tenemos que encontrar algo fantástico acerca de una civilización que nunca hubiéramos encontrado – dice Bruno con un tono de sombras y penumbra,
  • No te hagas el gracioso – dijo Alejandro

Intercambiaron algunas ideas, y llegaron a un acuerdo, prefirieron ir a la casa de Alejandro después de clases.

  • ¿Puedo llamarte Alejandro? – pregunto Bruno con cierto temor
  • Claro que si – respondió Alejandro con una sonrisa
  • Bueno Alejandro – dijo Bruno riéndose

Alejandro le siguió la corriente, lanzando carcajadas mientras reconocía a sus compañeros, que sinceramente nunca los había visto, pero para Alejandro eran divertidos.

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