New York, la ciudad de los rascacielos elegantes. Brillan con el resplandor de la noche cómo si fueran estrellas. Representan a la ciudad aristocrática. Automóviles circulando constantemente por sus calles estrechas e interminables. Sus centros comerciales abarrotados de clientes adinerados. Un ir y venir de turistas sorprendidos por la gran ciudad.
La calle street esconde la tristeza solitaria de un niño de tan sólo seis años de edad. Toni e quedó huérfano cuándo tenía dos años. Un accidente de coche le sesgo la vida a sus padres. Sin familia y sion amigos. Pero no se ha quedado solo, su perro Facundo también salió ileso. Un pastor Alemán de color negro, con una mancha de color marrón claro que le ensombrecía su rostro. Mirada fija con ojos saltones cómo rayos fugaces. Siempre fue agresivo. permanecía atado con su correa. Era un chucho muy fiero.
Todos lo que le conocían le temían. Se preocupaba de si mismo, de comer sus huesos y su plato favorito: Patatas fritas con tomate. Nada más verlas se ponía loco de contento.
No tenía ningún gesto de cariño hacia su familia de acogida. Fue acogido cómo un hijo más. Le encontraron vagando por una carretera de mucho transito. A las afueras de la ciudad. Estaba desnutrido, parecía un esqueleto. Le alimentaron cómo a un bebe sietemesino. Enseguida cambió a buén aspecto.
No les agradeció a estos corazones tiernos lo que hicieron por él.
Entrababa a casa y se iba a su caseta refugio, su amiga inseparable. Jugaba con su pelota pequeña cómo un futbolista estrella.
Antisocial y egoísta.
Facundo ya no es el mismo. Es una caja de sorpresas. Viajaba con ellos en el momento del accidente.
Nada más ocurrir. Facundo observaba con ojo avizor a los policías que les rescataron. Estos les comunicaron que sus amos habían fallecido. En vista que no podía hacer allí nada. Le montó a Toni encima de su lomo, se fue a casa con el niño cómo un caballo cariñoso. trotando al galope . Preocupado por este niño.
Un a vez en casa le preparó un vaso de leche calentita con galletas. Le puso un pijama. Acostándose juntOS en la cama de Toni. Acompañándose mutuamente.
Al día siguiente Toni con su rostro triste y apenado. Le veía cómo un padre. Antes de ir al colegio derramó unas lagrimas de dolor. Su fiel guardián le seco los ojos tristones y decaídos. Este se emociona y le abraza cómo el único compañero que le queda.
¡Mis papas se han ido al cielo!. !Tú no me has dejado! -a continuación le dijo Tonio a Facundo-. vistió y preparo su mochila al pequeño. le acompañó a clase y al dejarle, inclinando su cuerpo, le dio un besito en la frente. El niño le agarró su pata. ¿No te separes de mí! -le dijo-.
Mientras que estaba en clase. Facundo, afuera, se sentó frente a la clase del niño. Con el cuello erguido sin perderle la mirada. De vez en cuándo se juntaban las miradas tiernas.
Este fiel animalito no es aquel chucho creído. Se ha convertido en un sentimental y protector papa.
Llega la hora de salida, se dirige a la puerta de la escuela con un ligero ladrido. A buscarle. Nada más versen se dan un abrazo, fundido felicidad mutua. los dos se marchan a casa cómo dos aventureros simpáticos. ¡Nunca nos separaremos! -dijo Toni-.
Al llegar a casa le sentó al feliz estudiante en la butaca de la sala. Mientras le preparaba su cena favorita. Una tacita de caldo, acompañañda de hamburguesa bañada en tomate!.
¡Cómo conoces mi plato favorito – le dijo Toni con voz juguetona-.
De repente el niño se encontraba mal, estaba acostado en la cama, y facundo tomo la iniciativa de montarle encima suyo y llevarle al médico. Tú amigo está muy enfermo, se tiene que quedar ingresado – le dijo el médico al perro-. Este con cara muy triste se dirigió a la habitación del niño. No se separó ni un solo segundo. Solamente fue a casa a recoger la ropa y sus juguetes. A la vuelta la enfermera le estaba dando de cenar. Facundo se situó al lado de la cama. esta le vio con tanto interés, que le dio la cuchara a Facundo para que se la siguiera dando.
Día tras día Facundo era el apoyo incondicional de este. le daba sus comidas, veían juntos la televisión, ni por la noche se separaron, el animal se acurruco debajo de la silla de visitas. Salían por el pasillo a pasear, sujetándole el pié del suero.
Este perro es más que un amigo, es cómo un padre, volcado por su hijo. Le protege y le adora a este niño.
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