Compré el test de embarazo en la farmacia más cercana, a las cuatro de la tarde. Hacia las cinco, ya tenía el resultado. Luego el padre recibió la noticia. Se persignó y me cuestionó como si solo yo tuviera la responsabilidad del hecho. Le dije que lo amaba. A la mañana siguiente me vestí con el hábito gris y dejé el convento para siempre.
©Lucía Borsani
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