Ocres los trenes abandonados y abrazando el fuego a la distancia.
Pobres hierros retorcidos agonizando en el Rey Sol.
El horizonte retrocede esquizofrénico con cada paso.
Las nuevas enfermedades de la zona ya no tienen a quien matar.
El cielo baja amenazante cual víbora que cambia de color.
Finísima lluvia de veneno es toda el líquido que hay.
No entiendo qué perverso sueño me arrastra hasta acá.
Lo último que recuerdo es que dormida pensaba en mi nuevo amor
y ya no logro despertar.
Me temo deba rezarle a mi pervertido Dios Local.
Ante el desamparo la atea se arrodilla pidiendo varias veces perdón.
La ropa desgarrada y consumida es la próxima comida.
Mis cigarros se prenden y fuman solos.
La demencia no tarda en llegar.
De pronto manejo el idioma de la arena caliente.
y mis brazos comienzan a sangrar como símbolo de localía.
Ya han pasado años desde que avanzó hacía atrás por el desierto.
Prácticamente estoy hecha de piedra y materiales viejos.
Mi mirada ha cambiado de color.
Comparto mis días con 9 esqueletos.
Juntos nos sentamos frente a los trenes que arden hace no se cuanto.
Perfume eterno a falta de vida.
Arma improvisada con los femurs de un amigo.
La pregunta cómo calesita que gira:
¿Dónde está mi amor y cuando voy a despertar?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS