Riachuelo.

Riachuelo.

Girasol

03/12/2019

Me muevo torpemente en este riachuelo. El agua tapa mis oídos pero sé perfectamente que el viento hace que las ramas de los cedros se burlen de mí.

Mis piernas están cansadas pero sigo de pie. Sigo firme, aunque mi cuerpo tiemble del cansancio, aunque mi alma me pide que descanse y me deja llevar por la fuerte corriente pero no, no lo haré.

Mi corazón sigue vivo.

El agua me cubro; sigo de pie. Tengo frío pero muevo mis piernas lentamente para que el agua no me lleve. Enfrente de mí hay una piedra, me agarraré de ella… Tan sólo…

Llegar, llegar.

Pero, una vez que llegué hasta ese liso lugar ¿Qué haré? No me puedo sujetar de ella porque mis brazos son mis pequeños… Me siento pequeña. Por primera vez veo como estos árboles me están comiendo. Se burlan de mí.

«Qué patética»

Eso me lo he dicho yo, no los árboles ¿Ahora quién se burla de quién, cariño? Yo, siempre yo. Yo soy la que se burla de mí porque quiero y puedo, porque sí. Respuesta débil y absurda al igual que mi estancia ente río pero mírate cariño. Tonta, cansada y frustrada.

¿Por qué? ¿Por qué todos mis textos llegan a un «qué haces ahí» o «qué es lo que quieres»?

En este preciso momento quiero moverme, quiero bailar. Saber que mi calificación es por mi esfuerzo, no por mi flojera porque yo sé de lo que soy capaz. Brillo, sin embargo me he confinado a un lugar pequeño y cerrado. ¿Tan leve es mi brillo que decido tamaños minúsculos para sentir que puedo cubrirlo? Sin embargo, si siento que si puedo hacerlo, aunque sea en un espacio pequeño, eso significa que si puedo. Tal vez no de la misma magnitud que otras personas pero sí a mí tamaño.

Soy pequeña, me siento pequeña pero con aspiraciones grandes y eso es lo que me da miedo.

Me gusta moverme, me falta aprender a moverme en este río llamado pedagogía, la carrera que escogió mi mamá para mí.

Genial ¿No?

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