A veces se extrañan emociones… eso que sentías cuando…

Para mí no hay como el perfume de los naranjos florecidos, ese perfume me lleva a lugares felices.

Es que aveces la felicidad no está en algo, en alguien, sino simplemente en la emoción. El instante en el que algo cautiva nuestros sentidos y nos saca de todo, y estamos ahí, por un segundo, fuera de todo, solo dentro de la emoción.

Esa risa fuerte, el sonido que queda en el inconsciente y aparece en esos momentos inesperados, una imagen que nos eriza la piel, la lágrima que aparece inesperada, sorprendente, inexplicable, hablando de eso que se siente pero que difícilmente se explica.

¿Porqué será que algunas cosas permanecen por siempre y otras son tan volátiles?

Pienso y me preguntó… ¿Qué elegiría guardar por siempre si pudiera en ese arcón misterioso y mágico?

Hoy elijo el abrazo, ese que llega para rearmar y componer lo que está en partes. El que aparece cuando es necesitado y no puede ser pedido. El que no pregunta nada ni pide explicaciones.

Porque no hay respuesta que explique la necesidad de ese abrazo, no hay lógica que marque cuando es merecido y cuando es exagerado.

A veces todos nos sentimos en partes, al final es de lo que estamos hechos.

Hechos de experiencias, miradas, amores, desamores, aprendizaje de tanto y tanto más.

Y a veces ese collar enhebrado se rompe… y llega el momento de repasar cómo estaba unido, y trabajar de nuevo para darle una linda forma. Y también llega en ese momento ese abrazo que es el hilo, y nos toca después el trabajo de usarlo, y enhebrar nuevamente las piezas.

Quizás es lo lindo de los artesanos, que deben tener más claro que la vida se trata de hacer arte con las piezas… y crear belleza.

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