¿RECUERDAS?*

(

Fragmentos)

…¿Recuerdas?- Creo que empecé por decirle a la señora de los ojazos aceitunados-. Fue en esta misma plaza, muy cerca de este espacio donde estamos sentados, donde empezó a consolidarse nuestra primera cercanía. Aquella de hace casi un lustro. Aquella de las tardes-noches agradables. Aquella de las miradas iniciales y las sonrisas comedidas. Justo al frente nuestro, están los puestos cercanos a las flores y a las plantas, donde empezamos a sentarnos, para intercambiar palabras y simpatías. ¿Podrás recordarlo pese al paso del tiempo? Tu sonrisa inmediata, posterior a la formulación de esta última pregunta de mi parte, me hace pensar que tu respuesta solo puede ser positiva. Al menos en cuanto a este respecto y a esta hora, donde la claridad aprovechada y disfrutada, bien parece que empieza a abandonarnos. Yo no sé si te comente que con alguna frecuencia, desde hace algún tiempo hasta estas fechas, suelo pasar por estos espacios que tan buenos recuerdos tienen para mí. Cada vez que lo hago, subiendo por esta plaza rumbo a los edificios de la castellana, no puedo evitar mirar a mi izquierda. Al hacerlo nuevamente veo los pequeños y quizás añejos edificios que tenía en frente, cuando los dos sentados, empezando a indagar en lo mejor del uno y del otro, teníamos las primeras oportunidades de reconocernos, en aquellos muros bajos: los cuales nos separaban de la tierra y el verde grama, que después de todo nos agradaba saber cerca, en aquellas tardes que definitivamente no van a volver. ¿Te acuerdas aun de la botella que dejaste caer no menos de un par de veces, durante esa primera o segunda conversación nuestra? Aun la tengo en mi poder pese al paso de los días y los años. Aun al verla puedo recordar más de una palabra necia mía, y más de una sonrisa tuya, que se proponía abandonar las primeras naturales reticencias. La misma aún conserva cierto olor que obliga a mi entendimiento a relacionarla contigo. Por esto y más puedo asegurarte que no van a quitármela jamás. No la pienso perder. Por tanto será otra cosa a la que por fuerza mayor aceptare a decir adiós. Después de todo tu siempre has tenido la última palabra. Por la fuerza nada es sinceramente vigente. El cariño desde luego no lo puede ser. En contra estoy de tus últimos pareceres y alternativas de vida. Pero seré el primero en respetarlas. Recuerda que después de todo, siempre he respetado tus determinaciones. Cosa distinta no podré hacer ahora. Cuando tu mirada triste viene y reaparece, a la vez que el gris de las nubes se hace más intenso, para dejarnos claro a usted y a mí, que el provecho de las claridades azuladas y níveas, no puede ser otra cosa que materia pasada»…

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