Pretendía controlarme.

Pretendía tener todo controlado, tener el mundo en mis manos. Era yo quien controlaba mi alrededor, pero me quedo difícil controlarme a mi, controlar mi fraude, mi autoestima. Yo debía controlar todo aquello negativo de mi vida, debía ser perfecto para todos, o eso me exigían. Pretendía que todo lo podía y que jamás me rendiría, y ahora me rendí de la peor manera posible, por mi cobardía, por la cobardía que siempre estuvo y no quise que saliera a flote.

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