-¿Por qué lo has hecho?
-¿Por qué? Tengo demasiados motivos.
-Bien, ¿Quieres contarme cuáles? Hay familias que les gustaría saber por qué han perdido a seres queridos.
-¿Seres queridos? –soltó una risotada burlona y llena de veneno- vamos, señor policía, ¿Podrías amar a un monstruo, a alguien que solo sabe hacer mal a los de su alrededor?
Relajó la postura apoyando la espalda en su incómoda silla.
-Es decir, que no has matado al azar.
-Por supuesto que no, ¿Cree que soy como ellos?
-Yo no estoy aquí para juzgarte, solo para saber la verdad, así que te insistiré con los motivos que te llevaron a hacerlo, ¿Comenzamos por el principio?
-¿Te parece bien comenzar por mi infancia?
-Si eso me lleva a saber lo ocurrido, sí.
-Nací mujer.
-La transexualidad no te hace un asesino.
-La gente que te juzga por no nacer con pene, sí.
-Continua.
-Bueno, mis padres tardaron unos años, pero lo aceptaron, me dejaron ser lo que soy en realidad, así que, en casa no tuve problemas.
-¿Fue la muerte de sus padres lo que desencadenaron el declive?
-¿Declive? ¿De verdad piensa que estoy loco? Veo que tiene varias carpetas y llevaban tiempo detrás de mí, que ha sido gracias a que me he entregado, ¿No has investigado a mis víctimas?
Sí, lo hizo y por eso le costaba no ponerse de su lado: violadores, maltratadores, pederastas… ¿cómo no sentir empatía?
-Pero es a ti a quien quiero entender ahora, saber por qué has actuado como un animal.
-Los animales no son seres irracionales, ¿sabes que si no molestas, no atacan? Siempre tienen una razón para ser agresivos.
-Pero lo tuyo no ha sido agresividad.
-Ni violencia sin sentido como se les atribuye a los animales y solo está en los humanos… como la homofobia.
-Eso no puedo negar estar de acuerdo. Por favor, continua.
Cogió aire y lo soltó despacio, procurando relajar los hombros.
-Mis profesores sabían que mis compañeros abusaban de mí, ¿Y qué pasó? Nada. Esos niños seguían libres mientras mis padres hablaban con la directora del centro, ¿Sabe qué les dijo, mirándoles a los ojos? Que era yo quién debía irse, que todo seguiría porque, obviamente, yo era el raro o… la rara, como dijo sin inmutarse. Mi madre pasó horas llorando de rabia y mi padre destrozó la puerta, que encima tuvo que pagar.
-¿Denunciaron?
-Por supuesto –sonrió con sorna- y nada pasó. Eran menores, sus padres se escudaron en que eran niños… ¿Y yo qué?
El silencio se espesó tanto que el aire no le llegaba a los pulmones.
-No se sintió respaldado.
-¿Respaldado? Respóndame a esto: ¿A quiénes protegen?
Sabía por dónde iba esa pregunta, era algo que había visto demasiadas veces y que lo incomodaba en su trabajo.
-Nuestro trabajo…
-No te desvíes, ¿A quiénes protegen? –preguntó con tono cortante.
-A las víctimas.
-Vamos… -dijo mirando al techo con sarcasmo- no te lo crees ni tú, siempre se defiende al que tiene dinero, al que es influyente y, por supuesto, siempre se protege al culpable: al ladrón, al asesino, al maltratador, a los niños capullos que después se convierten en lo peor… ¿Quieres que siga? Yo era la víctima y solo se pensó en ellos, en los que me habían causado daños.
-La ley del menor…
-¿Yo no era menor? ¿Por qué los delincuentes primero?
Suspiró profundamente. Éste caso era especialmente difícil.
-Prosigue con la historia, por favor, no estamos aquí para hablar de política.
-Ah, pero es que todo esto tiene mucho que ver con eso, porque es la política lo que permite todo esto, es la gente que se conforma con un sueldo de mierda…
-Sigue con tu historia, por favor –le cortó. Estaba sintiendo una conexión que no debía sentir, su interior le gritaba que tenía razón, pero su experiencia le decía que dejase de acercarse.
-¿Cuánto cobra por defender monstruos y echar a familias necesitadas a la calle?
-Eso se puede saber fácilmente consultando en internet.
-No me niegas nada de lo que he dicho.
-Contesto a tus preguntas esperando que respondas las mías.
Se hizo un corto silencio antes de que ambos relajasen los hombros.
-¿Por dónde me quedé?
-Sus antiguos compañeros eran unos capullos.
-Ah, cierto… cambié de instituto y fue más de lo mismo, me intenté suicidar como último recurso y después aprendí a que si alguien te golpea tú lo hagas más fuerte. Dejaron de meterse conmigo cuando empecé a partir narices… eso no lo enseñan.
-Porque la violencia no es la solución.
-¿No? Vaya, ¿Y qué me dice de la pena de muerte, de que vaya con esposas, porras y pistolas? Eso sin contar que no dudan en lanzarlos al suelo entre otras muchas cosas.
-No lo hacemos con cualquiera.
-Yo tampoco he dicho que fuese al primero que pillase y le partiese la cara, solo que yo sí puedo alardear de que no golpeaba a no ser que alguien lo hiciese primero… ¿Puedes decir lo mismo?
-Sí.
-¿Y de tus compañeros?
-No soy dueño de sus actos, en todas partes hay malas personas.
-Estoy de acuerdo pero…
-Voy a insistir en que no se desvíe.
Chasqueó la lengua.
-Está bien. Cuando por fin pude buscar un trabajo, fue peor… ¿Y sabe por qué?
-¿Qué se encontró?
-Con que la gente me trataba mejor por el hecho de pensar que tenía pene.
-¿Y eso es peor?
-Nacer con pene no te hace mejor persona.
-¿Te incomodaba?
-Me repugna. Aunque no era solo eso, de repente ya no tenía ni puta idea de ropa, de decoración… me había vuelto un inútil que debía saber de fútbol y pensar con la entrepierna.
-Es lo que más abunda.
-Los prejuicios duelen, ¿Verdad, señor policía?
-Que unos cuantos sean idiotas no hace que lo sean todos. Continua.
-Mi vida comenzó a ser monótona: trabajo, pagar facturas… de vez en cuando comía en casa de mis padres, me preguntaban que para cuando los nietos… en fin, estas cosas que hacen que los padres sean un adorable incordio.
-¿El accidente de sus padres?
-Sí, eso fue un punto de inflexión. Un borracho de mierda, un alcohólico que había salido con el coche después de casi matar a su mujer y apalizar a un crío de 3 años, se cruzó al cambiar de sentido. Mis padres murieron de camino al hospital, él, sin embargo solo se partió las piernas y la cabeza.
-Él fue el primero.
-¿Acaso fue una pérdida para alguien?
-No estoy para juzgar.
-Pero lo hace, todos lo hacemos. Como decía, yo no supe esto hasta que no llegó el día del juicio, donde el lumbreras de su abogado dijo que había hecho esas cosas porque su padre le pegaba a él y a su madre… me encanta la gente que usa la carta de la normalidad como: mi padre era un cabrón y sé como se pasa, voy a crear el mismo sufrimiento; como mi madre violaba cachorritos de gatito y sé que está mal también lo voy hacer.
-Espero que eso último sea una exageración.
-Me lo acabo de inventar, pero me lo creería de alguien. Cuando el juicio terminó lo metieron un mes en la cárcel y ya, a rehabilitación… ¿Y qué pasaba con mis padres? ¿Y esa pobre estúpida y su hijo? A nadie les importó, a nadie le importó que me quedase huérfano con 24 años, soy mayorcito, no necesitaba el amor de mis padres.
-No creo que…
-Nadie me preguntó nada, nadie preguntó a la imbécil que seguía con ese hombre, nadie preguntó al crío apalizado y llorica, solo se le preguntó a él porque hacia cosas malas como si hablasen con un niño asustado… ¿Insistes con lo de que protegéis a las víctimas?
-Supongo que fue ahí donde encontraste el punto de inflexión.
-Más o menos… llegué a casa, lloré desconsolado de rabia, rompí algunas cosas y, una vez deshidratado cogí el móvil para leer mierda ajena. Ahí llegó el punto de no retorno.
-¿Qué encontraste?
-Una frase con una foto en blanco y negro de alguien supuestamente conocido… no soy de leer demasiado, simplemente soy arquitecto.
-¿Y qué decía?
-El mal triunfa cuando la gente buena no hace nada.
-Edmund Burke, fue filósofo.
-Pues juraría que en la foto salía un actor famoso… -se encogió de hombros- en fin, ese dato no importa.
-Y pensó que debía ser usted el justiciero.
-No, pensé que si nadie hace pagar a esos monstruos, yo lo haría. No hago justicia, solo lo correcto.
-¿Piensa que fue correcto empalar a un hombre con un palo que se partió a mitad de camino y aun así continuar destrozando sus órganos internos?
-¿Cree que ése hombre pensaba en el daño que hacía a esos niños al violarlos repetidamente y grabarlos en video mientras lo amenazaba con que sus padres los odiarían por dejarse hacer? No.
-Pues debería haberlo denunciado.
-Oh, claro, ¿Cómo no se me había ocurrido? Quizás sea porque los pederastas acaban saliendo a la calle aun sabiendo que ninguno es rehabilitado… pero vamos, ¿Qué se yo? Dan igual esos niños, que les jodan. Literalmente.
Sintió una fuerte punzada de rabia. Tenía razón.
-¿No le bastaba con matarlo de forma rápida?
-¿Por qué debería pensar en su falta de sufrimiento cuando esos niños están marcados de por vida? Cuando crezcan no tendrán relaciones sanas a no ser que encuentren a alguien testarudamente paciente que sepan tratarlos… ¿Cuántas personas son así? La falta de empatía cada día es más alarmante.
-¿Justicia poética?
-Sí y no. También sentía placer al oírlos suplicar.
-¿Eso no le convierte en un asesino sin más?
-No, a usted ni se pasaría por la cabeza hacerle daño, por ejemplo. Está haciendo su trabajo y, hasta donde yo sé, no ha molestado a nadie con sus acciones.
Suspiró sonoramente.
-Para resumir: siente placer cuando asesina a personas que cree que lo merecen.
-Sí, pero no un placer sexual, no te confundas, lo mío es más… alivio de saber que esa cosa ya no hará daño a nadie y tampoco se gastarán dinero en mantenerlo en una habitación, algo que gente en la calleno puede tener y no han hecho nada.
-¿Las cárceles te parecen mal?
-No, a algunas personas les sirve, pueden estudiar, centrarse, reflexionar sobre sus acciones y convertirse en mejor personas.
-¿Y en qué se diferencian de sus víctimas?
-Responde a esto, ¿He matado a algún ladrón de comida? ¿A algún niñato drogadicto? ¿A algún padre o madre de familia que roba en la calle para conseguir que su familia tenga lo esencial?
-No.
-¿A quienes he matado, señor agente? –preguntó con cierta altanería.
-Aunque esas acciones hayan sido contra personas de moral y acciones perversas no hace que esté bien.
-¿Por qué?
-Porque ése es nuestro trabajo.
-No me haga reír, agente… ¿Le cuento de nuevo el por qué ya no sois fiables para nadie? Sois perros del gobierno… no, perdón, los perros son animales nobles. Sois putitas, furcias que se venden a quién les pagan y son capaces de esconderse bajo el lema de “es mi trabajo” para justificar que no sois más esclavos del dinero, esclavos de una sociedad podrida y estancada en el yo, en el egoísmo y el aparentar sin pararse a pensar en el por qué de las acciones del vecino, de nuestros seres queridos –sonrió- no, no todos los malos nacen malos, la mayoría se crean, los moldea la sociedad estancada en el lodo de lo vulgar y el hambre por pisar para ascender y ser algo que en el fondo no quieres, en la superficialidad que tanto daño hace pero nadie remedia, en que tú género decide si tienes ventajas o no, si debes cobrar más, si tienes más oportunidades… nadie cree en la policía porque no hacéis nada –alzó los pies, apoyando los zapatos sobre la mesa- sin embargo, ¿Qué crees que pensará la sociedad de mi?
El policía detuvo la grabadora, le tendió el formulario para que firmase y quedase como verídicas sus palabras y salió de la sala.
Dejó su placa, su pistola, las esposas y lo necesario para que aquella persona fuese condenada. Escribiría su dimisión para entregarla a primera hora de la mañana.
OPINIONES Y COMENTARIOS