No hay violencia porque haya víctima,
sino porque hay herramientas para ejercer poder.

No hay disparo porque haya cuerpo disparado,
sino porque hay muerte para ejercer poder.

No hay amenaza porque haya amenazado,
sino porque hay miedo para ejercer poder.

No hay prostitución porque haya putas,
sino porque hay desigualdad para ejercer poder.

No hay publicidad porque haya consumidores,
sino porque hay construcciones sociales para ejercer poder.

No hay hackers porque haya hackeados,
sino porque hay información para ejercer poder.

No hay humillación porque haya humillado,
sino porque hay palabras para ejercer poder.

No hay desahucios porque haya desahuciados,
sino porque hay dinero para ejercer poder.

La poesía,
es una poderosa herramienta
que toma vida frente a la muerte y el miedo,
la desigualdad y las construcciones sociales,
la información y la palabra,
y algo, poco, dinero.

No hay poesía porque haya lector,
sino porque hay un poder ingobernable en la lluvia,
en las puestas de sol sin fotografía,
en el sexo sin compañía.

Hay poesía porque el mirar ajeno es indisciplinado,
porque hay obras de arte tácitas que consisten en
decir solo una rebelde palabra, a tiempo.

Hay poesía porque hay impulso de travesura en el acto cotidiano,
porque disociamos lo apalabrado,
lo exigido para hoy por el porvenir,
que no viene,
y nos pasamos la lluvia haciendo la mañana.

Hay poesía porque nos inconformamos ante el dolor,
porque buscamos significado en la desgracia,
y cogemos las acuarelas y las caracolas de la playa
para ritualizar las pérdidas,
y adornamos las alegrías con casualidades y sincronías,
que encarnamos en las plantas que vemos crecer.

Hay poesía porque nos guiñamos los ojos
aun cuando no nos vemos,
y estrechamos lazos
amarillos de todos los colores,
de todas las edades,
de sur a este,
de este a norte,
de norte a oeste,
de oeste a este,
esté la cosa como esté,
estén donde estén,
sin necesidad de violentar
con disparos y amenazas de prostituir
nada más que el sentido común,
publicitando lo incorrectamente político,
hackeando el alma,
haciendo de la humillación impuesta
desahucio inminente.

La poesía no ejerce su poder para violar ningún derecho,
sino que empodera la inviolable belleza
de la vulnerabilidad
que todo cerebro vivo, vive,
a su manera.

Así que hagamos guerrillas de sensibilidad,
escuchemos la insumisión de los violines
que bailan partituras de física cuántica
que jamás entenderemos.
Plantemos rodajas de tomate,
tomando a pecho los proyectos mundanos
y revoquemos lo que nos han hecho creer que es el éxito y
el poder.
Restablezcamos el orden y la ley de nuestro propio vientre,
y salgamos fuera a reventar el veroño,
a comernos el coño,
y los huevos,
y a hablar de disidencia al amar
mientras nos palpitan en la sien
caballitos de mar,
en este mar de contradicciones
diarias,
de formas erráticas de ser y no ser,
frente a la muerte y el miedo,
la desigualdad y las construcciones sociales,
la información y la palabra,
el dinero,
el poder
y la poesía.

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