El castigo es necesario,
No es un acto negrestino
Como los que ellos causan.
Si a un niño después
De romper un objeto
Lo consentís,
Si a un infante
Le alentas clementemente
Hacer todo mal,
Lo malcrías.
Si a un criminal
Le sos indulgente
Con sus crímenes,
No se arregla, no se cura
Solo reincide.
El castigo es lo que limita
El maligno potencial,
Es lo que evita
El exterminio total.
Yo no, yo nunca
A mí me satura mi moral,
Tengo bien puesto
Mi lóbulo frontal.
Pero la mayoría
No comete el delito
Por el temor a ser
Atrapado, descubierto,
Y expuestos sus actos
En un estrado,
Frente a los ojos
De amores y ajenos.
El castigo al delincuente
Es imprescindible
Para el bien común,
Para el amparo
De las víctimas.
Ya que;
Acariciar al lobo
Es una anuencia
Para afligir a la oveja.
Y no es lo mismo
Tener problemas
A causarlos…
Hay que castigar
A los victimarios,
Que su único fin de existir
Es crear calvario,
Es provocar agravio
Por placer,
Por la libertad
Que vos le das de hacer,
Y así fomentar la impunidad,
Y evadir de las acciones
Las inherentes consecuencias.
No es malvado condenar el mal.
Lastima que solo tan solo
El concepto en cuenta tendrás
Cuando el cuchillo apunte
Hacia tu frontispicio,
O el mismo malcriado
Te empuje al abismo
Del precipicio,
Y se mofe de tu pleitesía
Que le huyó cuanto pudo
Al crimen y castigo.
Son como abejas
Que hasta mueren
Con tal de matar,
Van tras lo dulce
La miel de tu andar,
Tan solo el castigo
El aguijón podría frenar…
JULIETA IALLORENZI
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