Era una noche como cualquiera, sin nada en especial, sin nada que atrajese la atención de algún mortal o criatura mitológica o de un ser divino. La luna iluminaba con un fuerte resplandor y hacia asemejarse con el día, las estrellas cual pequeñas antorchas, brillaban y por ratos eran opacados por la luz lunar; a simple vista todo era normal. Como una noche más de aquel verano.

Una llamada a mi celular me despertó, me fue muy difícil levantarme de la cama pero tras las reiteradas insistencias, acudí a contestar pero esté cortó la llamada.

– ¿A quién se le ocurre llamarme a esta hora? – dije algo molesta mientras agarraba el celular.

Busqué en el historial de llamadas para saber cuál era el número, grande fue mi sorpresa al descubrir que no había ningún número almacenado en la bandeja de llamadas perdidas.

– Pero… ¿Cómo es esto posible?. Todo número siempre se guarda en el historial.

Por más de media hora esperé despierta, que llamara nuevamente pero esta no llegaba. De pronto me percaté que la ventana estaba abierta y esto me confundió un poco, yo me acordaba que lo había cerrado antes de ir a dormir, entonces ¿cómo o quién lo abrió? Si yo soy la única persona que vive en este apartamento, o, ¿quizá el viento lo empujó con tanta fuerza, hasta que cediera el cerrojo de la ventana y este se abriese por completo? Me acerqué a la ventana y lo único que pude llegar a sentir era una suave brisa, fría y refrescante; por la fuerza de ella deduje fácilmente que le era imposible lograr mover toda la ventana y mucho menos abrirla. Divisé hacia afuera y todo estaba tranquilo, muy tranquilo; al ver el cielo vi lo resplandeciente que era la luna, me quedé extasiada, era como si fuese hipnotizada y atraída hacia ella. No puedo explicar la sensación que experimentó mi cuerpo al quedar absorta ante tal resplandor.

– Que bella eres…

Lentamente mi cuerpo comenzó a elevarse, como si mi peso corporal se hubiese desaparecido; no podía poner ni la mínima resistencia ante tal situación, lentamente mi cuerpo salía por la ventana. De pronto nuevamente sonó el celular, era otra vez aquella llamada o quizá otra, pero gracias a eso volví en mí; aunque mi caída fue algo brusca, ya que me golpeé con la parte inferior de la ventana, no sufrí lesión grave alguna. Rápidamente cerré la ventana y me apresuré a contestar la llamada.

– ¿Hola…?

– Hola… – dijo. Era una voz muy ronca y algo extraña, aunque a veces se hacía aguda. Era una voz desconocida para mí, no recordaba a nadie con este tono.

– ¿Quién eres?

– No veas a la luna…

– ¿Qué dices?

– No veas a la luna… No veas a la luna…

– Te has equivocado de número. No soy la persona correcta, la próxima vez marca bien y luego llama.

– No veas a la luna… No veas a la luna…

Poco a poco aquella voz se distorsionó hasta volverse casi incomprensible, ni la jota podía entenderlo, era como si llamase de otro lugar fuera de este planeta. Corte la llamada y volví a la cama, antes de dormir mire la hora.

– Vaya… muy temprano para levantarse. Nunca más vuelvo a despertar a esta hora de la madrugada – Dije luego reí un poco y me acosté. Por un momento pensaba en quien sería ese loco que me llamaba a esta hora y sobretodo como consiguió mi número o quién se lo había pasado; pensando en esto me quedé dormida.

Eran las 3 a.m. cuando volvió a sonar nuevamente el celular, pero esta vez el sonido del timbre era muy fuerte, tanto así que retumbó en toda mi habitación. Ante ello me vi obligada a levantarme muy enojada y solo deseaba decirle los más grandes insultos y maldecirlo hasta mas no poder. Al agarrar el celular comprobé que era esa misma persona.

– ¡Deja de molestarme… Busca a otra para hacerle esa broma! – le grité muy enojada – ¡Eres un maldito!

– No veas a la luna… No veas a la luna…

– ¡Cállate! Te voy a demandar…

– No veas a la luna… No… veas… a la luna…

Presioné para cortar la llamada pero no se pudo, lo intenté varias veces pero no se podía cortar la llamada, era como si el táctil de la pantalla se hubiese malogrado; esto me puso algo nerviosa y a la vez un cierto temor me invadía. Tiré con fuerza contra el piso mi celular, creyendo que de esta manera se iba a detener. Mi sorpresa fue grande al ver que nada le había sucedido, de pronto se activó el altavoz a todo volumen. «No veas a luna… No veas a la luna…» Eran las palabras que se repetía una y otra vez, cual un disco malogrado; lo golpeé con un objeto, lo más fuerte que pude pero no logre hacerlo nada. «No veas a la luna… No veas a la luna…» en mi desesperación por intentar apagarlo lo pisé una y otra vez, hasta llegue a saltar sobre el, pero no logre detenerlo; entonces recordé que si le quitaba la batería este iba a dejar de funcionar.

Cogí el celular del piso y rápidamente lo abrí y extraje su batería luego sonreí, creyendo haber hallado la solución. «No veas a la luna… No veas a la luna…» aún la llamada seguía activa, en una mano tenía el celular y en la otra la batería.

-¿Por qué… no te apagas? ¡¿Por qué?!

De pronto sentí algo extraño en la mano, era como algo líquido, frio y algo pegajoso, el cual mojaba la palma de mi mano y parte de mi dedos.

– ¿Qué es… esto?

Un gran terror invadió todo mi ser y mi cuerpo empezó a temblar, al ver que aquel líquido salía de mi celular. «No veas a la luna… No veas a la luna…», era como si mi celular estuviese llorando; dejé caer la batería al piso y con la otra mano agarré el celular mientras observaba mi mano, la cual estaba muy empapada y pegajosa, y tenía un extraño olor, casi similar al café.

– ¿Qué está pasando… esto… esto… no… es real? Debo ir a dormir. Mañana será un nuevo día. Ya sé, seguro esto es una pesadilla. Si es una pesadilla… una maldita pesadilla. Tengo que despertar de una vez…

Pronto aquel líquido empezó a gotear sobre el piso formando un pequeño charco. De pronto arrojé mi celular contra la pared, lo hice con toda mi fuerza, deseaba destrozarlo de una vez y acabar con todo esto. «No veas a la luna… No veas a la luna…», no podía creer que después de ese impacto aún seguía funcionando.

– ¡Cállate… Ya no más! ¡Cállate!

Decidí salir de la habitación e irme a la otra habitación que había en el apartamento, justo cuando estaba en eso, vi con mis propios ojos como mi celular empezó a levantarse del piso y a flotar, a una altura que pasaba por encima de mi busto; ”no mires a la luna… No mires a la luna…» era como si algo o alguien lo hubiese poseído.

– ¿Que eres? ¿Por qué me haces esto? Dime… ¡¿Por qué?! – dije mientras que unas lágrimas brotaban de mis ojos, era el miedo que me está haciendo llorar.

De pronto ante mi mirada unos ojos se abrieron en la pantalla, eran unos ojos rojos, muy rojos y a la vez algo terroríficos. A mí me pareció que eran los ojos del mismo demonio. Esos ojos se fijaron en mí.

– ¿Quien… eres? – Dije mientras mostraba algo de valentía pero yo sabía que estaba muerta del miedo y solo quería huir de ahí lo más rápido posible.

Corrí rápidamente hacia la puerta, con la intención de escapar. Dentro de mí me repetía una y otra vez «esto es tan solo una pesadilla…» “solo es un sueño…” “no es real.. no lo es…” «todo es falso…»; de pronto aquella voz dijo algo que me provocó un escalofrío y una parálisis total de mi cuerpo.

– ¿Acaso crees… qué esto es… una pesadilla? Estás equivocada…

– ¿Esto es… la realidad…? – Dije mientras mi mente se perdía en lo más profundo de mis miedos y temores – ¿dices… qué… esto… qué esto… es… es… la… realidad? no… tú mientes… tú mientes… ¡Tú mientes… maldita sea! ¡Tú mientes!

Una pequeña brisa fría me rozó el cuerpo, giré la mirada y fue muy grande el asombro y el espanto que sentí.

– Yo… yo… la cerré… ¿Por qué está abierta?. ¡¿Por qué está abierta?! ¡Maldita sea… yo lo cerré! ¡Yo lo cerré! no…

Nuevamente la ventana estaba abierta en su máxima amplitud. «No veas a la luna… No veas a la luna…» lentamente me acerque hacia la ventana y miré afuera, a simple vista todo era igual, nada había cambiado o quizá era yo quien había cambiado. De pronto alcé la mirada y vi a la luna, ella estaba ahí en el firmamento en su máximo esplendor, bella, plateada, no había ninguna estrella a su lado o a lo lejos, solo ella cual monarca de los cielos nocturnos. La miré extasiada con los ojos bien abiertos, como cuando una está ilusionada de un hombre; poco a poco sentí que era atraída hacia ella. «No veas a la luna… No veas a la luna…» repitió aquellas mismas palabras y luego se calló, para siempre, el celular golpeó contra el piso; la luz de toda la ciudad se apagó y la gran mayoría de los canes de la ciudad comenzaron a aullar, los pequeños niños lloraban sin consuelo alguno.

Por más que yo lo intentaba no podía quitar la mirada de la luna ni por un segundo, poco a poco su tamaño fue aumentando hasta llegar a ser más grande que la tierra misma y su color cambió a un rojo oscuro. De pronto sentí que de mis ojos salía un extraño líquido algo espeso, pero por el olor y su calidez pude entender que era sangre; me fue difícil comprenderlo pero era mi propia sangre la que brotaba de mis ojos, de mi nariz, de mi boca y de mis oídos.

– No… no…

Llegué a entender que la luna no se había vuelto roja ni que está había aumentado su tamaño, era mi sangre que al salir por mis ojos le daba ese color a lo que yo miraba y era que yo me estaba acercando a la luna. Poco a poco fui perdiendo el aliento y el entendimiento, era como si mi vida fuese absorbida de manera violenta y contra mi voluntad, era muy grande el dolor que sentía mi cuerpo pero me era incapaz de poder pedir ayuda, además ¿Quién podría ayudarme en esta circunstancia? ¿Quién tendría el poder suficiente, para detener esto? ¿quién? ¡¿Quién?!. A la final solo llegué a sentir la caída, aquella caída hacia el vacío, cual Ícaro desplomamdose hacia el mar, era como si mi cuerpo cayera a las profundidades de una gran sima, hacia la misma muerte, hacia el mismo infierno, de donde nunca más iba a retornar…

Al siguiente día toda la ciudad quedó espantada, las noticias informaban el múltiple asesinato de más de un centenar de jóvenes mujeres; a quienes se les encontró con el cráneo destrozado, sin ninguna gota de sangre en el cuerpo y con la piel pegada a los huesos. Tras una investigación exhaustiva se llegó a la conclusión de que todas habían recibido una extraña llamada a la misma hora, aquel que los llamó estaba agendado con el nombre de «amigo» pero lo que no entendían era el porqué de la extracción de las baterías de los celulares, esto dejo perplejo a la policía. La empresa de telefonía aceptó dar la conversación de aquella llamada para la investigación, pero el audio fue imposible de comprenderlo. Hasta el cierre de este informe se desconoce si aquella llamada tiene alguna conexión con las muertes. Pero la policía calificó este incidente como un múltiple suicidio de extrañas condiciones…

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